Pederastia bajo paraguas
Un manto de espeso silencio ha presidido lo que 'sotto voce' es un clamor en el deporte: las pr¨¢cticas de depredaci¨®n sexual en la infancia
Tres semanas despu¨¦s de comenzar en Santa Cruz de Tenerife el juicio por pederastia contra Miguel Mill¨¢n, responsable durante varios a?os de las pruebas combinadas de la Federaci¨®n Espa?ola de Atletismo, se ha conocido la denuncia por asalto sexual contra Manuel Bri?as, fraile marianista, director durante 20 a?os de la cantera del Atl¨¦tico de Madrid. Bri?as ha admitido parcialmente los hechos relatados en la denuncia de Miguel M.H., de 58 a?os, que le acus¨® de abusos durante tres a?os, entre 1973 y 1975.
Un manto de espeso silencio ha presidido lo que sotto voce es un clamor en el deporte: las pr¨¢cticas de depredaci¨®n sexual en la infancia, amparadas por los c¨®digos secretistas que rigen en los grupos cerrados que disfrutan de poder, prestigio social y especial representatividad. No es dif¨ªcil atribuir al deporte estas connotaciones. A todas las edades y en todo el espectro social se anima, con raz¨®n, a la saludable pr¨¢ctica del deporte, que en el campo competitivo profesional tarda muy poco en adquirir una derivada chauvinista, especialmente en la hora del ¨¦xito.
En este ¨¢mbito, donde el adiestramiento a los j¨®venes es necesario, se producen aberraciones que no s¨®lo afectan al terreno sexual. La violencia y el miedo destacan de la abusiva conducta que en muchas ocasiones se instala en el proceso de formaci¨®n de los deportistas, justificado con el lamentable argumento del sacrificio que supone ser alguien en el mundo del deporte.
No es lo mismo sacrificio que terror, dirigir que aplastar, ense?ar que chantajear. Conviene situar el sacrificio donde merece ¡ªla exigente gesti¨®n que se necesita para ser un buen atleta y quiz¨¢ un campe¨®n¡ª y no utilizarlo como eufemismo y paraguas de los desprop¨®sitos que a veces se cometen en el deporte.
Hace poco, 265 gimnastas se personaron como denunciantes en la causa contra Larry Nassar, m¨¦dico de la selecci¨®n estadounidense. Nassar fue condenado a cadena perpetua. Su infame conducta era comparable al poder que pose¨ªa y al grado de amparo que encontr¨® en los c¨ªrculos federativos. Peor a¨²n, su poder se reforzaba por el tremendo ¨¦xito de las gimnastas ol¨ªmpicas estadounidenses, convertidas en la m¨¢xima representaci¨®n del orgullo nacional.
A todas ellas se les aplic¨® la l¨®gica del sacrificio ¡ªno cesan los rumores sobre el r¨¦gimen de terror que imperaba en el rancho de Bela y Martha Karoly, ex entrenadores de Nadia Comaneci y gur¨²s de la gimnasia norteamericana desde los a?os 80¡ª a cambio del ¨¦xito. ?Qu¨¦ ¨¦xito? Todas las denunciantes, y entre ellas figuraba Simone Biles, ganadora de cuatro medallas de oro en los Juegos de R¨ªo 2016, informaron de las atroces secuelas psicol¨®gicas que sufren. No hay medalla que las remedie.
Comienzan a proliferar denuncias y condenas por casos similares. Cerca de 150 entrenadores de nataci¨®n, algunos de ellos de prestigio mundial, figuran como sancionados, la mayor¨ªa a perpetuidad, en las listas p¨²blicas de la federaci¨®n estadounidense. La condena de 60 a?os a Barry Bennell, relevante t¨¦cnico formativo ingl¨¦s, ha desvelado un horrible submundo de depredaci¨®n, con efectos desastrosos en personas que ahora superan los 50 a?os.
Como en el caso de Miguel M.H. en su denuncia a Manuel Bri?as, han tardado m¨¢s de 30 a?os en manifestar su infierno particular. Se sent¨ªan doblemente abusados, por los agresores y por el sistema que les proteg¨ªa. Es un sistema indecente que requiere un cambio radical, con un primer punto inflexible: el culpable es el abusador, no el abusado. A esa responsabilidad vigilante y protectora se deben dedicar los garantes ¡ªclubes, federaciones, Ministerio de Deportes¡¡ª de las buenas pr¨¢cticas formativas. Lo contrario, la pervivencia del modelo secretista que convive en armon¨ªa con los abusadores, s¨®lo se puede interpretar como un inaceptable factor de tolerancia.
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