La hora de los ¡®reguilones¡¯
Los excastillistas han levantado al Madrid de la lona y le ha devuelto la vitalidad y ambici¨®n que necesitaba
El Real Madrid ha regresado a la base para encontrar una alternativa a sus problemas, que parec¨ªan insuperables no hace tanto. Venci¨® en el derbi del Metropolitano con cinco titulares que en alg¨²n momento de sus trayectorias jugaron en el Castilla. Al frente de las operaciones, Santiago Solari, cuya ¨²nica experiencia profesional remite a la cantera madridista. Es, por tanto, un equipo con el 50% de sus futbolistas instalados en un modelo radicalmente opuesto al anterior, definido por un decadente star system.
El impulso del Madrid no se entender¨ªa sin la brillante contribuci¨®n de Carvajal, Reguil¨®n, Casemiro, Lucas V¨¢zquez y Vinicius, grupo generacional heterog¨¦neo ¡ªnueve a?os de diferencia entre Lucas V¨¢zquez y Vinicius¡ª pero identificable por procedencia, recorrido y car¨¢cter. Ninguno define mejor el impacto en el equipo que Reguil¨®n, que ha pasado del anonimato a retirarle la titularidad a Marcelo, sin que nadie se queje.
S¨®lo Vinicius manten¨ªa algunas caracter¨ªsticas diferentes al resto. No se le esperaba esta temporada como un factor fundamental para el equipo, ni tan siquiera como un recurso apreciable. Lopetegui le envi¨® al Castilla, no sin debate. Era demasiado bueno para jugar en Segunda B, pero se dec¨ªa que no estaba preparado para asumir los rigores del Real Madrid. Recibi¨® el t¨ªpico tratamiento que se aplica a los juveniles c¨¦lebres y sospechosos, pero Vinicius aguant¨® el trago y se confirm¨® como un jugador de empaque.
Vinicius no ha sido el Robinho que algunos pronosticaban. Chico listo, pretende alcanzar el estrellato a trav¨¦s de un proceso de integraci¨®n en la vieja cultura del Madrid, donde se exig¨ªa un grado m¨¢ximo de esfuerzo y compromiso colectivo. En este apartado coincide con Carvajal, Reguil¨®n, Lucas V¨¢zquez, Casemiro y Nacho, otro respetable integrante del grupo. Todos ellos representan una manera de entender el f¨²tbol situada en las ant¨ªpodas del divismo que tanto ha terminado por perjudicar al Real Madrid, abocado a un modelo proclive a la divisi¨®n, los celos y las vanidades.
A diferencia del Ajax, Bar?a o Milan, cuyos mejores a?os coincidieron con la numerosa presencia de jugadores procedentes de sus respectivas factor¨ªas, el Real Madrid se ha caracterizado por un uso restrictivo de su fabulosa cantera. Por lo general, act¨²a como ¨²ltimo recurso en los tiempos de crisis: la Quinta del Buitre apareci¨® despu¨¦s de cuatro a?os de fracasos del Madrid en la Liga y en Europa; Ra¨²l surge de la nada para sustituir al crepuscular Butrague?o en un equipo que hab¨ªa perdido cuatro Ligas consecutivas; los pavones fueron m¨¢s un fallido producto publicitario que una alternativa a la decadencia de los gal¨¢cticos.
El pelot¨®n de excastillistas, los reguilones, disfruta de notables ventajas: son demasiados como para no hacerse notar y les dirige un entrenador adherido a su causa desde el principio. La homog¨¦nea naturaleza del grupo a?ade el resto. Tampoco se discuten sus cualidades futbol¨ªsticas, forjadas en circunstancias exigentes, con traspasos a buenos equipos de campeonatos prestigiosos: Oporto, Bayer Leverkusen y Espanyol. A todos estos jugadores les ha distinguido una voluntad de acero para establecerse en el Madrid y aumentar su influencia en el equipo.
Esta gente ha levantado al Madrid de la lona y le ha devuelto la vitalidad y ambici¨®n que necesitaba. El equipo se parece a ellos, que es exactamente lo que necesita el Madrid despu¨¦s de su aton¨ªa anterior. Ya es imposible pensar en el Madrid sin la presencia capital de unos futbolistas que casi siempre han llevado la etiqueta de secundarios. Por fortuna, ahora le ocurre al Real Madrid lo mismo que a las obras de Sam Peckinpah, donde las estrellas eran muy buenas, pero las pel¨ªculas quedaban definidas por sus inolvidables secundarios: Warren Oates, Dirk Borgnine, Strother Mart¨ªn, Ben Johnson y compa?¨ªa.
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