El camino correcto y la direcci¨®n contraria
No importa debatir el papel de Messi, hay que pensar en una Argentina aguerrida en lo t¨¢ctico y definitiva en las individualidades
Si mi sombra fuese tu sombra, estar¨ªa pensando con tranquilidad en la selecci¨®n argentina de f¨²tbol porque el problema no es Messi. En la cancha juegan once contra once. Leo ofrece garant¨ªas en uno de los once puestos, como diez puro para habilitar jugadas de contraataque o, si tiene con qui¨¦n, la creaci¨®n del juego.
No hay mucho m¨¢s que explicar, no importa debatir el papel de Messi, hay que pensar en una selecci¨®n aguerrida en lo t¨¢ctico y definitiva en las individualidades. El car¨¢cter del f¨²tbol del pa¨ªs. Hay que tener un equipo para creer y querer, un once; Messi puede ser el n¨²mero doce, siempre va a estar para hacer bien lo que sabe. Pero enloquecer al pa¨ªs, y al mundo, en una discusi¨®n acalorada por el destino de un jugador, aunque sea un virtuoso contrastado, no es f¨²tbol: es comunicaci¨®n inflamada, infectada. En pocas palabras, un seleccionado de f¨²tbol, no un contrato con las indumentarias deportivas.
Uno de los problemas del f¨²tbol es el de los talentos que van al mundo buscando contratos importantes y el escaparate mundial: eso es funcional a la publicidad de bebidas, calzado, hojas de afeitar y para la circulaci¨®n de f¨²tbol por televisi¨®n para todo el mundo; pero sigue siendo un problema del f¨²tbol. Insistir con el mismo problema, esperando que se resuelva milagrosamente (o gracias a los milagros de alguien) no es un m¨¦todo que responda a nada intr¨ªnseco del f¨²tbol, nada puro. No es un m¨¦todo. Son cuestiones comerciales y federativas.
Pero el f¨²tbol se juega. Jugar al f¨²tbol. Correr es de cobardes o de pulmones.
Las botas de oro son las que m¨¢s pesan.
Correr o no correr, esa no es la cuesti¨®n.
No todo el f¨²tbol es asociativo al pie; un contragolpe brit¨¢nico con firma alemana, como el f¨²tbol sacrificado que practica el Atl¨¦tico de Diego Pablo, son alternancias. Las hinchadas asumen la identidad del juego que hacen propia, eso tambi¨¦n es f¨²tbol; en las malas y en las buenas, la ¨¦pica y la eficacia.
Cuando Brasil gana en M¨¦xico 70 es un equipo; cuando ganan Alemania, Inglaterra o Italia, son equipos.
A veces ni recordamos qui¨¦nes fueron, no si no corresponde celebrar las victorias. Uno de los mejores jugadores ingleses jug¨® siempre en el mismo equipo, nunca gan¨® la Premier, ni el equivalente en su ¨¦poca, no me consta que haya ganado alguna copa inglesa, jug¨® un solo partido incompleto para la selecci¨®n; nunca jug¨® un Mundial ni levant¨® la Copa de Europa. Pero siempre fue fiel al barrio, a la ciudad, al equipo de toda la vida, al sueldo que cobraba para vivir, espero, como un Rey sin corona: Matt Le Tissier. Argentina gan¨® los mundiales con guerreros t¨¢cticos; sin Mario Alberto K y sin Diego quiz¨¢ hubiera sido otra la historia; pero estaban. Jugaron acompa?ados por nombres que resuenan en el f¨²tbol eterno que refluye el destino de la gloria.
El destino refluye, tambi¨¦n sus alas negras, en una naci¨®n.
Cuando los a?os (ochenta) eran los a?os (setenta) postergados (sesenta).
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