Carta de amor a una chaqueta verde
Una vez m¨¢s te sentimos cerca; de nuevo nos creen capaces. Acabamos de entrar por Magnolia Lane y ya nos parece estar so?ando. El tiempo en este lugar adquiere su propia dimensi¨®n
Otra vez aqu¨ª; otra vez t¨². Siempre t¨². A?o tras a?o nos citas en este espectacular paraje donde la naturaleza es tan solo una excusa para que perdamos el sentido de la realidad, para que los nervios nos atenacen a todos pensando en ti a cada instante.
Una vez m¨¢s te sentimos cerca; de nuevo nos creen capaces. Acabamos de entrar por Magnolia Lane y ya nos parece estar so?ando. El tiempo en este lugar adquiere su propia dimensi¨®n. La imagen que proyectas ante nosotros, ambiciosos y solitarios buscadores de gloria, y el escenario tan emotivo que propones, es nuestra absoluta perdici¨®n. A la gran mayor¨ªa de contendientes solamente los devolver¨¢s impotencia durante toda una carrera, y en algunos casos la injusta secuela de perdedor. Y es que dif¨ªcilmente nos permitir¨¢n transitar por la Gran Historia del Golf sin una chaqueta verde colgada en el armario.?
He hablado tanto de ti con Sergio, con Chema ¨Ceste a?o celebra por cierto sus bodas de plata contigo; hace 25 a?os que le dio por celebrar su primera victoria con ese gesto de alivio tras su ¨²ltimo putt-, que soy muy consciente de tu absoluta displicencia. Te sabes m¨¢s importante que todos nosotros juntos; al menos as¨ª te hicieron sentir tus padres, Bobby Jones y su socio Cliff Roberts, cuando te parieron quince a?os despu¨¦s del inicio del torneo rodeada de tanta exclusividad y servidumbre. Despu¨¦s de 85 a?os, arrasada desde hace tiempo la civilizaci¨®n por la tecnolog¨ªa de vanguardia, todav¨ªa seguimos recibiendo esas personalizadas invitaciones a la gloria de tu pu?o y letra.
En apenas unas horas saldremos a buscarte y esta vez he tomado una determinaci¨®n; juro que iniciar¨¦ la competici¨®n con la tranquilidad del que conoce el duro camino de vuelta sin recompensa. Sabes que mi estilo y car¨¢cter son muy parecidos al de tu primer ganador europeo.Pero en la balanza de Seve, sin duda uno de tus amantes favoritos de todos los tiempos, acab¨® pesando m¨¢s su carism¨¢tica presencia que sus travesuras y errores de genio indomable. Ese aire de conquistador le permiti¨® andar por tus dominios de un modo distinto a los rivales. Donde no llegaba su golf, lo hac¨ªa su mirada intensa y esa naturalidad competitiva que lo llenaba de opciones frente a las adversidades. A Severiano el silencio del Amen Corner lo pillaba normalmente entretenido en la siguiente decisi¨®n, sin un solo minuto para rendir pleites¨ªa. Tal vez sea el mejor modo de entrar al lugar sagrado; abriendo la puerta de la oficina con una nueva sonrisa.
Por nada en el mundo habr¨¢ de latir hoy mi coraz¨®n al ritmo que te convenga. Ese ritmo fren¨¦tico, con el que tanto disfrutas, tendr¨¢s que encontrarlo en alg¨²n otro jugador que dice tambi¨¦n pretenderte. Ninguno de ellos podr¨¢ dominar mis emociones. Ya no. He comprendido finalmente que en absoluto debo distraerme teniendo en cuenta los m¨¦ritos del resto de posibles favoritos. He trabajado tanto en ello como en el riesgo-beneficio frente a cada golpe, algo cr¨ªtico en caso de que lleguemos a la ¨²ltima jornada con opciones.
Hasta aqu¨ª llega mi desordenada reflexi¨®n, llena de pensamientos que la brisa ir¨¢ acompa?ando. Se me hace tarde y he de salir a buscarte. Por delante nos esperan cuatro jornadas deportivas de una est¨¦tica insuperable, pero tambi¨¦n de una exigencia sin compasi¨®n.
Tuyo. Jon.
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