Ra¨²l, Xavi, Xabi... Que llegue el futuro
Por los tres ha corrido sangre de futbolista y tambi¨¦n de estratega. Ahora toca demostrarlo desde el banquillo
Mal¨ªsima final. Klopp encontr¨® el gol antes de buscarlo y su equipo decidi¨® cuidar lo que ten¨ªa. En cuanto al Tottenham, no encontr¨® espacios para sorprender. La pelota daba tumbos o volaba, indecisa, hacia cualquier parte. Sorprendi¨® que el Liverpool no buscara el segundo gol con su decisi¨®n caracter¨ªstica. A los aficionados les gusta que se remate al rival herido para convertir, cuanto antes, el sufrimiento en fiesta. Cuentan que en el circo romano hab¨ªa leones que, cuando saciaban el primer hambre, se apartaban de la agonizante v¨ªctima para descansar un poco. El le¨®n se entreten¨ªa empujando al herido mortal con una pata o con el hocico ante la indignaci¨®n del respetable, que no hab¨ªa ido hasta ah¨ª para ver esa demostraci¨®n de dejadez. El aficionado al f¨²tbol aprendi¨® a ser m¨¢s paciente y calculador. Si el resultado compensa el sufrimiento, lo justifican todo y hasta se hacen los eruditos hablando de inteligencia t¨¢ctica.
Lo nuevo como experiencia. La Champions, punta de lanza de la modernidad, nos cuenta que el f¨²tbol ya es un juego de pobres para consumo de ricos. La gente corriente, que siempre se sinti¨® due?a de este juego, pas¨® a la clandestinidad por el precio desorbitado de las entradas. Hoy es la televisi¨®n la que sostiene el sentido de pertenencia y la dimensi¨®n popular del f¨²tbol. El espect¨¢culo musical previo al partido fue una americanizaci¨®n algo intrusa, por esa pretensi¨®n de convertirlo todo en una experiencia. Hasta la espont¨¢nea modelo que salt¨® a exhibirse pareci¨® coherente con el contexto. La final tuvo m¨¢s novedades, como la foto inicial posada por las plantillas enteras, seguramente por consejo de alg¨²n gur¨² del coaching que quiso introducir un signo de humanizaci¨®n. Tambi¨¦n sorprendi¨® la desaparici¨®n de la vuelta ol¨ªmpica, rito obligatorio de todo campe¨®n cuando la tradici¨®n todav¨ªa significaba algo. Todo muy interesante, salvo el bodrio de partido, que no estuvo a la altura de la car¨ªsima experiencia.
Lo nuevo como bendici¨®n. Las instalaciones de un gran club son un mundo de alta sofisticaci¨®n. ciudades deportivas lujosas como hoteles de cinco estrellas donde los jugadores encuentran todas las facilidades para entrenar con la seriedad de altos ejecutivos. Ante este estado de cosas, un tipo de mi generaci¨®n se pregunta: ?d¨®nde quedaron los campos como patatales? ?D¨®nde las camisetas deste?idas y aquellos balones gastados por el tiempo? Por la fuerza de la nostalgia nos consolamos pensando que aquella precariedad daba lecciones de fortaleza t¨¦cnica y moral que le hac¨ªa bien a la formaci¨®n de los futbolistas. Hay algo de verdad, pero no nos enga?emos. La revoluci¨®n m¨¢s grande y maravillosa que ha vivido el f¨²tbol no se la debemos a ning¨²n jugador genial ni a ning¨²n entrenador revolucionario, sino a los jardineros. Lo que llamamos f¨²tbol moderno ser¨ªa imposible sin los campos impecables de estos d¨ªas.
Que vienen, que vienen¡ Ra¨²l, Xavi Hern¨¢ndez y Xabi Alonso han terminado el curso de entrenador. Por los tres ha corrido sangre de futbolista y tambi¨¦n de estratega. Ahora toca demostrarlo desde el banquillo. Ra¨²l es m¨¢s alem¨¢n que brasile?o en su gusto futbol¨ªstico, tiene una seriedad castellana, una inteligencia superior y conoce, como nadie, el punto G del madridismo. A Xavi no s¨¦ hasta d¨®nde lo llevar¨¢ el camino, pero s¨¦ perfectamente el camino que elegir¨¢. Todo lo que dice llega hasta el fondo del estilo Bar?a, en el que cree tan religiosamente que lo veo ap¨®stol de Guardiola, como Guardiola lo es de Cruyff. En cuanto a Xabi, es el m¨¢s ecl¨¦ctico de los tres porque su inteligencia asimil¨® ense?anzas de Ben¨ªtez, Pellegrini, Mourinho o Guardiola entre otros, de manera que tiene una caja infinita de herramientas para elegir de acuerdo a su sensibilidad. Qu¨¦ nostalgia ni nostalgia, de pronto me entraron ganas de que llegue el futuro.
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