El pi?¨®n 29

La mente del deportista aficionado -y constante- emite en una frecuencia peculiar. Est¨¢ repleta de referencias personales e intransferibles que, aparentemente, ayudan a conseguir el objetivo. Y pueden venir de cualquier lugar. Al escritor holand¨¦s Wilfried de Jong le obsesionaba el pi?¨®n 29 de su bicicleta. Mientras ascend¨ªa el Mont Ventoux para celebrar su 50 cumplea?os recordaba a Lucien van Impe, ciclista belga que lider¨® en seis ocasiones la clasificaci¨®n de la monta?a del Tour de Francia. Al llegar en una etapa a la meta y tras atender el ciclista a los medios de comunicaci¨®n, el mec¨¢nico del equipo tom¨® la palabra: ¡°Lucien ha ido desahogado, su pi?¨®n 22 est¨¢ completamente limpio¡±. Y de ah¨ª, traducido de la escala profesional a la de aficionado, directo al subconsciente de de Jong.

¡°Si no pones el 29, llegar¨¢s arriba¡±, pensaba mientras pedaleaba. ¡°No deb¨ªa ni plantearme siquiera engranar el 29. Cuando lo hiciera, ya no me quedar¨ªa ning¨²n recurso. Tendr¨ªa que abandonar. Y no pod¨ªa abandonar. No deb¨ªa abandonar. No podr¨ªa explic¨¢rselo a mis amigos y menos a¨²n a m¨ª mismo¡±. Eran algunas de las frases que de Jong se repet¨ªa al afrontar el sexto kil¨®metro de la ascensi¨®n. ¡°Aqu¨ª sube al seis por ciento, pap¨¢, dentro de poco ser¨¢ el diez¡±, le dec¨ªa su hijo de 10 a?os, que iba filmando la ascensi¨®n. Los familiares y su peculiar forma de dar ¨¢nimos.

En Niebla en el Mont Ventoux (Lince) se recogen algunos de los mejores textos sobre ciclismo escritos por de Jong. Cr¨®nicas que entroncar¨¢n con pensamientos universales de los amantes de la bicicleta, como el permanente miedo al pinchazo y la perspectiva de que ocurra en medio de la nada. O la inexplicable necesidad de fijar la vista en el desarrollo que est¨¢ utilizando el ciclista que nos adelanta en plena ascensi¨®n. La sensaci¨®n de avanzar entre la niebla se explica mucho mejor si se realmente se ha avanzado alguna vez entre la niebla.