Eto¡¯o: lengua y colmillo
En un mundo donde a cada paso se exige la perfecci¨®n, Samuel Eto?o nos ense?¨® la belleza de lo contrario: del defecto, de la arruga, de la imperfecci¨®n
Fue en su presentaci¨®n como nuevo jugador del F¨²tbol Club Barcelona cuando Samuel Eto'o dijo aquello de que correr¨ªa ¡°como un negro para vivir como un blanco¡±, una declaraci¨®n de intenciones que aglutinaba dos de sus caracter¨ªsticas m¨¢s celebradas: el compromiso y el exceso. Porque si de Ronaldinho se recuerda siempre que devolvi¨® la sonrisa a un club deprimido, de Eto'o bien podr¨ªa decirse que tom¨® el Bar?a la lengua y el colmillo, tan necesarios cuando uno trata de construir un equipo pero tambi¨¦n un relato. Mucho se habla de la dupla que consolidaron sobre el campo el brasile?o y el africano, poco de la que construyeron ante las c¨¢maras y los micr¨®fonos el propio Eto'o y Joan Laporta: aquello fue como juntar en el mismo escenario a Dean Martin y a Tupac.
Nunca sabremos cu¨¢nto o c¨®mo de feliz fue Samuel Eto'o en Barcelona porque sus d¨ªas pasaron ante nuestros ojos a la velocidad del rayo, que es la ¨²nica que conoc¨ªa el punta. El suyo era un nivel de compromiso dif¨ªcil de calificar, siempre oscilando entre el bien com¨²n y el inter¨¦s propio, entre hacer lo mejor para el equipo y que todos le reconocieran como alguien imprescindible. Lleg¨® al Bar?a cabreado con el Madrid, que prefiri¨® el kitsch de Michael Owen a su eficacia probada, y se fue del club azulgrana enfadado con todo el mundo, incapaz de aceptar otros liderazgos que no fuesen el suyo propio. En realidad habr¨ªa que puntualizar que no se fue, m¨¢s bien lo echaron y con un a?o de retraso respecto a los planes iniciales del entonces entrenador, Pep Guardiola. La Liga de Campeones que levant¨® con el Inter de Mil¨¢n en el Bernab¨¦u parec¨ªa cargarlo de razones pero enseguida llegar¨ªa la de Wembley, aquella obra maestra del f¨²tbol coral, para poner las cosas en su sitio: nadie, ni siquiera Samuel Eto'o, corr¨ªa m¨¢s que la pelota.
A partir de ah¨ª comenz¨® Eto'o a preocuparse m¨¢s de lo econ¨®mico que de lo deportivo, un tanto desencantado porque el universo parec¨ªa no cansarse nunca de conspirar contra ¨¦l. Ning¨²n reconocimiento le pareci¨® suficiente jam¨¢s y ah¨ª resid¨ªa gran parte de su encanto, el propio de los rebeldes con una causa difusa -los que no tienen ninguna resultan verdaderamente insufribles-, el de los triunfadores que prefieren vivir como outsiders. Pocos deportistas han representado como ¨¦l esa negativa a reconocerse en lo que realmente son, a excepci¨®n, claro est¨¢, de Latrell Sprewell, que fue capaz de despachar una jugosa oferta de renovaci¨®n por parte de los New York Knicks alegando que ten¨ªa una familia que mantener.
En un mundo donde a cada paso se exige la perfecci¨®n, Samuel Eto?o nos ense?¨® la belleza de lo contrario: del defecto, de la arruga, de la imperfecci¨®n. Su reci¨¦n anunciada retirada, tras una ¨²ltima aventura en Qatar, nos deja con una sensaci¨®n amarga, como si el f¨²tbol ya lo hubiese abandonado antes a ¨¦l. Y no por esto caer¨¢ en el olvido una carrera brillant¨ªsima que hace tiempo le asegur¨® la categor¨ªa de mito del f¨²tbol mundial: quiz¨¢s ahora que ya ha dejado de correr encuentre la pausa necesaria para disfrutar todo lo alcanzado.
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