La eterna reposici¨®n
No hay un club m¨¢s argentino que el Madrid, tan lastrado por esa concepci¨®n divina de la propia naturaleza

En Argentina todo acaba convertido en una telenovela, lo que no deja de ser un drama para un pa¨ªs con tal excedente de talento que le sobra con una m¨ªnima parte para nutrir a medio mundo y se conforma con desaprovechar el restante. Es as¨ª en casi todos sus ¨¢mbitos por lo que el deporte, y m¨¢s concretamente el f¨²tbol, no iba a ser en esto la excepci¨®n. Lo explica muy bien Luis Scola en el corte de una entrevista que circula estos d¨ªas por las redes: ¡°esta cultura de la media trampa, los huevos, ganarlo todo con la camiseta y dem¨¢s, realmente es un ancla para nosotros como deportistas... Y, como pa¨ªs, probablemente tambi¨¦n¡±. Le preguntaban al Luifa por el eterno debate entorno a la figura de Messi y lo resolvi¨®, entiendo que sin pretenderlo, aludiendo a la se?a de identidad m¨¢s reconocible en los grandes culebrones: el abuso de lo previsible, la dictadura de lo sentimental.
El an¨¢lisis de Scola vale, ya de paso, para comprender un poco mejor la idiosincrasia del Real Madrid. No hay un club m¨¢s argentino que el blanco en toda Argentina, tan lastrado por esa concepci¨®n divina de la propia naturaleza -¡±y menos mal¡±, pensar¨¢n los dem¨¢s- en el que todo sucede porque s¨ª, porque as¨ª lo dicta la sencillez aplastante del primer mandamiento: ¡°Somos el Madrid¡±. Con eso y el famoso ¡°sin jugar a nada¡± es capaz de explicar el madridismo los grandes hitos de su historia, en un ejercicio de simplismo tan desacomplejado que uno no puede menos que admirarlo y, por qu¨¦ no, envidiarlo. No es de extra?ar, por tanto, que cuando llegan los sopapos importantes, como el de ayer en Par¨ªs, las soluciones pasen por al famoso ¡°recuerda que eres un Ascanio, Luis Alfredo¡±. Ese es el ancla que lastra al Madrid desde no se sabe cu¨¢ndo. Y, repito, menos mal.
Porque un club de su potencial econ¨®mico, capaz de aglutinar tanto talento en sus filas temporada tras temporada, sigue sin plantearse ning¨²n dilema profundo, acostumbrado como est¨¢ a que todo caiga por el peso de la camiseta y el escudo, los huevos y, por qu¨¦ no decirlo, a veces tambi¨¦n de la media trampa. En los ¨²ltimos a?os, han desfilado por el club entrenadores de todos los estilos y pelajes: desde Del Bosque a Mourinho, pasando por Queiroz, Ancelotti, Ben¨ªtez, Lopetegui o Zidane. A todos los une cierto halo de temporalidad, de caducidad permanente, quiz¨¢s porque la figura del entrenador, del trabajo y la osad¨ªa t¨¢ctica, incuba desconfianza en un entorno que prefiere creer en la m¨ªstica. En tiempos de Netflix y HBO, el Real Madrid sigue siendo ese gal¨¢n trasnochado que no tiene m¨¢s que esperar al final de la trama porque sabe c¨®mo acabar¨¢ mientras, en los malos momentos, en los d¨ªas de zozobra, sus aficionados le gritan: ¡°?Si la quieres ve a por ella, mijo!¡±. Lo m¨¢s curioso de todo, y en eso s¨ª que se diferencia de la Argentina actual, es que, mal que bien, parece que le sigue funcionando. Es el club de la eterna reposici¨®n.
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