Atl¨¦tico y Real Madrid empatan en el derbi de la nada
Ambos equipos sellan la igualada tras un partido con mucha tralla pero nada recreativo, siempre m¨¢s dispuestos a no perder que a ganar
En un derbi que fue un avispero nadie corri¨® m¨¢s riesgos que la pelota, que bien pudo sufrir un esguince. O una lesi¨®n de mayor gravedad. Con Atl¨¦tico y Real Madrid de palmeros con un posible empate el encuentro fue un cat¨¢logo infinito de errores. Un f¨²tbol desali?ado sin nadie con derecho a fardar que no fuera Thomas, el ¨²nico con encanto, al tiempo que el m¨¢s solido de cuantos desfilaron por el Metropolitano. Fant¨¢stico escenario al que no a?adieron gracia alguna ni unos ni otros, tan borrosos y aparatosos. El ¨²ltimo derbi del Wanda no ser¨¢ un partido para el archivo de los tesoros del f¨²tbol.
Nadie hizo lo suficiente para ganar. S¨ª todo lo posible por no perder. Y todos satisfechos. Tres partidos lleva el Madrid con su porter¨ªa clausurada. Y el Atl¨¦tico, que se tiene por m¨¢s terrenal que su vecino, no sali¨® herido. El resultado: un partido afanoso, con mucha tralla. Todos, hasta los m¨¢s distinguidos, fueron gregarios.
Qu¨¦ r¨¢pido se desand¨® el Atl¨¦tico. Su br¨ªo inicial le procur¨® un remate cruzado de Jo?o F¨¦lix que se le fue al portugu¨¦s por un pulgar. La aventura tuvo un desenlace decepcionante. El Atl¨¦tico se volvi¨® un equipo contrito. Es lo suyo. Paso atr¨¢s, bloqueo al adversario en campo propio y nada de acogotar. El bal¨®n, siempre a la vista. El cuadro de Simeone se abriga, sin m¨¢s, no muerde por la pelota hasta que la situaci¨®n es extrema.
El bajonazo local dio pie a un Madrid sosegado con el bal¨®n. Pero, como su oponente, sin ¨¢nimo de intrepidez alguna. Vedadas las ocurrencias. El partido era estanco, casi claustrof¨®bico. Las pifias se suced¨ªan. En los controles, en los pases, por parvularios que fueran.
Mientras la gente se interfer¨ªa y todos se empleaban como vietnamitas en un duelo tan abrasivo, solo un jugador se elev¨® por encima del resto: Thomas. Tan frondoso era todo el juego que la noche se torn¨® inh¨®spita para futbolistas como Jo?o F¨¦lix, Bale, Benzema, Hazard. Todos desnaturalizados, arrastrados por la corriente machota del choque. Al frente de los tambores, nadie como Thomas, abrumador sin el bal¨®n y el delineante m¨¢s aplicado con ¨¦l. De largo, el africano fue el mejor catalizador rojiblanco, con Koke y Sa¨²l en su versi¨®n m¨¢s pedestre. Thomas tiene m¨¢s registros y ¨¦l se colg¨® al Atl¨¦tico. Nadie en el Madrid tuvo su incidencia, con Valverde, novedad de Zidane, limitado a la intendencia. Al conjunto de Simeone le faltaba ese punto bizarro que tanto le cuesta. Al conjunto de Zidane, tambi¨¦n embridado, le faltaba airear su mayor talento ofensivo.
No iba el Atl¨¦tico, no ven¨ªa el Real. El encuentro, pizarrero dir¨¢n algunos, iba de nudo en nudo. Salvo que Thomas entrara en juego y conectara con Trippier, una secuela de Pantic a la hora de enroscar la pelota. Enfrente, el ataque blanco se redujo a la metralla de Kroos, que prob¨® con un par de disparos.
Tan dislocado era el pulso que se multiplicaron las paradojas. Nacho, que se apa?a como puede como lateral zurdo, fue mayor amenaza que Lodi, un zaguero con turbo ofensivo. Una incursi¨®n del inesperado Nacho como extremo culmin¨® con un remate de Bale al ¨¢tico del Metropolitano. Era una de esas situaciones que para Bale son una frusler¨ªa. Nadie era ajeno a los chascos m¨¢s insospechados. En un partido al rev¨¦s, Bale, Hazard o Jo?o F¨¦lix parec¨ªan soldados rasos.
Sin remedio, el juego avanzaba sin hilo, discontinuo y fatigoso. Lleg¨® el turno de los entrenadores. Simeone, que ya en el descanso hab¨ªa exiliado al confuso Vitolo en favor del agitador Correa, ech¨® m¨¢s cemento al campo. Primero ubic¨® a Sa¨²l como lateral zurdo en detrimento de Lodi, al que le falta colmillo defensivo. Por si no fuera suficiente, Llorente, jugador de pico y pala, quit¨® del medio a Jo?o F¨¦lix, tan nimio como el insignificante Diego Costa. Algo m¨¢s se descamis¨® Zidane, con Modric y James a la faena por el irrelevante Valverde y el intrascendente Hazard.
Los cambios surtieron mejor efecto en los visitantes ante un contrario cada vez m¨¢s declinante cuando Thomas no ten¨ªa foco. Sin ¨¦l, en las botas colchoneras la pelota se despe?aba. No lo pasaba mejor al servicio del Madrid, por m¨¢s que Nacho, otra vez s¨²bito en la faceta que mejor domina, asisti¨® desde su orilla a Benzema, que forz¨® la ¨²nica parada de m¨¦rito de la noche. Oblak s¨ª fue Oblak con su estupenda estirada.
Solo un detalle, un m¨ªnimo goteo, pod¨ªa decantar en encuentro predispuesto desde el principio a la resistencia por encima de cualquier atisbo recreativo. As¨ª empez¨® y as¨ª abrocharon unos y otros el cero a cero. De no ser porque era un derbi: dos bostezos.
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