El div¨¢n de Vinicius
Al abrirnos tan generosamente la cabeza, vimos los estragos que hace la falta de confianza en un jugador tan joven
El factor incontrolable. El Madrid dio un salto clasificatorio en Sevilla que detuvo los rumores que acechaban a Zizou. El equipo present¨® su versi¨®n pragm¨¢tica, m¨¢s interesado en el resultado que en el juego. ¡°Corriendo, cualquiera gana¡±, me dijo un madridista muy representativo; o sea, de los que no se conforman con nada. Pero hay d¨ªas en que las prioridades marcan la pauta. Despu¨¦s de Par¨ªs, el estilo pod¨ªa esperar. Pero hay otro elemento que no es menor trat¨¢ndose de Zidane. Napole¨®n prefer¨ªa a los generales con suerte. Aunque carezca de atributos para la guerra, Zizou le hubiera valido. No solo su equipo gana cuando es imprescindible ganar (comprendidas finales ag¨®nicas), sino que cuando se encuentra en apuros hay muchas posibilidades de que Bar?a y Atl¨¦tico no ganen. M¨¢s que lamentarnos por Zizou, preocup¨¦monos por Valverde y Simeone, v¨ªctimas colaterales.
Ganar contra natura. Donde el Madrid carbura es en la tabla de clasificaci¨®n. Preocupado por su juego, mira a sus rivales desde arriba. Mirada aristocr¨¢tica que, como es coherente con su condici¨®n de equipo ganador, tranquiliza el ambiente. La incoherencia est¨¢ en las soluciones contra natura que se tomaron para llegar hasta aqu¨ª. Ni Bale ni Hazard llegaron al Madrid para correr detr¨¢s de Navas y Reguil¨®n, sino para ser perseguidos por ellos y por todos los laterales a los que se enfrenten. Tambi¨¦n a James hay que agradecerle que salga de su perfil para cumplir con labores de intendencia, pero sin olvidar que marca diferencias por su capacidad para clarificar el juego. El Madrid al derecho es el que le gan¨® al Celta en el primer partido de Liga y el que pas¨® por encima del Levante en un primer tiempo primoroso. El que defiende corriendo hacia delante y el que toca a un ritmo alto. Aunque gane tambi¨¦n al rev¨¦s, deber¨ªa saber que ese es su modelo a seguir.
Las palabras como escondite. Tras la amistad que siempre hay entre las palabras y el f¨²tbol, no faltan los malentendidos. El lenguaje del f¨²tbol est¨¢ lleno de dobles significados y los humoristas se aprovechan de ellos. En una vi?eta del Negro Fontanarrosa, un entrenador se enfrenta a los extremos del equipo, con sus n¨²meros 7 y 11 en las camisetas (de cuando los n¨²meros significaban algo), que le miran indignados. El entrenador intenta justificarse: ¡°Ya s¨¦ que son mis wines titulares, muchachos¡ Pero cuando declar¨¦ que ¡®todos los extremos son malos¡¯ no me refer¨ªa a ustedes¡±. La calidad barriobajera del f¨²tbol siempre mir¨® con simpat¨ªa estas interpretaciones equ¨ªvocas. Pero los futbolistas, que se saben vigilados, se refugian en los lugares comunes o en el disfraz de los eufemismos. Todos saben que un exceso de sinceridad puede armar un cacao en los medios. Todos, menos Vinicius.
Vinicius y la sinceridad. Con una ingenuidad adolescente y con un tormento que lo desbordaba, Vinicius se puso a llorar al marcar un gol que buscaba desde hace meses. Despu¨¦s sali¨® a los medios y, convirti¨¦ndose en psic¨®logo de ¨¦l mismo, explic¨® el trasfondo de sus emociones con una sinceridad a la que no estamos acostumbrados. Poco m¨¢s o menos, le dio la raz¨®n a los que empezaban a pitarlo por el juego confuso de sus ¨²ltimos partidos. Al abrirnos tan generosamente la cabeza, vimos los estragos que hace la falta de confianza en un jugador tan joven. En el segundo tiempo le dej¨® su lugar a Rodrygo, que al minuto de entrar marc¨® un gran gol. Vinicius lo grit¨® con entusiasmo sin sospechar que se estaba inaugurando otra presi¨®n: el juego de las comparaciones con su amigo Rodrygo para ver qui¨¦n conquista el futuro. Como ser joven en el Madrid es muy dif¨ªcil, mi consejo es que se levante del div¨¢n, libere su instinto y no piense tanto.
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