El Liverpool reina en el mundo tras superar al Flamengo en la pr¨®rroga
Un gol de Firmino, despu¨¦s de cien minutos de cerrada batalla, resuelve el Mundial de clubs
Faltan trofeos en las vitrinas del Liverpool, desde luego esa Premier que tan cerca tiene en la campa?a actual y que tanto ans¨ªa porque el ¨²ltimo t¨ªtulo de liga ingl¨¦s lo alz¨® en 1990 cuando la competici¨®n a¨²n estaba bajo el paraguas federativo. Referencial en tantas cosas, siempre triunfador a nivel internacional, al club de Anfield se le extra?aba un entorchado universal. En los setenta lo despreci¨® y no quiso optar a ellos, despu¨¦s cuando volvi¨® a reinar en Europa, cay¨® en tres finales intercontinentales. Esa victoria que le faltaba ya est¨¢ aqu¨ª para dar todav¨ªa m¨¢s valor al cambio operado tras la llegada de J¨¹rgen Klopp, que en cuatro a?os ha convertido a un club desnortado en el mejor del planeta.
El Liverpool gan¨® y no sin sufrimiento, detalle que ayuda a que le conceda valor a un torneo que no tiene gran predicamento en Europa y mucho menos en las Islas. Hay indicadores complicados de medir y existen capacidades que apenas compiten entre s¨ª. El Mundial de clubes es un examen anual en el que tan solo en una ocasi¨®n desde 2007 el triunfo no fue europeo. Era l¨®gico pensar en el Liverpool como favorito, pero complicado aguardar un paseo triunfal. El Flamengo est¨¢ plagado de futbolistas que pasaron por Europa. Algunos de ellos como Filipe, Rafinha o incluso Diego hicieron carrera, pero bastantes regresaron tras pasar de puntillas por variopintos destinos. Se muestra tambi¨¦n Pablo Mar¨ª, un central valenciano que lleg¨® tras firmar una excelente temporada en el Deportivo, pero que tiene un bagaje de apenas 33 minutos en la m¨¢xima categor¨ªa del f¨²tbol espa?ol. Tras ese crisol futbol¨ªstico y profesional est¨¢ la her¨¢ldica. Flamengo es nobleza futbol¨ªstica y cay¨®, pero con la grandeza que se le supone.
El Liverpool quiso exponer sus valores, los del ritmo y la aceleraci¨®n, pero el Flamengo supo quitarle ese dictado. Los brasile?os fueron m¨¢s en cuanto consiguieron meter el partido en la nevera. Aunque fuese en Qatar. Cuando lo lograron pudieron mirar a los ojos al Liverpool y eso no es poco. Los rojos parecieron avasallar de inicio y pudieron marcar en la primera jugada del partido porque Firmino lleg¨® a un cara a cara con Diego Alves y elev¨® demasiado su remate. Pero todo aquellas buenas intenciones del equipo de Klopp se aplacaron porque Salah no apareci¨®, por m¨¢s que la organizaci¨®n lo nominase al final como mejor jugador del partido, y Man¨¦ se dispers¨® entre litigios con sus marcadores. El Flamengo se afil¨® con Bruno Henrique, que encontr¨® la espalda de Alexander-Arnold para mostrar que su equipo tambi¨¦n ten¨ªa llegada, pero sobre todo crecieron los brasile?os en cuanto llevaron el partido a su velocidad, m¨¢s premiosa que la del Liverpool, sin riesgos en la circulaci¨®n de la pelota, que si no encontraba salida por los flancos repet¨ªa manejo entre los centrales hasta eludir problemas.
El plan del Flamengo consisti¨® en mover la pelota con la prudencia precisa para no encontrarse en problemas cuando la recuperase el Liverpool. Los chicos de Klopp no pudieron responder al galope. Y ah¨ª se incomodaron. El Liverpool se parti¨®, se desconect¨® de su delantera y se expuso porque si el partido se abr¨ªa el Flamengo ten¨ªa recursos para hacer da?o, por ejemplo en el ¨¢rea con Gabigol, un descerrajador que no necesita tiempo o espacio para armar remates, el m¨¢s codicioso lo sac¨® Allison a una mano al poco de iniciarse la segunda parte. Tampoco hubo opciones para muchos m¨¢s.
Todo sucedi¨® con vigor e intensidad, pero sin excesiva sustancia en las ¨¢reas. El paso de los minutos impuso roles m¨¢s definidos y el Flamengo se ech¨® atr¨¢s. Siempre quiso que el partido fuese largo, as¨ª que la pr¨®rroga tampoco parec¨ªa un mal plan. Pero sobre todo lo que ocurri¨® fue que se desat¨® el Liverpool, que dispar¨® su ambici¨®n. Diego Alves les detuvo: desvi¨® un remate lejano de Henderson que se iba a la red y renque¨® como s¨®lo lo sabe hacer un veterano para romper el ritmo que ansiaba el rival.
Resisti¨® el Flamengo, se hizo fuerte incluso en el examen videogr¨¢ficao que le dej¨® en el alambre cuando a punto de llegar al minuto 90 el ¨¢rbitro se fue al punto de penalti despu¨¦s de que Firmino sacase el en¨¦simo conejo de su chistera y le regalase un bal¨®n de gol a Man¨¦. Rafinha le apret¨®, pareci¨® incluso que le derrib¨® al borde del ¨¢rea y as¨ª lo estim¨® el colegiado qatar¨ª, que llev¨® la infracci¨®n a la m¨¢xima pena. Pero el VAR, con el espa?ol Mart¨ªnez Munuera a los mandos, se activ¨®. Y tras el examen visual, con varias repeticiones y una c¨¢mara lenta que no siempre est¨¢ claro que auxilio sino m¨¢s bien todo lo contrario, se decret¨® que no hubo ni falta. Pero el partido estaba decantado, ya s¨®lo circulaba en un sentido. La pr¨®rroga arranc¨® con el Flamengo agotado, acalambrado, desacostumbrado a la velocidad a la que se hab¨ªa jugado. Se desorden¨® una vez, apenas un despiste tras un ataque que no pudo finalizar, recuper¨® la pelota el Liverpool y en tres pases arm¨® un gol que vali¨® un Mundial, Henderson encontr¨® a Man¨¦ en el espacio y este dej¨® s¨®lo a Firmino, un brasile?o que defini¨® como tal.
Gan¨® Europa una vez m¨¢s. En un mercado globalizado en el que las chequeras esquilman viveros sin que queden resquicios por explorar y los talentos futboleros se destetan a edad prematura, el f¨²tbol sudamericano semeja muchos cuerpos por detr¨¢s del europeo. Pero incluso en ese contexto los clubes americanos siempre encuentran la manera de competir. Flamengo lo hizo, cay¨® de pie, en el ¨¢rea rival con una ocasi¨®n final del joven Lincoln que pudo llevar la decisi¨®n a los penaltis.
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