La inagotable m¨ªstica del Liverpool
Anfield estaba a la espera de alguien capaz de agitar y aprovechar su inmenso caudal. Ese hombre lleg¨® en 2015, se llama J¨¹rgen Klopp, y a su equipo no hay quien lo pare
Nada es seguro en el f¨²tbol, excepto el t¨ªtulo de campe¨®n ingl¨¦s que ganar¨¢ el Liverpool en mayo. A cinco meses vista es el menos descabellado de los pron¨®sticos. Sus rivales se alejan m¨¢s cada semana, no tanto por los malos resultados como por la irresistible trayectoria del l¨ªder, que cierra el a?o con unos n¨²meros antol¨®gicos: 43 victorias, 10 empates, cinco derrotas, 130 goles a favor y dos grandes t¨ªtulos (Copa de Europa y Mundial de clubes). En la temporada actual no ha perdido un solo partido en la Premier y no se ve la manera de que pierda uno. Pep Guardiola, ganador del triplete ingl¨¦s con el Manchester City en el curso 2018-19, asegura que es in¨²til cualquier pretensi¨®n de cazar al Liverpool, destinado a reconquistar la Liga despu¨¦s de 30 a?os de decepciones.
En t¨¦rminos futbol¨ªsticos, aquel 1990 representa el pleistoceno. No se hab¨ªa fundado la Premier League ¡ªse instaur¨® 1992¡ª, no exist¨ªa la libre circulaci¨®n de futbolistas, no exist¨ªa internet. Por aquellos d¨ªas, el f¨²tbol inici¨® un giro brutal. En muchos aspectos, el Liverpool parec¨ªa poco preparado para el salto a la modernidad y sus consecuencias: la conversi¨®n del f¨²tbol en un espect¨¢culo m¨¢s cercano a la industria del entretenimiento que a las viejas ra¨ªces de un juego pegado al barrio, a la ciudad, a las clases populares, a una sentimentalidad que el Liverpool representaba como muy pocos equipos en el mundo.
Han sido 30 a?os de fracasos y frustraciones en la Liga. Desde su ¨²ltimo t¨ªtulo, no ha logrado lo que consiguieron el Manchester United, Manchester City, Arsenal, Chelsea, Leicester, Leeds United y Blackburn Rovers. Al equipo que lo ganaba casi todo en los a?os 70 y 80 le rebasaban clubes de toda gama, grandes y peque?os. Los indicadores proyectaban la idea de un club sometido a tragedias (Heysel y Hillsborough), desorientaci¨®n en el modelo futbol¨ªstico y problemas econ¨®micos que llegaron a ser acuciantes a comienzos de esta d¨¦cada.
El Liverpool daba la impresi¨®n de estancamiento o regresi¨®n en una ¨¦poca donde sus tradicionales adversarios, tanto en Inglaterra como en el resto de Europa, aceleraban a toda m¨¢quina. De alguna manera, Anfield, su viejo baluarte, parec¨ªa representar las dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos. Donde sus grandes rivales constru¨ªan o proyectaban estadios futuristas, el Liverpool se manten¨ªa en un maravilloso pero muy viejo campo. Ni la propiedad del club respond¨ªa a la idea cl¨¢sica del Liverpool, perteneciente desde hace ocho a?os a un inversor estadounidense (John Henry), presidente de Fenway Sports, compa?¨ªa con el nombre de un campo de b¨¦isbol.
El verdadero patrimonio del Liverpool, al menos hasta la llegada de J¨¹rgen Klopp, el hombre que probablemente alcanzar¨¢ la misma condici¨®n m¨ªtica que Bill Shankly, no fue la victoria en la Copa de Europa de 2005, t¨ªtulo que ayud¨® a aliviar tantos a?os de frustraciones. Su gran bagaje ha sido un intangible: la m¨ªstica. Ninguna de las muchas y graves dificultades que ha atravesado el Liverpool ha sido suficiente para romper ese car¨¢cter de predestinaci¨®n que empapa al club y sus aficionados, no importa la sequ¨ªa de t¨ªtulos que haya soportado, ni los dramas que sucedieran.
Esa m¨ªstica, que convirti¨® al Liverpool en un club perfectamente distinguible desde los a?os 60, la ha permitido resistir con una tenacidad y una firmeza admirables. De hecho, le ha servido para contradecir a los ap¨®stoles de la supuesta modernidad. Ah¨ª regresa Anfield, no para representar un tiempo finiquitado, sino para erigirse en el s¨ªmbolo de la distinci¨®n y vigor del Liverpool, que s¨®lo parec¨ªa estar a la espera de alguien capaz de agitar y aprovechar su inmenso caudal. Ese hombre lleg¨® al club en octubre de 2015. Se llama J¨¹rgen Klopp, y a su Liverpool no hay quien lo pare.
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