Maldita incertidumbre
El deporte, simulado, en directo o a puerta cerrada, siempre provoc¨® controversia, incluso en escritores como Eco y Galeano, pero nunca afront¨® una situaci¨®n como la actual con la Covid-19
Al f¨²tbol, y al deporte, le mueve la incertidumbre y por tanto la posibilidad de un resultado inesperado o una situaci¨®n imprevisible, terreno que curiosamente detestan quienes lo financian, los due?os del negocio, muchas veces ajenos a la propia naturaleza de la entidad, como se advierte en equipos de la LaLiga. La convivencia no resulta sencilla porque el dinero prefiere la certeza a la duda y hoy, en pleno a?o de la explosi¨®n del Big Data, la implantaci¨®n del VAR y la discusi¨®n sobre la Superliga europea, no se sabe qu¨¦ pasar¨¢ con las competiciones suspendidas por el coronavirus que amenaza tambi¨¦n la disputa de la Eurocopa y los Juegos de Tokio.
La actual situaci¨®n supone un reto in¨¦dito tambi¨¦n para la prensa deportiva, por la imposibilidad de contar acontecimientos que no se celebran, y tambi¨¦n ins¨®lito para la industria del entretenimiento, cuyo relato se construye muchas veces a partir de lo que pudo ser o pod¨ªa suceder, ya sea a partir de la interpretaci¨®n de la realidad o de una virtualidad aceptada por su p¨²blico, discusi¨®n que remite a La ch¨¢chara deportiva, uno de los art¨ªculos del libro La Estrategia de la Ilusi¨®n de Umberto Eco. Algunos de los ensayos del fil¨®sofo y escritor italiano tambi¨¦n se refieren al f¨²tbol, y en especial a los hinchas, a los que detestaba, como consta en un art¨ªculo publicado en El Pa¨ªs.
¡°El deporte actual es esencialmente el discurso sobre la prensa deportiva (¡) Si por una diab¨®lica maquinaci¨®n del gobierno mexicano y del senador Brundage, aliados con las cadenas televisivas de todo el mundo, las Olimp¨ªadas no se realizaran, pero fueran relatadas d¨ªa a d¨ªa y hora a hora con im¨¢genes ficticias, nada cambiar¨ªa en el sistema deportivo internacional, ni los comentaristas deportivos se sentir¨ªan defraudados. Por consiguiente, el deporte como pr¨¢ctica ha dejado de existir, o solo existe por razones econ¨®micas: solo existe la ch¨¢chara sobre la ch¨¢chara deportiva¡±, escribi¨® en su art¨ªculo de 1986.
No hay constancia todav¨ªa de que se haya televisado un partido que no se ha jugado y, en cambio, se constata que la actividad gira indispensablemente alrededor del estadio, ya sea porque los partidos se juegan a puerta cerrada o en abierto, como pas¨® en el emocionante Liverpool-Atl¨¦tico. El dilema entonces es diferente: el hincha o el espectador, el f¨²tbol presencial o por televisi¨®n, una discusi¨®n especialmente interesante si se tienen en cuentas opiniones como las de Pablo Aimar a P¨¢gina/12 en una entrevista concedida a Sebasti¨¢n Varela y Ezequiel Scher: ¡°Somos la ¨²ltima generaci¨®n que ve partidos enteros¡±.
Aimar entiende que los j¨®venes est¨¢n m¨¢s acostumbrados a ¡°lo ef¨ªmero, a los res¨²menes, a ver en el celular los goles de todo el mundo. Son v¨ªctimas de este est¨ªmulo. El partido de la PlayStation dura 5 ¨® 7 minutos apenas¡±, concluye el hoy miembro del cuerpo t¨¦cnico de Argentina.
El hincha o el espectador
La UEFA tard¨® en cancelar las competiciones porque atend¨ªa a los intereses econ¨®micos, a los ingresos de los clubes por los derechos de transmisi¨®n, y opt¨® inicialmente porque los partidos que no se pudieran celebrar con normalidad se disputaran a puerta cerrada, como el Valencia-Atalanta. Jugar sin espectadores y con telespectadores no parece la mejor f¨®rmula para el seguidor al que gusta ir a la cancha, ni tan siquiera para el turista que compra en la tienda del club, como advierte Jorge Valdano. ¡°La ausencia de aficionados (¡) lo deja sin su esencia, sin su alma¡±, escribi¨® en su columna de EL PA?S.
¡°?Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vac¨ªo?¡± se preguntaba Eduardo Galeano. ¡°P¨¢rese en medio de la cancha y escuche. No hay nada m¨¢s vac¨ªo que un estadio vac¨ªo. No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie. En Wembley suena todav¨ªa el griter¨ªo del Mundial del 66, que gan¨® Inglaterra, pero aguzando el o¨ªdo puede usted escuchar gemidos que vienen del 53, cuando los h¨²ngaros golearon a la selecci¨®n inglesa (¡) Habla en catal¨¢n el cemento del Camp Nou y en euskera conversan las gradas de San Mam¨¦s¡±, a?ad¨ªa el escritor uruguayo en El estadio y el hincha. ¡°El estadio del Rey Fahd, en Arabia, tiene palco de m¨¢rmol y oro y tribunas alfombradas, pero no tiene memoria ni gran cosa que decir¡±.
Acabados los partidos a puerta cerrada, hoy tampoco se pueden ver en vivo por televisi¨®n, de manera que el f¨²tbol en directo se apag¨® para unos y para otros, para rom¨¢nticos y adinerados, para periodistas de deportes y para los que entretienen; todos coinciden por una vez que la actual incertidumbre no conviene a nadie, ni siquiera a los que viven de las apuestas. Maldito Covid-19.
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