Unai Basurko: ¡°La verdadera soledad es terrible¡±
El navegante vasco, que pas¨® hasta dos periodos de 70 d¨ªas sin ver un alma durante su vuelta al mundo en solitario, reflexiona sobre el confinamiento actual

Unai Basurko llevaba semanas en alta mar sin ver rastro alguna de vida, ni siquiera un avi¨®n o un barco, pero entonces, emergi¨® una foca¡ y le mir¨®. Fue una sorpresa, primero, y acab¨® siendo unos de esos instantes bellos, sencillos pero emocionantes que le vienen a la cabeza cuando echa la vista atr¨¢s y recuerda su vuelta al mundo en solitario compitiendo en la regata Velux5oceans que arranc¨® en 2006 y acab¨® en 2007 tras 158 d¨ªas de soledad, confinamiento, aislamiento y penurias. ¡°As¨ª descrito puede sonar tremendo, pero lo cierto es que aunque el velero ten¨ªa 18 metros de eslora, yo habitaba en un espacio de cinco metros por otros cuatro de ancho, todo muy b¨¢sico, pero yo en la embarcaci¨®n me encuentro bien, hablo con ella, disfruto de lo que me rodea, y hay mucho trabajo que te mantiene entretenido. La ¨²nica preparaci¨®n psicol¨®gica que tuve que llevar a cabo fue el desear durante muchos a?os navegar alrededor del planeta y luchar por ello¡±, reflexiona Basurko, nacido en 1975 en Portugalete, Bizkaia, y afincado ahora en la margen opuesta de la r¨ªa bilba¨ªna, en Getxo.
Estos d¨ªas comparte el confinamiento ¡ªuno muy diferente al que supon¨ªa navegar solo alrededor del mundo¡ª con su mujer y sus dos hijos, tirando de la experiencia en alta mar para ver pasar los d¨ªas con serenidad: ¡°El hecho de haber vivido en espacios reducidos, y hacerte a las rutinas de la vida en la mar, ayuda mucho. El saber apreciar cualquier peque?o detalle como una ducha, una comida caliente, una cama que no se mueve¡ ayuda bastante¡±, reflexiona sobre las circunstancias acutales. ¡°Pero sobre todo es de gran utilidad conocerse a uno mismo. Saber que hay d¨ªas mejores que otros, que todo pasa y todo queda, y saber re¨ªrte de ti mismo para llevar mejor la situaci¨®n. Este tipo de vivencias tan intensas te van quitando capas como si fueses una cebolla, hasta que no te queda m¨¢s remedio que preguntarte qui¨¦n eres verdaderamente y qu¨¦ le pides a la vida, cu¨¢les son tus sue?os¡ en la mar es algo frecuente, es una comuni¨®n con el medio y con uno mismo que suele aflorar a partir de los dos o tres d¨ªas de navegaci¨®n¡±, observa Basurko.
Su padre compr¨® un peque?o velero de segunda mano cuando Unai contaba apenas cuatro a?os de edad. Desde esa fecha, los fines de semana y las vacaciones de la familia (son tres hermanos m¨¢s) pasaron por la vela, con el padre al tim¨®n. Unai no tuvo que aprender a entender los caprichos del viento, de las mareas, del oleaje, de la navegaci¨®n. Sencillamente, se fue impregnando de esos conocimientos hasta navegar por instinto, con la facilidad con la que otros caminan por la ciudad.
Pese a declararse una persona ¡°muy sociable, que necesita el contacto con su entorno¡±, el confinamiento le ha privado de su dosis de soledad, la mejor forma de reencontrarse con sus valores, sue?os y una forma de ¡°estar bien con uno mismo, centrado¡±. ¡°Recomiendo buscar la soledad de vez en cuando, pero no quiero parecer fr¨ªvolo: la soledad no deseada es una de los grandes males de nuestra sociedad¡±, aclara. Mientras dura el estado de alarma, Unai trabaja como voluntario para la Cruz Roja, repartiendo comida a domicilio. ¡°Lo que veo, a veces, cuando se abre la puerta de un domicilio, es gente sola, principalmente ancianos que necesitan ver un rostro amigo, conversar. La verdadera soledad es terrible. Y no siempre es en ausencia de gente alrededor¡±, lamenta.
Un modo de vida
La rutina a bordo de un velero puede resultar alienante. ¡°Son 24 horas de trabajo, arreglando todo tipo de cosas, preparando, limpiando, cocinando y por supuesto navegando. Se duerme poco y mal, siempre en periodos muy cortos de 30 minutos, aproximadamente. El barco y la navegaci¨®n de altura te consumen, por lo que tienes que comer mucho y puedes llegar a consumir la brutalidad de 8.000 calor¨ªas diarias (igual que un ciclista en una etapa del Tour). Dormimos como dorm¨ªan nuestros antepasados en la prehistoria, un sue?o at¨¢vico, siempre alerta porque puede surgir de la nada otro barco, un tronco, un iceberg, o puede fallar algo. Luego tardas m¨¢s en conciliar un sue?o normal¡±, asegura.
Por supuesto, en esta situaci¨®n de confinamiento actual a?ora enormemente la mar: ¡°Echo en falta su ritmo, su inmensidad y su belleza cambiante, la sensaci¨®n de libertad y de pertenencia a ella. La libertad es poder hacer lo que sientes, poder moldear tu destino, tu rumbo. En la mar todo es mucho m¨¢s f¨¢cil¡±, se?ala. El mismo d¨ªa que arranc¨® la Velux5oceans desde Getxo, un ¡°peque?o hurac¨¢n¡± estuvo a punto de arruinar la regata. ¡°Sufr¨ª un problema electr¨®nico y el piloto autom¨¢tico dej¨® de funcionar. No era capaz de arreglarlo y el velero era ingobernable¡±, recuerda. As¨ª aguant¨®, acumulando un cansancio tan brutal que sufr¨ªa alucinaciones, hasta que alcanz¨® Australia y repar¨® el desperfecto. ¡°En este tipo de competici¨®n no est¨¢ permitido ning¨²n tipo de asistencia. Si paras en alg¨²n puerto por aver¨ªa, hay una penalizaci¨®n. Los periodos en tierra son cortos de una a dos semanas en total, y con suerte. En esa regata estuve 71 d¨ªas sin pisar tierra y en la siguiente etapa, 70. Apenas pod¨ªa usar internet ni llamar por tel¨¦fono¡±, recuerda, se?alando que ahora las comunicaciones han mejorado enormemente, lo que se nota tambi¨¦n en este periodo de confinamiento en casa.
¡°El barco es tu modo de vida, dependes de su salud¡±, apunta Basurko antes de recordar que es un tipo de aventura en el que los rescates suelen ser a cara o cruz. ¡°La historia est¨¢ llena de rescates entre rivales que suelen ser los ¨²nicos barcos relativamente cerca con posibilidad de ayudarte. Historias tr¨¢gicas e incre¨ªbles. En la Velux ocurri¨® entre dos ingleses, que estando enfadados por cuestiones menores, despu¨¦s del rescate se quedaron durante dos semanas en el mismo barco, sin palo, luchando por llegar a Sud¨¢frica¡ la mar siempre nos ense?a¡±, concluye el navegante vasco.
Antes de aquella vuelta al mundo (en la que finalmente qued¨® tercero), Unai ni siquiera ten¨ªa embarcaci¨®n. Con los planos en la mano, se mud¨® a un enclave en Australia y all¨ª pas¨® a?o y medio siguiendo al dedillo la construcci¨®n de su Pakea Bizkaia. ¡°Pakea, paz en euskera, era un anhelo de mi padre al principio del nuevo siglo, mientras que Bizkaia era mi patrocinador¡±, explica Basurko sobre el nombre. Una vez botado, un amigo le acompa?¨® hasta Chile. Desde ese punto, naveg¨® en solitario hasta Bilbao, ¡°para entender la embarcaci¨®n¡± y entrenarse, y comenz¨® una aventura que hoy rememora con cari?o.
Alejado ahora de la competici¨®n, Unai barrunta la mejor manera de recuperar su vida laboral una vez que la crisis sanitaria permite la vuelta a cierta normalidad: ¡°Estoy luchando por sacar adelante un proyecto sobre la educaci¨®n y sostenibilidad de los oc¨¦anos. Siempre necesario, pero ahora m¨¢s que nunca. Y a corto plazo hacemos formaciones y vivencias a bordo entre Bilbao y Galicia, que duran una semana y est¨¢n abiertas a todo aquel que quiera aprender y conocer la mar y la navegaci¨®n a vela¡±, cuenta Basurko, que no olvida a aquella foca que quiso saludarle en medio de la tremenda soledad.
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