Haaland festeja el experimento
Alemania sit¨²a al f¨²tbol en la vanguardia de la industria del deporte en la pandemia y el goleador del Dortmund dedica a la grada despoblada el primer tanto de la nueva era de la Bundesliga
Volvi¨® el f¨²tbol a Europa occidental de la mano de la Bundesliga y los estadios de Hoffenheim, Augsburgo, Leipzig, D¨¹sseldorf, Frankfurt y Dortmund acogieron este s¨¢bado partidos evocadores de los entrenamientos. Ante gradas vac¨ªas, entre operarios enmascarados, los jugadores se mostraron esforzados por interpretar la partitura de la alta competici¨®n sin muchos de los ingredientes que se supon¨ªan indispensables. Estuvieron las c¨¢maras de televisi¨®n, tan inexorables como la pelota. Faltaron suficientes entrenamientos colectivos, la preparaci¨®n f¨ªsica result¨® evidentemente inadecuada, y la comunicaci¨®n se distorsion¨® por la distancia y los protocolos sanitarios. El encuentro m¨¢s emocionante, tal vez, fue el viejo derbi del Ruhr, por poco convertido en una pantomima silenciosa del estruendoso original. Cay¨® el Schalke, r¨ªgido y mal preparado. Se impuso el Borussia Dortmund por 4-0 a partir de la clase de sus figuras. Julian Brandt dio los toques iluminadores y Erling Haaland, autor del primer tanto de la era del covid-19, prosigui¨® su senda de goleador desaforado.
Espol¨®n del f¨²tbol, la Bundesliga es la primera gran competici¨®n que se pone en marcha en un planeta paralizado por la pandemia. Un planeta de empresas agobiadas por la falta de liquidez, primer s¨ªntoma de una crisis que amenaza especialmente a sectores que viv¨ªan de proyecciones y calendarios que se cre¨ªan garantizados, como la industria del deporte. Desde la Segunda Guerra Mundial el negocio de las competiciones de f¨²tbol no hab¨ªa sufrido un golpe m¨¢s duro. Lo han repetido los dirigentes alemanes desde hace semanas: hay que salvar los clubes. Hay que cobrar. Hay que recaudar lo ¨²nico que se puede recaudar: los 300 millones de euros correspondientes al ¨²ltimo pago de derechos televisivos. Se lo deb¨ªa Sky a los clubes. A cambio, hab¨ªa que jugar. Como fuera.
Bajo este apremio, respaldada por Angela Merkel, por la inmensa mayor¨ªa de los primeros ministros de los estados federados, por el omnipresente Bild y por la red farmac¨¦utica y sanitaria m¨¢s potente de Europa, la Liga de F¨²tbol Profesional de Alemania, la DFL, tard¨® nueve semanas en activar la maquinaria. Un r¨¦cord en un escenario deprimido. Cuando Francia, Holanda y B¨¦lgica hab¨ªan dado por acabado el deporte profesional hasta septiembre; ante la indefinici¨®n del Gobierno italiano para poner fecha de regreso a la Serie A; frente al desorden de la Premier; muy por delante de LaLiga; y a la vanguardia incluso de los Estados Unidos, en donde se han paralizado todas las grandes competiciones. Alemania puso en ¨®rbita el f¨²tbol.
El cielo estaba encapotado sobre el Westfalenstadion. Las imponentes gradas del estadio m¨¢s grande de Alemania luc¨ªan desnudas. El contraste con la alegre muchedumbre amarilla de 80.000 personas que sol¨ªa cubrirlas antes del advenimiento del virus debi¨® chocar tanto a Hummels que nada m¨¢s salir por el t¨²nel mene¨® la cabeza sonriente. El capit¨¢n fue el primero en asomar su rostro curtido a la nueva realidad. A diferencia de todo el personal que le rodeaba ¡ªguardias, funcionaros de los clubes, t¨¦cnicos y jardineros¡ª no llevaba m¨¢scara. Pis¨® la hierba tranquilamente, como si el ambiente de quir¨®fano que impregnaba el vestuario y las zonas comunes no le hubiera intimidado. Como si, desde que gan¨® el Mundial en Brasil, ya no tuviera nada que temer.
Los jugadores fueron ocupando la cancha progresivamente distendidos. Dicen los epidemi¨®logos que la parte m¨¢s peligrosa de la pr¨¢ctica del f¨²tbol reside en el paso por los camerinos, especialmente si el aire se carga con el vapor de las duchas. El intercambio de saliva con la pelota de por medio es muy espor¨¢dico. Por m¨¢s que los equipos salgan a intentar presionar al rival tras la p¨¦rdida del bal¨®n, como hicieron el Dortmund y el Schalke. El contacto f¨ªsico es fugaz. Tambi¨¦n es inevitable. Sobre todo cuando los atacantes encaran a la porter¨ªa. A los tres minutos de partido se produjo la primera vulneraci¨®n de las normas de distanciamiento social: Benito Raman pis¨® el ¨¢rea y choc¨® contra Piszczek. Fue entonces cuando se verific¨® emp¨ªricamente que hay hombres que prefieren evitar un gol antes que una infecci¨®n.
Convertido el escenario en un gigantesco laboratorio, el partido demostr¨® que la pandemia no inhibe el instinto competitivo. Si en un extremo del campo hab¨ªa jugadores dispuestos a arriesgar su salud por la gloria de la defensa, en el otro apareci¨® Haaland para dejar constancia de que sigue tan animoso como siempre. Nadie desoy¨® con m¨¢s fruici¨®n las recomendaciones del protocolo sanitario que el gigante noruego, encantado de que San¨¦ y Todibo le encimaran, le gritaran amenazas a la cara, o incluso le pegaran duro.
Haaland sac¨® ventaja de todas las situaciones. Gracias a un taconazo de Brandt y un centro de Hazard meti¨® el primer gol al primer toque, con la zurda. Fue su d¨¦cimo tanto en nueve encuentros de Bundesliga. Lo dedic¨® a la grada vac¨ªa. Luego celebr¨® coreografiando una danza con sus colegas, esta vez, sin m¨¢s contacto f¨ªsico que un saludo, codo con codo. Solo se oyeron los aplausos que le dedic¨® el banquillo.
¡°Surrealista¡±
¡°La atm¨®sfera es surrealista¡±, ponder¨® David Wagner, el t¨¦cnico del Schalke, tras a derrota. Los cuatro goles que sufri¨® su equipo fueron una exhibici¨®n de combinaciones del Dortmund, en donde destac¨® la claridad de Brandt para ver la jugada, la inteligencia de Guerreiro y Hazard para ver los espacios, y la obstinaci¨®n de Haaland para castigar cada descuido de sus oponentes. El noruego nunca perdi¨® la sonrisa. Entrevistado con un micr¨®fono enganchado a una vara por un periodista remoto, Brandt reflexion¨® sobre la velada: ¡°Al final, f¨²tbol es futbol. Uno intenta divertirse. Hoy lo hemos conseguido¡±.
Lucien Favre, el t¨¦cnico del Dortmund, se encogi¨® de hombros. ¡°Todo es muy especial", dijo. ¡°No hay ruido. Ves unos pases estupendos, ves un gran gol, y no pasa nada. Nadie celebra. Es muy dif¨ªcil juzgar la calidad del partido. Tengo la sensaci¨®n de que mis jugadores estuvieron muy focalizados pero al mismo tiempo creo que no vi que jug¨¢semos con el empe?o que nos hab¨ªamos propuesto. Echamos mucho de menos a nuestro p¨²blico¡±.
Cuando el ¨¢rbitro pit¨® el final Hummels convoc¨® a sus compa?eros frente al fondo que normalmente ocupan los hinchas m¨¢s fan¨¢ticos. Formaron una l¨ªnea y alzando los brazos en direcci¨®n a los asientos vac¨ªos dedicaron el triunfo a los que no estaban.
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