Craig Hodges, el destierro de la voz negra
Tras conquistar dos anillos con los Chicago Bulls de Michael Jordan y tres concursos de triples del All Star, el escolta de Illinois pag¨® su activismo pol¨ªtico en la NBA con el ostracismo
El 1 de octubre de 1991, cuatro meses despu¨¦s de que los Chicago Bulls de Michael Jordan ganaran el primer anillo de su dinast¨ªa en la NBA, Craig Hodges, acreditado triplista de aquel equipo entrenado por Phil Jackson, se present¨® en la recepci¨®n oficial de la Casa Blanca a los campeones con una misi¨®n que trascend¨ªa el protocolo. Ataviado con un llamativo dashiki blanco, que deslumbraba entre el sobrio desfile de trajes de chaqueta, el escolta de Illinois quiso ejercer de portavoz de la comunidad afroamericana y le entreg¨® al presidente George Bush una carta de ocho folios. ¡°No pretendo mendigar nada al Gobierno (¡), pero trescientos a?os de esclavitud han dejado destruida a la poblaci¨®n negra y es hora de elaborar un exhaustivo programa de transformaci¨®n social (¡) Ojal¨¢ estas cuestiones se sit¨²en en lo m¨¢s alto de la agenda pol¨ªtica nacional¡±, rezaba parte del texto. Un cuarto de siglo antes del Black Lives Matter, grabado ahora sobre el parqu¨¦ de la NBA, y de la imagen de Colin Kaepernick, rodilla en tierra durante la interpretaci¨®n del himno nacional, que cost¨® el ostracismo al quaterback de los 49ers, Hodges emprendi¨® un viaje que tambi¨¦n acab¨® en destierro.
¡°Los chicos de mi barrio hac¨ªan deporte con una intensidad que la gente con recursos o que nunca han sufrido racismo no puede entender. El deporte era como crecer con un billete de loter¨ªa. Pod¨ªamos tener pocas opciones pero alguna hab¨ªa. Era el deporte o la calle¡±, cuenta Hodges en sus memorias, ahora editadas en castellano por la editorial Capit¨¢n Swing (Tiro de larga distancia. Triunfos y luchas de un activista negro en la NBA). Descendiente de esclavos, hijo del movimiento de liberaci¨®n negro y convencido luchador por la justicia social, Hodges hizo carrera sintiendo el baloncesto como plataforma vital y, sobre todo, reivindicativa. ¡°El deporte hab¨ªa abierto una brecha en el muro que imped¨ªa el paso a los negros, pero admir¨¢bamos a quienes intentaban derribarlo por completo. No recuerdo qui¨¦n gan¨® qu¨¦ en los Juegos de M¨¦xico 68. Lo que s¨ª recuerdo es tener ocho a?os y ver la imagen de Tommie Smith y John Carlos levantando el pu?o con el saludo del Black Power. No ten¨ªan miedo¡±, rememora el exjugador de los Bulls en su biograf¨ªa.
Al contrario que en estos d¨ªas, en los que los Milwaukee Bucks se atrevieron a paralizar los play-offs y figuras como LeBron James lideraron un plante que sacudi¨® el deporte estadounidense, como reacci¨®n a la muerte de George Floyd y el tiroteo contra Jacob Blake ¨D¡°Demandamos cambios ya ?Queremos justicia!¡±, clam¨® Lebron dispuesto a impulsar el plante iniciado por los Bucks¨D, Hodges se encontr¨® una NBA en la que la lucha contra el racismo sist¨¦mico estaba cercenada de forma estructural a trav¨¦s de ¡°sutiles presiones de propietarios y medios de comunicaci¨®n¡±. El 75% de los jugadores y la mayor¨ªa de la pl¨¦yade de estrellas de la ¨¦poca eran negras, pero el activismo pol¨ªtico era tab¨² como comprob¨® desde el principio. Despu¨¦s de pasar por Clippers, Bucks y Suns; en 1988, con 28 a?os, Hodges lleg¨® a los Bulls gracias al impulso de su mentor, Tex Winter, entonces t¨¦cnico asistente en Chicago.
Un desaf¨ªo deportivo al que Hodges sum¨® otras causas pendientes como la denuncia de la brutalidad policial contra el afroamericano Rodney King, la negociaci¨®n del plan de pensiones de los jugadores o el impulso, junto a la organizaci¨®n de Jesse Jackson, de un boicot contra la todopoderosa Nike por no redistribuir los enormes beneficios que obten¨ªa gracias a la comunidad negra con la contrataci¨®n de empleados o directivos afroamericanos. ¡°Te entiendo, pero yo no estoy dispuesto a hacer eso¡±, respond¨ªa Michael Jordan a cada una de las tentativas de Hodges pidi¨¦ndole su ic¨®nico respaldo. Despu¨¦s, en un art¨ªculo en el New York Times, acus¨® al mito de ¡°rajarse¡± siempre y ¡°esquivar sus obligaciones como modelo social¡±. Para entonces, Hodges ya acumulaba dos triunfos en el concurso de triples del All Star y muchas reticencias entre los responsables de la Liga.
Vigilado por el poder pero dispuesto a ser fiel a su conciencia y a la huella de Bill Russell, Oscar Robertson y Kareem Abdul Jabbar, Hodges quiso aprovechar su momento de exposici¨®n ante el mundo entero. Tante¨® la posibilidad de hacer un plante antirracista en el All Star del 91, como el de 1964, y tambi¨¦n en el primer partido de las finales ante los Lakers. ¡°Est¨¢s loco¡±, le respondi¨® Jordan. ¡°Es demasiado extremo, t¨ªo¡±, sum¨® Magic. Hodges gan¨® el anillo con el equipo de su ciudad, pero su felicidad fue incompleta. ¡°No hab¨ªa aprovechado aquella plataforma para ayudar a mi pueblo a lograr una victoria diferente¡±, recuerda. ¡°Ten¨ªamos un jugador cuya popularidad superaba a la del Papa. Si aquellos Bulls hubieran hablado con una ¨²nica voz en defensa de las libertades, el mundo habr¨ªa prestado atenci¨®n¡±, recalca Hodges en sus memorias.
En 1992 logr¨® su segundo anillo y el tercer galard¨®n como mejor triplista del All Star. Pero pronto descubri¨® los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n y las facturas a su esp¨ªritu reivindicativo. En una secuencia asfixiante, Jerry Krause le comunic¨® que los Bulls no contaban con ¨¦l; su agente, Bob Wolf, tambi¨¦n le dio de lado; y ninguna de las llamadas a representantes y franquicias recibi¨® respuesta. Para poder seguir su carrera tuvo que volar a Italia donde jug¨® una temporada en el Cant¨². A su regreso, la depresi¨®n se convirti¨® en rabia y denunci¨® a la NBA por discriminaci¨®n racial. Los abogados de la Liga se ventilaron el pleito con suficiencia. ¡°Es absurdo pensar en una conspiraci¨®n¡±, declar¨® el comisionado David Stern. Hodges perdi¨® el juicio y fue vetado hasta para entrenar en un pabell¨®n de Chicago del que Jordan era copropietario.
Tras gastar la indemnizaci¨®n de los Bulls en pagar su acuerdo de divorcio, cay¨® en la ruina y se vio obligado a vender sus dos anillos de campe¨®n y su colecci¨®n de trofeos y camisetas. La condena silenciosa se prolong¨® 13 a?os, hasta 2005. En su reenganche con los Lakers, Philip Jackson decidi¨® reunir al exitoso equipo de trabajo que le acompa?¨® en Chicago, con Tex Winter como mano derecha. Ambos se acordaron de Hodges y le contrataron como entrenador de tiro. All¨ª permaneci¨® seis a?os y vivi¨® la conquista de otros dos anillos.
Sus hijos, Jibril y Jamaal se titularon en la Universidad Estatal de California en Long Beach. Jibril lo hizo adem¨¢s como el mejor triplista de la historia de la universidad, pero no recibi¨® ninguna opci¨®n para probar con alg¨²n equipo de la NBA. ¡°Nos sentamos a menudo en el sof¨¢ y vemos a los chicos con los que creci¨®, como Steph Curry, y charlamos de c¨®mo pod¨ªa haber sido todo si yo hubiera seguido las normas. O si otros hubieran estado dispuestos a luchar conmigo¡±, reflexiona Hodges. En 2015 la ESPN le propuso grabar un documental y le llev¨® ante la valla de barras negras que rodea la Casa Blanca para leer aquella carta que le entreg¨® a George Bush padre, vestido con el mismo dashiki. ¡°Pens¨¦ en las vidas arrebatadas por la polic¨ªa, en la lucha de mis antepasados, que fueron tra¨ªdos a Estados Unidos en concepto de propiedad. Pens¨¦ en los que nunca tendr¨¢n una oportunidad. El mundo es diferente, pero sigue siendo el mismo. La competici¨®n es dura, pero pelear¨¦ hasta el bocinazo final. Para que cuando este llegue mis hijos sepan que hice cuanto pude. Se lo debemos a nuestros antepasados. Se lo debemos al futuro¡±, cierra Hodges en su biograf¨ªa.
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