Lemond y Fignon, gloria y drama en ocho segundos
El estadounidense venci¨® en 1989 ante el franc¨¦s tras una crono final y por la distancia m¨¢s corta de la historia
![Jon Rivas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F15ad16fb-6e86-4e34-8e04-6c27a56ba0d3.png?auth=dfc3fce8e5280937aa0672d880a406573d102eca931a5aef5cb30aba51548fac&width=100&height=100&smart=true)
![Fignon, levantado del suelo tras perder el Tour de 1989 por ocho segundos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5R5BOEY2CNDODPRGP4DCRSVWFU.jpg?auth=d4efe819c45e5da2a612fee16b92461e878b19a144fe7e85fa99a24f47095453&width=414)
Catorce folios, catorce. Cuando Lemond le gan¨® a Fignon el Tour de 1989 por ocho segundos, Benito Urraburu, periodista del Diario Vasco, tuvo que tirar a la papelera todo el trabajo que hab¨ªa hecho aquel d¨ªa, el ¨²ltimo de la carrera. Nada serv¨ªa despu¨¦s de los 24 kil¨®metros de contrarreloj entre Versalles y los Campos El¨ªseos. Entonces se escrib¨ªa a m¨¢quina, y despu¨¦s de la etapa, el plan era coger el coche y viajar a Espa?a.
El periodista ten¨ªa escrita una entrevista con ¨¦l, supuestamente, ganador del Tour, un personaje antip¨¢tico al que hab¨ªa llegado a trav¨¦s de un colega de Le Parisien. ¡°?A tomar por¡!¡± fue la frase que se escuch¨® en varios idiomas en la sala de prensa, mientras se rasgaban folios, y se met¨ªan hojas en blanco en el carrete de la Olivetti. Lemond hab¨ªa conseguido lo impensable.
Despu¨¦s de todo el Tour a remolque de Fignon, dos a?os despu¨¦s de recibir un disparo que le llen¨® el cuerpo de perdigones, en el diafragma, los pulmones y hasta en el coraz¨®n, que le tuvo al borde de la muerte, regres¨® desde Colorado a Francia para volver a ganar, el a?o en el que Pedro Delgado no pudo repetir porque se perdi¨® por las calles de Luxemburgo antes de salir en el pr¨®logo y desperdici¨® 2m40s en la rampa de salida.
¡°Se queda, hoy se queda¡±, comentaban los expertos en cada jornada de monta?a, cuando ve¨ªan flaquear al estadounidense Greg Lemond. Pero no se quedaba, al menos no se hund¨ªa. Resist¨ªa, y golpeaba en las cronos. En Alpe d¡¯Huez, despu¨¦s de que Lemond le ganase 1m44s entre las dos etapas contrarreloj que se hab¨ªan disputado, Fignon se escap¨® con Delgado y entre ambos le quitaron dos minutos y medio al candidato.
Quedaban 24 kil¨®metros desde Versalles a Par¨ªs, y Fignon aventajaba en 51 segundos a Lemond. El franc¨¦s, soberbio, que hab¨ªa escupido a la c¨¢mara de TVE el d¨ªa anterior en la estaci¨®n del AVE en Par¨ªs, prefiri¨® correr sin casco, con su coleta al viento, con sus gafas redondas y dos ruedas lenticulares; Lemond lo hizo con casco, solo una rueda lenticular trasera y un manillar con apoyo para los brazos. ?Tal vez la aerodin¨¢mica? El estadounidense la cuidaba, el franc¨¦s no. Fueron 147 kil¨®metros de contrarreloj en todo el Tour, y posiblemente Fignon podr¨ªa haber ara?ado unos cuantos segundos a su favor, pero era joven e inconsciente, como rezaba el t¨ªtulo de su libro, escrito cuando ya le com¨ªa por dentro el c¨¢ncer. De todas formas, parec¨ªa impensable su hundimiento en la crono m¨¢s corta, pero en el kil¨®metro 20 perd¨ªa ya 35 segundos, y a falta de tres, andaba por 44. Lemond esperaba ya en la meta. No pensaba que pudiera ser pero fue. El americano, que se escapaba a comer pizza en las jornadas de descanso, desbanc¨® al parisino en su propia ciudad. Por ocho segundos, la distancia m¨¢s corta entre tener un maillot amarillo y no tenerlo. Las papeleras de la sala de prensa se llenaron de folios escritos e inservibles; la organizaci¨®n nunca m¨¢s volvi¨® a programar una contrarreloj en la ¨²ltima etapa.
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