Dos goles de Luis al Granada con alir¨®n
Al final de la temporada 72-73 Aragon¨¦s levant¨® a un Atleti deca¨ªdo al que casi se le escapa el t¨ªtulo ¡®in extremis¡¯
A tres jornadas del final de la Liga 72-73, el Atl¨¦tico recib¨ªa al Granada. La hinchada acudi¨® feliz al Manzanares, cargada de banderas. El equipo ven¨ªa de empatar en el Camp Nou y era l¨ªder, con un punto sobre el Espa?ol, dos sobre el Bar?a y cuatro sobre el Madrid, que ten¨ªa un partido aplazado. La v¨ªspera el Espa?ol hab¨ªa perdido en San Mam¨¦s, bueno para el Atleti. El Madrid ten¨ªa que jugar en Atocha, campo dif¨ªcil. El Bar?a recib¨ªa al Burgos, por ese lado no se contaba con nada, pero despu¨¦s le quedaban dos partidos m¨¢s dif¨ªciles que los del Atleti. Por su parte, el Granada andaba por la segunda mitad de la tabla, pero sin apremios del descenso. Ya estaban ah¨ª los fieros Aguirre Su¨¢rez y Fern¨¢ndez, pero a¨²n no hab¨ªan alcanzado la fama siniestra que marcar¨ªa al Granada por a?os. El equipo se hab¨ªa debilitado ese verano por los traspasos de Lasa, De la Cruz y Barrios, y viv¨ªa una temporada depresiva. Tanto, que su c¨¦lebre presidente, Candi, lleg¨® a dimitir, harto de escuchar gritos en contra en Los C¨¢rmenes, aunque luego no apareci¨® nadie que se postulara para el cargo y sigui¨®.
El Atl¨¦tico salta al campo y las banderas se agitan. En aquel entonces era raro ver campos tan coloridos y la intensa agitaci¨®n de banderas rojiblancas hac¨ªan del Manzanares un sitio especial. El Granada, muy primado, le espera cerrado. En el Atl¨¦tico falta el extremo Becerra, cuyo puesto ocupa Alberto, en realidad un centrocampista, y se nota. (El tr¨ªo Ufarte-G¨¢rate-Becerra, que luego Juan Carlos Lorenzo bautizar¨ªa como Los Tres Pu?ales, era formidable). Sin Becerra lo que se ve es un Atl¨¦tico colocado en 4-4-2, con mucho control y poca penetraci¨®n. El f¨²tbol es soso, las banderas se aquietan. S¨®lo las agita el gol de la Real en Atocha, anunciado por el marcador simult¨¢neo.
En el descanso los comentarios no son tan euf¨®ricos como lo eran a la llegada al campo, llena de abrazos con los vecinos de localidad y augurios de una tarde feliz. El equipo vuelve del vestuario con una mala noticia: Adelardo e Irureta se quedan fuera. Hab¨ªan salido con molestias, que evidentemente hab¨ªan ido a m¨¢s. Entran Iglesias, defensa, empujando a Benegas a la media, y Leal. El equipo queda mal remendado, sin dos br¨²julas.
Las cosas se ponen todav¨ªa peor: en el 47¡ä marca Chirri para el Granada, 0-1. Y el simult¨¢neo anuncia gol del Bar?a al Burgos, de modo que en ese momento empata a puntos con el Atleti. A¨²n no se ha digerido eso cuando el Madrid empata en Atocha. Ahora est¨¢ a tres puntos, si marca otro gol se pondr¨¢ a dos, y el mi¨¦rcoles inminente ha de recibir al Athletic en el Bernab¨¦u para jugar el partido atrasado. Gan¨¢ndolo se echar¨ªa tambi¨¦n encima del Atl¨¦tico.
La tarde primaveral toma un aire sombr¨ªo. Las banderas est¨¢n quietas. El Atl¨¦tico juega mal. Ufarte no recibe balones. G¨¢rate forcejea con Fern¨¢ndez y si se va le sale al paso Aguirre Su¨¢rez. Faltan las penetraciones de Irureta y los tiros de lejos de Alberto no compensan las diabluras ausentes de Becerra. Leal no encuentra el sitio. Benegas no aporta en la construcci¨®n, normal, porque es defensa.
Pero queda Luis. A partir del gol del Madrid levanta los brazos, grita a los compa?eros, les aplaude tras los fallos, va y viene. Est¨¢ claro que ha percibido el ambiente de derrumbe y se ha propuesto corregirlo. En una de esas, G¨¢rate consigue un dif¨ªcil desborde, mete un centro-chut que Luis desv¨ªa sutilmente cuando le pasa entre las piernas. Es el 1-1. Los del Granada dir¨¢n despu¨¦s que fue un churro, que quiso dejar pasar el bal¨®n y le tropez¨®; ¨¦l insistir¨¢ en que la desvi¨® a conciencia.
Ahora saltan las banderas, que no bajar¨¢n m¨¢s. Pero el Atl¨¦tico sigue sin jugar bien, su ataque es un mal¨®n, con Luis de agitador permanente, y el Granada aguanta. Se le reclama a Oliva un penalti por ca¨ªda de Benegas en el ¨¢rea. Los minutos pasan, marca el Bar?a otro gol ante el Burgos, as¨ª que all¨ª no habr¨¢ milagro. De Atocha no hay noticia de m¨¢s goles, ni la habr¨¢. Pero aqu¨ª falta un gol, piensan todos. En eso, un en¨¦simo c¨®rner lo lanza Ufarte donde Luis le ha se?alado, a la espalda de Aguirre Su¨¢rez, que ten¨ªa el defecto de saltar poco. El madrile?o se eleva y coloca de cabeza un gol que se cant¨® con una suma de alivio y euforia. 2-1.
Y estalla el grito de ?Alir¨®n! Quedan dos jornadas, el Atleti no es campe¨®n matem¨¢tico, pero nadie duda que lo ser¨¢. Y, en efecto, ser¨¢ su s¨¦ptima Liga.
La marcha de regreso es tan euf¨®rica como la de la entrada. Y en todos los grupos domina un nombre: Luis, Luis, Luis¡
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