Ser o no ser Craig Hodges
En ¡®Tiro de larga distancia¡¯, escrito por el propio Hodges y el periodista Rory Fanning, se recoge una visi¨®n alternativa del compromiso de los deportistas de ¨¦lite con el progreso social
Craig Hodges naci¨® en Park Forest, Illinois, hace 60 a?os. Fue jugador profesional de baloncesto. Jug¨® para San Diego, Milwaukee, Phoenix y Chicago. Con los Bulls, fue campe¨®n de la NBA en 1991 y 1992. Gan¨® en tres ediciones consecutivas el concurso de triples ¡ªalgo que solo hab¨ªa hecho Larry Bird¡ª; a¨²n hoy mantiene el r¨¦cord de aciertos seguidos, con 19. Y, sin embargo, hay un mantra que se repite en los mentideros del baloncesto estadounidense: ¡°No quieres ser Craig Hodges¡±.
?Por qu¨¦ nadie de la mejor liga de baloncesto del mundo querr¨ªa ser alguien con esa brillante trayectoria profesional? En esta historia se mezclan valores, pol¨ªtica e intereses comerciales y se pone sobre la mesa (una vez m¨¢s) el debate sobre la funci¨®n social ¡ªreal, se entiende¡ª del deporte y los deportistas. Tiro de larga distancia (Capit¨¢n Swing), es el libro escrito a cuatro manos por Hodges y el periodista Rory Fanning en el que se recoge una visi¨®n alternativa del compromiso de los deportistas de ¨¦lite con el progreso en contraposici¨®n al ya famoso ¡°los republicanos tambi¨¦n compran zapatillas¡± de Michael Jordan.
¡°Esta carta no pretende mendigar nada al Gobierno [¡] pero trescientos a?os de trabajo esclavo gratuito han dejado a la comunidad afroamericana destruida. Es hora de un programa exhaustivo de transformaci¨®n. Conf¨ªo en que esta carta contribuya a impulsar la uni¨®n de la juventud de los barrios pobres y a que estas cuestiones se sit¨²en en lo m¨¢s alto de la agenda pol¨ªtica nacional¡±, dec¨ªa la misiva que le entreg¨® al entonces presidente George H. W. Bush el 1 de octubre de 1991, con motivo de la visita de los Bulls a la Casa Blanca. Hodges hab¨ªa acudido a la recepci¨®n con un blanco dashiki, una prenda ancestral africana. Un a?o despu¨¦s, ning¨²n equipo de la NBA quiso contratarlo. El silencio c¨®mplice de sus compa?eros fue a¨²n m¨¢s doloroso y le hizo entender ¡ªque no aceptar¡ª las reglas del juego.
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