Nadal alcanza el Ed¨¦n de Federer
El mallorqu¨ªn embiste a Djokovic en la final de Par¨ªs (6-0, 6-2 y 7-5, en 2h 41m) y logra su 13? t¨ªtulo de Roland Garros con su victoria 100, igualando el r¨¦cord hist¨®rico de 20 grandes que pose¨ªa el suizo
El repaso es colosal y sucede a cubierto, bajo los focos, sin apenas p¨²blico y con abrigos, porque la temperatura tampoco perdona. Pero el desenlace es id¨¦ntico al de siempre. Rafael Nadal eleva, con mascarilla, su 13? Copa de los Mosqueteros en un ambiente que nada tiene que ver con el de otras ocasiones, petit comit¨¦, pleno oto?o parisino. Cambia la forma, rodillas al suelo esta vez, pero no el fondo: 6-0, 6-2 y 7-5, en 2h 41m. Novak Djokovic, que no ha sido Novak porque el mallorqu¨ªn no le ha dejado, le estrecha la mano en la red y le abre la puerta directa hacia al Ed¨¦n de los 20 grandes, la cifra dorada que defend¨ªa Roger Federer desde 2018 y que ahora apunta a quedarse corta.
Lo consigue Nadal con otro registro redondo. Se trata de su victoria 100 en Par¨ªs, un Par¨ªs que se le presentaba esta vez como un reto todav¨ªa mayor: la climatolog¨ªa, la humedad, las bolas pesadas. Con todo puede este Nadal que no tiene l¨ªmites porque los a?os pasan y ¨¦l sigue ganando y ganando, m¨¢s hambriento si cabe en esta treintena que est¨¢ sent¨¢ndole como a nadie. Son 34 a?os y 86 t¨ªtulos, 61 de ellos sobre su querida alfombra roja de la arcilla. Y llega este ¨²ltimo de una manera dif¨ªcil de imaginar, tras haber hecho a?icos a Djokovic. El desequilibrio es inmenso.
La final arranca con noticia porque las diabluras del tiempo de Par¨ªs, ese gran desconocido que no sale en las postales, obligan a que la organizaci¨®n cierre la cubierta retr¨¢ctil de la central. Media hora antes del duelo, las nubes despiden agua y el escenario se transforma por completo. As¨ª, la Chatrier es otra historia. Y el juego tambi¨¦n. A priori, la alteraci¨®n no le conviene en absoluto a Nadal pero, sorpresa, o quiz¨¢ no tanto, el impacto de las gotas sobre el techo genera un carraspeo que preside el demoledor arranque del balear. Djokovic ten¨ªa un plan, ¨¦l tambi¨¦n. El de Manacor ha salido a morder y bastante m¨¢s contemplativo el serbio, ofuscado en las dejadas ¨Chasta cuatro en el primer juego, una m¨¢s en el siguiente¨C y deste?ido por su pobre porcentaje con los primeros servicios. No est¨¢ fino, duda, se enreda. Y, en un abrir y cerrar de ojos, ha recibido una sacudida tremenda.
Durante 45 minutos, Nadal va zarande¨¢ndole y neg¨¢ndole todo hueco. Se barruntaba una versi¨®n m¨¢s ofensiva de Nole, al que hasta ahora le hab¨ªa valido navegar a medio gas y apretar puntualmente cuando fue algo exigido por Carre?o y Tsitsipas; sin embargo, el que da un verdadero paso adelante y embiste es Nadal, t¨¢cticamente impecable y enchufado a m¨¢s no poder. No tiene prisas el espa?ol, pero tampoco espera. No se lo puede permitir porque, de lo contrario, el serbio abrasa. Esta vez se topa con un Djokovic destensado que va diluy¨¦ndose y extra?amente acata. Caen los breaks y los juegos, y no hay un solo signo de rebeld¨ªa. Se le escapan las tres opciones de rotura que tiene, Nadal va haci¨¦ndose m¨¢s y m¨¢s grande y se decolora sin remisi¨®n hasta que se confirma lo inaudito: nunca, en ning¨²n duelo entre los dos en un Grand Slam, se hab¨ªa producido un 6-0.
El sopapo del rosco ¨Csolo uno antes, en la final del a?o pasado en Roma¨C le deja grogui. Mira a su box desde la silla y gesticula, mientras dentro de ese cuerpo fibrado empieza a hervir la sangre. Hay incendio, pero no reacci¨®n. Nadal corretea por la tierra como el ni?o feliz al que le han regalado unos patines y lo caza absolutamente todo. Imperial demostraci¨®n de piernas y r¨¦plica, porque a cada bola complicada contrarresta con otra a¨²n m¨¢s escorada y m¨¢s raseada, y eso va descomprimiendo a Djokovic, infeliz en una pista que a excepci¨®n de ese par¨¦ntesis de 2016 ¨Corigen luego de su desaparici¨®n durante casi dos a?os¨C no le trae demasiados buenos recuerdos. El n¨²mero uno abandona por un rato el manido recurso de la dejada y, por fin, atrapa su primer juego despu¨¦s de 55 minutos. En realidad, ox¨ªgeno pasajero.
Nadal sigue bord¨¢ndolo y variando maravillosamente alturas para que su adversario no encare ni una sola bola franca. Se impone desde el fondo, abriendo ¨¢ngulos, cada vez que se encuentran en la red para decidir qui¨¦n es hoy el sheriff. Y el veredicto no admite duda: en la Chatrier, el que porta la placa en la pechera es el balear, el hombre que a mayor dificultad mejor responde; el campe¨®n que an¨ªmicamente es capaz de derruir a cualquiera, bloquear cabezas tan duras como las del mism¨ªsimo Nole; el camale¨®n que se adapta a lo que haga falta, haya fr¨ªo o no, techo o luz artificial de por medio. En el segundo parcial, dibuja otro abismo (breaks al tercer y quinto juego) y se marcha con el 5-1 que sigue desdibujando y encogiendo a Djokovic. Cada vez que el balc¨¢nico intenta levantar la cabeza y coger aire, el garrotazo le deja tieso. Da igual lo que proponga. Nadal va a llegar ah¨ª.
En este dulce paseo de domingo para el espa?ol, un dato en forma de barbaridad: han sido seis errores en los dos primeros parciales. Seis. 14 al final, por los 52 del rival. Una propuesta no demasiado lejana de la perfecci¨®n. Hasta el rev¨¦s de los reveses, el del serbio, chirr¨ªa ante magn¨¢nima exhibici¨®n de facultades. Y a recordar: hace Nadal todo esto despu¨¦s de siete meses sin competir y con un mes de retraso con respecto a los compa?eros, ya que prefiri¨® no desplazarse a Nueva York en agosto para preparar a conciencia la defensa de su fuerte en Par¨ªs. La Ciudad de la Luz es de ¨¦l, que la protege y resuelve una vieja cuenta pendiente porque le hizo sentir a Djokovic la impotencia que sufri¨® el curso pasado en Melbourne, cuando Nole le achic¨® sin piedad.
El rey actual del circuito guerrea en la tercera manga, pero no encuentra respiro ni consuelo. Est¨¢ p¨¢lido y desganado. Recibe la en¨¦sima estocada (rotura para 3-2), se encoge de hombros y pese a que intente liberarse con un par de gritos (respuesta para 3-3), no hay la menor convicci¨®n. Un amago. Nada. Es un alma en pena. Padece de lo lindo y este Roland Garros del silencio, el fr¨ªo y la adversidad se transforma de manera autom¨¢tica en el Ed¨¦n del balear, quien de un plumazo alcanza el r¨¦cord de Federer y se adentra en un para¨ªso al alcance de muy pocos, el de saborear los veintitantos grandes, del que solo disfrutan el suizo, Margaret Court (24), Serena Williams (23) y Steffi Graf (22).
Un logro marciano que viene acompa?ado de otra resoluci¨®n: con 34 a?os y 130 d¨ªas, es el tenista que m¨¢s grandes (6) ha ganado a partir de los 30, por delante de Djokovic (5) y Federer (4). No queda ah¨ª la cosa. Nadal es, tambi¨¦n, el ¨²nico profesional que ha ganado 13 t¨ªtulos de un mismo torneo, sea del tipo que sea; se desmarca ya de Martina Navratilova, propietaria de 12 trofeos en Chicago (entre 1978 y 1992). Una obra fastuosa que remata emocionado, en una circunstancia excepcional y con un triunfo exuberante. Sigue viajando Nadal hacia el infinito, por la buc¨®lica autopista de Par¨ªs.
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