Roglic no se resiste a la llamada de las cuestas
Incontenible, el l¨ªder de la Vuelta esprinta en el repecho final de Sabi?¨¢nigo por una cuarta plaza tras la fuga del ganador, el belga Wellens
Guillaume Martin est¨¢ escribiendo otro libro, uno con el t¨ªtulo provisional de La Sociedad del pelot¨®n, dedicado a las relaciones que se establecen entre sus gentes, tipos tan diferentes como ¨¦l mismo, ciclista, escritor, dramaturgo y fil¨®sofo, bichos tan raros como los dos que le acompa?an en la primera fuga de la Vuelta a trav¨¦s de las carreteras que bordean los Pirineos, hermosos en oto?o, y ya nieve fresca en sus cimas, hacia Sabi?¨¢nigo, que los franceses como Martin, que es normando, llaman Sabi?anig¨®, y se r¨ªen.
Llegan a Sabi?¨¢nigo, que tambi¨¦n le ofrece al franc¨¦s material para su libro. All¨ª un a?o, en la cl¨¢sica que antes se corr¨ªa desde Zaragoza, lleg¨® solo un corredor, ?lvaro Pino, que se neg¨® a secundar una protesta de sus 125 compa?eros de pelot¨®n contra un t¨²nel que deb¨ªan atravesar a oscuras, y les criticaron porque destrozaron una carrera y toda la ilusi¨®n del organizador, y m¨¢s de 30 a?os despu¨¦s, en el Giro, los ciclistas montan otra huelga porque llevan varios d¨ªas explotados como mineros con jornadas extenuantes, y no solo en la carretera, y est¨¢n hartos, y las gentes del ciclismo, tan viejas como toda la vida han sido viejas, les dicen que de qu¨¦ se quejan, que esto es el ciclismo, que nadie les obliga a ser ciclistas, como nadie, claro, obliga a los mineros a ser mineros, nacidos para ser explotados.
En la fuga van con Martin un chaval¨ªn holand¨¦s tan alto y espigado como la mayor¨ªa de los holandeses y tan chaval¨ªn que a¨²n no ha cumplido los 21 a?os y solo lleva tres meses de ciclista; es un superclase, dicen (a los 18 a?os qued¨® segundo de un Tour del Porvenir por detr¨¢s de Pogacar y por delante de ciclistas tan cracks como Almeida y Sosa), otro m¨¢s de los que llegan al ciclismo acelerados, sin miedo, lanzados a por la victoria siempre que pueden, pero le falta explosividad, la calidad clave para acelerar mete¨®rico en las cuestas de Sabi?¨¢nigo, la cualidad f¨ªsica de la que anda sobrado el tercero del tr¨ªo, el especialista belga Tim Wellens (fuguista por naturaleza), que arranca fuerte a 200 metros de la meta, y Martin solo puede verle distanci¨¢ndose, y hasta podr¨ªa haber tenido tiempo para seguir analizando a este Wellens para quien la bicicleta no solo es una herramienta de trabajo, sino tambi¨¦n un instrumento de conocimiento, de vida y de libertad.
Despu¨¦s de la ¨²ltima carrera de 2018, en el oto?o lombardo, Wellens y su amigo Thomas de Gendt, tambi¨¦n ciclista profesional, regresaron a su B¨¦lgica en bicicletas cargadas de mochilas, dos turistas m¨¢s que recorrieron 1.000 kil¨®metros en seis d¨ªas. Y a la pareja les gustaron tanto los paisajes y la belleza del Teruel de la comarca de G¨²dar-Javalambre que recorrieron en la Vuelta pasada que regresaron los dos a finales de noviembre, fr¨ªo y nieve, a recorrerlas pausados en bici, sin competir, y, dice, casi tan metaf¨ªsico como Martin en sus reflexiones, que la soledad, el abandono de las tierras, aumentaron la belleza del viaje.
Los perros verdes no mandan en el pelot¨®n, lo hacen los machos alfa como Primoz Roglic, para quien el ciclismo es solo competici¨®n y esprinta feroz en todas las cuestas que en la Vuelta conducen a una meta, aunque el premio que pueda conseguir sea solo el cuarto puesto de una etapa, que no goza de bonificaci¨®n. ¡°Lo que hago es competir. Es la ¨²ltima carrera de la temporada y no quiero dejarme nada ning¨²n d¨ªa¡±, dice Roglic, cinco etapas y cinco d¨ªas de rojo, quien en los vericuetos y rampas de Sabi?¨¢nigo con su explosi¨®n de energ¨ªa pura saca de rueda a todos, aunque los comisarios entendieron que se benefici¨® en cierta forma de una ca¨ªda en una curva (que dej¨® en el suelo a Dan Martin, el mejor rival para estas llegadas, entre otros) y, finalmente, borraron de la clasificaci¨®n los 3s en que hab¨ªa aventajado a Carapaz y compa?¨ªa.
Y es de personalidades como la de Roglic de las que siempre escribe Martin, para quien al deporte no define su pretendido valor educativo, al contrario, sino, sencillamente, ¡°la voluntad de ganar¡±.
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