El ingl¨¦s Hugh Carthy se revela en el Angliru
Con su triunfo, el corredor del EF lanza su candidatura a la victoria final. Enric Mas acaba tercero en la etapa y Carapaz adelanta en 10 segundos a Roglic y recupera el liderato de la Vuelta
En el Angliru, donde el ciclista se cae de espaldas al salir de las herraduras y chocar contra la pared vertical interminable, no hay di¨¢logo ni acci¨®n ni reacci¨®n, sino mon¨®logo interior que cada uno sobrelleva y sufre, y lucha para no caer en la depresi¨®n profunda. No hay posibilidad de ataque sino capacidad de resistencia. Atacar es aguantar un segundo m¨¢s a un metro por hora m¨¢s, y ah¨ª va ese ingl¨¦s exc¨¦ntrico, como son exc¨¦ntricos todos los ingleses con personalidad, que de joven prefiri¨® Pamplona a Manchester, cocinar buenos guisos antes que comer pasta y el Caja Rural, equipo navarro, tan de casa, antes que el Sky, tan del mundo, y a los 26 a?os sobre el Angliru ni sufre ni pedalea, o eso parece, sino que flota y acelera, y el rictus de su cara joven es casi el de la alegr¨ªa. O es que la victoria enga?a, quiz¨¢s, su victoria con los brazos en alto en la cima del monte que todos temen y todos aman.
El ciclismo sigue siendo un deporte de combate, una pelea de boxeo, pero en el Angliru es de boxeo interior, de la voluntad de uno d¨¢ndole pu?etazos al sentido com¨²n que le dice que pare de hacer el gamba y respire.
Quedan 3.500 metros, 700 segundos m¨¢s o menos, para el final de un puerto de m¨¢s de 12 kil¨®metros m¨¢s conocido como el infierno en el que, solitarios los ciclistas, sin aficionados chillones, jaraneros y animosos, sus pensamientos m¨¢s ¨ªntimos hasta se pod¨ªan o¨ªr en el silencio del valle, y donde el comp¨¢s de su coraz¨®n acelerado multiplica el de la velocidad de la rueda trasera del rival, en la que intentaban fijar la mirada, y med¨ªan con los ojos los cent¨ªmetros que les separaba. De esa enso?aci¨®n casi hipn¨®tica que atrapa a los mejores, y que regula, por orden de Roglic de rojo un novato dan¨¦s, de 23 a?os, llamado Vingegaard, quien en dos d¨ªas ya se ha hecho merecedor de formar parte junto a Kuss, Bennett y Gesink del Jumbo gran reserva de Roglic, el primero que escapa, poquito a poquito, es Enric Mas, la esperanza espa?ola, que cuando se pone de pie sobre los pedales parece Contador, o as¨ª le gustar¨ªa a los aficionados que siguen pacientemente sus progresos, y aunque su cara se desencaja mantiene la ligereza de pedalada, casi el molinillo con un pi?¨®n de 32 dientes sobre el que intenta bailar en la Cue?a les Cabres, la recta m¨¢s temida. Abre con esfuerzo tit¨¢nico y a c¨¢mara lenta un peque?o hueco, unos metros, que parece imposible de colmar. Mas no acelera, solo intenta mantener el ritmo, no puede m¨¢s, nadie puede mucho m¨¢s. Tampoco Carthy, que, esfuerzo sobrehumano, le alcanza 1.000 metros m¨¢s all¨¢, ni Carapaz, que, subiendo a su ritmo, sin forzar, se despega cent¨ªmetro a cent¨ªmetro del Kuss que tira de Roglic a su ritmo, a su ritmo, y es una progresi¨®n de caracol la que le hace aumentar la brecha, uno, dos, tres metros, uno, dos, 10 segundos, que es lo m¨¢ximo que puede lograr el ecuatoriano sobre el Roglic metron¨®mico e impenetrable despu¨¦s de esprintar en los ¨²ltimos metros para alcanzar a Mas y, despu¨¦s, dejarse caer sobre la bici, y, sin gafas, tan limpio, su rostro es el de un anciano, porque los ojos son los ojos del cansancio m¨¢s profundo, de la falta de esperanza casi. Pero sus palabras contradicen a su rostro. Y, a su lado, subiendo y bajando, incapaz de encontrar un ritmo porque su alma es la encarnaci¨®n de la agon¨ªa, y agon¨ªa significa lucha, no confort, Dan Martin, que nunca gana, que nunca se rinde. ¡°Pero estoy contento¡±, dice Carapaz de rojo de nuevo por 10s. ¡°Ha sido una selecci¨®n natural. Cada uno ha subido a su ritmo y he conseguido una ventaja que me posibilita volver a ser l¨ªder¡±.
Mas est¨¢ all¨ª, peleando con los mejores y a solo 16s de Carthy porque su equipo, el Movistar, ha acelerado la etapa, la marcha que quer¨ªa cansina el Jumbo, y Roglic ya hab¨ªa dicho que esperaba ataques terribles de Carapaz, en los puertos de aproximaci¨®n, Mozqueta y peligroso Cordal, por los valles mineros de Asturias, Nal¨®n, Caudal, Mieres, palmeras ante las casas de indianos, y oto?o de aire c¨¢lido y luz densa, donde Guillaume Martin, grimpeur petit format (escalador de bolsillo), recolecta puntos para su reinado de la monta?a y donde Froome contin¨²a rellenando las casillas vac¨ªas de su carrera, supliendo al ca¨ªdo Amador para tirar de su jefe Carapaz en el Cordal, antes del comienzo de los di¨¢logos interiores.
En su primer Angliru, en 2011, Froome sufri¨® la ley del imposible Cobo, descalificado por dopaje a?os m¨¢s tarde; en su pen¨²ltimo, ya ganador de la Vuelta, Froome quiso formar parte del coro de honor que rode¨® a Contador en su ¨²ltima cabalgada, su ¨²ltima victoria. En 2020, es un nuevo Froome, un Froome redivivo, gritan algunos, otro ingl¨¦s de 1,93m y en los huesos, quien marca con su huella la Vuelta, se postula para ganarla
Despu¨¦s del cl¨ªmax casi cat¨¢rtico para sus protagonistas y sus meditaciones del Angliru, la carrera deber¨ªa decidirse, y a favor de Roglic, entre la contrarreloj del martes (32 kil¨®metros llano y 1.700 metros de ascensi¨®n al Mirador de ?zaro, una reinterpretaci¨®n sui g¨¦neris de la crono de la Planche des Belles Filles fatal para el esloveno en el Tour) y la Covatilla del s¨¢bado 7. Los cuatro primeros, Carapaz, Roglic, Carthy y Martin, est¨¢n api?ados en 35s. Un minuto y 15s m¨¢s all¨¢ est¨¢ Mas, que seguir¨¢ d¨¢ndole. ¡°Pido perd¨®n al aficionado espa?ol, a los fans del Movistar Team y al equipo por no haber ganado¡±, se sincer¨® el ciclista balear. ¡°El equipo ha estado excepcional y yo no he podido tener ese punch final para poder ganar¡±.
Hugh Carthy: ¡°He llegado¡±
Como esos personajes que quiz¨¢s solo existen en las novelas, Hugh Carthy (Preston, Lancashire, 1994), se traz¨® de chaval un camino, se?al¨® sus plazos y las etapas que deb¨ªa cubrir y lo sigui¨® paso a paso, sin desviarse, desde que a los 20 a?os dej¨® el Reino Unido para crecer como ciclista en Pamplona, en el Caja Rural. A los 21 gan¨® en El Acebo y la Vuelta a Asturias, suficiente material para enloquecer, pero ¨¦l dijo, no, no voy a acelerar mis pasos, cuando llegue mi momento, llegar¨¢. Casi cinco a?os m¨¢s tarde, el primer domingo de noviembre, en la cima del Angliru, Carthy, que sigue siendo buen cocinero pero ya no vive en Pamplona sino en Andorra, y corre por el EF, ya se atrevi¨® a decirlo. ¡°Ya he llegado al punto de ser un gran corredor¡±, dice, en un magn¨ªfico espa?ol despu¨¦s del habitual de todos los ganadores ¡°es un sue?o ganar en el Angliru¡±. ¡°Ya he llegado. Ya he ganado la confianza de todos mis compa?eros y de mi equipo, y eso es lo m¨¢s importante. Yo siempre he cre¨ªdo en m¨ª, solo necesitaba que todos crean en m¨ª¡±.
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