Maradona, espejo de Am¨¦rica Latina
El argentino representaba como pocos ese bipolarismo extremo de la tierra de la cual proven¨ªa
Ser¨ªa de locos o impr¨®vidos pensar que futbol es solo la historia de c¨®mo dos equipos intentan meterse un gol. El futbol es pol¨ªtica, el futbol es humanidad. Y ning¨²n jugador como Diego Armando Maradona supo condensar en su persona ambos elementos, con todas sus contradicciones.
El segundo gol que Diego Armando Maradona, el pibe de Villa Fiorito, meti¨® a Inglaterra el 22 de junio de 1986 fue un grito pol¨ªtico que hizo retumbar las tierras de Am¨¦rica, un grito que por un pu?ado de minutos pareci¨® alterar los equilibrios de poder entre norte y sur. Y es que Maradona as¨ª viv¨ªa el futbol, como un acto de rebeld¨ªa que lo hab¨ªa catapultado de la pobreza de la villa a la primera escena mundial, d¨¢ndole la posibilidad de hablar contra el imperialismo brit¨¢nico, metiendo un gol de mano gracias a la ayuda de Dios, o de enzarzarse con ¡°los mafiosos de la Fifa¡±. Y en la forma esperp¨¦ntica y sumamente incoherente con la que Maradona se pod¨ªa lanzar en contra de los poderes f¨¢cticos, mientras desgastaba su vida entre excesos y frecuentaciones innombrables en los fondos m¨¢s oscuros de N¨¢poles, el jugador y el hombre encarnaban como pocos las contradicciones de la vida misma. Pero hab¨ªa algo todav¨ªa m¨¢s profundo en esa forma tan quebrada de jugar como nadie y de vivir como todos. Maradona representaba como pocos ese bipolarismo extremo de la tierra de la cual proven¨ªa, Am¨¦rica Latina. Regi¨®n de grandes genialidades, pero tambi¨¦n de promesas nunca cumplidas del todo, de h¨¦roes imperfectos porque profundamente contradictorios, y de desigualdades inconmensurables. Am¨¦rica Latina atrae fatalmente a quien tiene suficiente sensibilidad para dejarse jalar, porque en ella llegamos a mirarnos en el espejo viendo reflejadas las inconmensurables posibilidades del futuro y el estruendo de los fracasos. En Maradona se ve¨ªa Am¨¦rica y en Am¨¦rica nos vemos en nuestra forma m¨¢s sincera. Adi¨®s Diego, contigo perdemos la esencia del futbol, pero tambi¨¦n una clave para mirarnos sin mediaciones.
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