Oro para la pionera de 103 a?os

El coraz¨®n del deporte espa?ol late en un piso de L¡¯Eixample barcelon¨¦s. All¨ª vive la Ni?a del Gancho. Encarna Hern¨¢ndez tiene 103 a?os, una mirada vivaz, una alegr¨ªa que contagia y un prodigio de memoria, capaz de desmenuzar el m¨¢s m¨ªnimo detalle de los miles de documentos, fotograf¨ªas y objetos que convierten su vivienda en un museo del baloncesto y del deporte en general.

Su relevancia no se mide por las medallas ni el palmar¨¦s de cuando todav¨ªa no se hab¨ªa instaurado la Liga femenina (1964) ni la Copa de Europa (1959), sino por su capacidad para encender y mantener viva la llama del deporte femenino en tiempos muy dif¨ªciles, infravalorado y olvidado, especialmente durante la largu¨ªsima etapa de plomo del franquismo. ¡°Por entonces, jugar al baloncesto o ir en moto estaba mal visto. Dec¨ªan que era cosa de machotes¡±, puntualiza.

Su pasi¨®n salv¨® todas las barreras. Naci¨® en Lorca en 1917. Empez¨® a jugar y conoci¨® al que iba a ser su marido en un partido, cuando ten¨ªa 13 a?os, tres despu¨¦s de que su familia se trasladase a Barcelona, donde su padre trabaj¨® con motivo de la Exposici¨®n Universal de 1929. Adem¨¢s de jugadora, fue la primera entrenadora de Espa?a, y tambi¨¦n ejerci¨® de ¨¢rbitra cuando fue necesario. Mide 1,54 metros y era conocida como la Ni?a del Gancho por su habilidad para lanzar de ese modo. En 1931 particip¨® en la fundaci¨®n del Club Atlas, pionero en Espa?a, y fue su m¨¢xima anotadora absoluta, superando tambi¨¦n a componentes del equipo masculino. Con el Laiet¨¤ gan¨® el primer Campeonato de Catalu?a femenino en 1936. Dirigi¨® al Pe?a Garc¨ªa de L¡¯Hospitalet. Continu¨® jugando aunque fuera partidos amistosos durante la Guerra Civil. Gan¨® campeonatos de Espa?a y en 1944 fich¨® por el FC Barcelona, con el que jug¨® hasta que se retir¨® en 1953 para tener a su ¨²nico hijo, Juan Carlos.

La sombra sobre el deporte femenino es tan alargada que su historia permaneci¨® en el anonimato hasta 2013. La casualidad hizo que un vecino periodista supiese de ella. A partir de ah¨ª, los homenajes se sucedieron. Su vida y su personalidad, retratadas en el documental La Ni?a del Gancho (Filmin, 2016), dirigido por Raquel Barrera, ha seducido al deporte y en especial al baloncesto espa?ol. Elisa Aguilar, Amaya Valdemoro, Laia Palau y las jugadoras de la selecci¨®n espa?ola la veneran, la han visitado en varias ocasiones y mantienen contacto habitual con ella. ¡°Engancha por su vitalidad, por su acumulaci¨®n de experiencia y por su frescura mental¡±, sostiene Laia Palau.

El Consejo Superior de Deportes (CSD) la distingui¨® en septiembre con la Medalla de Oro al M¨¦rito Deportivo. Su presidenta, Irene Lozano, acudi¨® a su domicilio para entreg¨¢rsela y para destacar: ¡°Su ense?anza merece la gratitud p¨²blica e institucional de quien a contracorriente de los tiempos ya quiso poner las bases de la igualdad en nuestro pa¨ªs, siendo una decidida luchadora e impulsora del deporte femenino¡±. El pleno del Ayuntamiento de Barcelona le otorg¨® este pasado viernes la Medalla de oro al M¨¦rito Deportivo. ¡°Esta medalla va m¨¢s all¨¢ del deporte: con ella queremos reconocer a una generaci¨®n de mujeres luchadoras, rebeldes y que no se conformaba con un sistema que dec¨ªa que el deporte era cosa de hombres¡±, se?ala la alcaldesa, Ada Colau.

Encarna se rompi¨® en junio la tibia y el peron¨¦, pero, con todas las prevenciones a causa de la pandemia, sigue saliendo a la calle cuando puede. ¡°Mi ilusi¨®n es el baloncesto, mi familia y mi hijo. He vivido y vivo para ellos¡±, sentencia. Quiso ser periodista y sigue coleccionando las rese?as sobre los partidos de baloncesto femenino actual como empez¨® a hacerlo antes de 1930. Con un recorte de un peri¨®dico reciente en la mano, expresa su esp¨ªritu reivindicativo: ¡°?Deber¨ªan darle un espacio m¨¢s grande! Eso s¨ª es miseria y machismo¡±. Disfruta con los partidos por la televisi¨®n y apoya, sobre todo, a la selecci¨®n espa?ola, a Laia Palau y a sus compa?eras. Comenta en alto y, de vez en cuando, reprocha alguna moda: ¡°No hace falta besar la camiseta, tiene que salir del coraz¨®n¡±.