Meter la cabeza en la valla
El periodista Sergio Amadoz traza en ¡®Aqu¨ª no se rinde ni Dios¡¯ un relato sentimental sobre su relaci¨®n con Osasuna: del 0-4 en el Bernab¨¦u a una final de Copa perdida
![Portada del libro 'Aqu¨ª no se rinde ni Dios', de Sergio Amadoz.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CY7QSVIE2FCVVBBLA6OFUD4BDE.jpg?auth=d18132f3ccd1028426f1d92dc1bc6dbf9c4d7cb5591a4244dce95b27f7af2d47&width=414)
El 31 de diciembre de 1991 fue, para los seguidores de Osasuna, uno de esos d¨ªas en los que los hinchas compran varios peri¨®dicos y leen y releen las cr¨®nicas, a medio camino entre el deleite y la necesidad de cerciorarse de que todo fue real. El equipo navarro hab¨ªa jugado en el Bernab¨¦u. Primero fue un remate se cabeza de Jan Urban en un c¨®rner. En el minuto 36, el jugador polaco repiti¨® con un disparo desde lejos que Buyo acompa?¨® con un vuelo est¨¦ril. Ya en la segunda parte, Urban logr¨® el triplete con un chut desde dentro del ¨¢rea que recorri¨® el lateral de la red. En el minuto 55, apareci¨® Larrainzar para batir de nuevo la porter¨ªa madridista. 0-4. En el Bernab¨¦u.
Por aquel entonces, el periodista Sergio Amadoz estaba a medio camino entre la ni?ez y la pubertad. Sigui¨® el partido por la radio, pero no se lo crey¨® hasta que Estudio Estadio ¡ªel programa que por aquel entonces daba fe cat¨®dica de que todo era real¡ª emiti¨® el resumen. Lo grab¨® en VHS. Lo reprodujo en bucle. Aquella pasi¨®n, y todo lo que vino despu¨¦s, puede leerse ahora destilada en Aqu¨ª no se rinde ni Dios (Libros del K.O).
Un libro que trae recuerdos de un Sadar de vallas verdes, en cuyos rect¨¢ngulos jugaban a meter la cabeza los ni?os, con los posteriores segundos de agobio, al conseguirlo y constatar que las orejas hac¨ªan de inesperado tope en el camino de salida; un miedo at¨¢vico para varias generaciones. Similar al de tener la oportunidad hist¨®rica de jugar una final de la Copa del Rey o clasificarse para jugar la ronda previa de la Champions League. Por estad¨ªstica, ser¨¢ una ocasi¨®n singular para los equipos menos poderosos. Algo m¨¢s que una final. Y la derrota se quedar¨¢ igual de marcada que un 0-4 en el Bernab¨¦u. El amor por una camiseta se nutre de las victorias y se consolida en las derrotas.
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