El Liverpool juguetea con el Tottenham declinante de Mourinho
El l¨ªder consigue su cuarta victoria seguida en un campo de Londres, algo que no lograba desde 1989, la ¨²ltima vez que fueron campeones. Los locales suman su cuarto partido sin ganar
Jos¨¦ Mourinho comenz¨® ganando cuatro de sus primeros cinco partidos al frente del Tottenham y durante dos semanas se propagaron los coros que anunciaron el advenimiento de un nuevo liderazgo carism¨¢tico en el norte de Londres. Un mes m¨¢s tarde el Tottenham encadena su cuarto partido consecutivo sin ganar y los coros remiten. La realidad ha separado lo contingente de lo sustancial. El Tottenham es el octavo clasificado de la Premier a solo un punto del Crystal Palace. Se trata del mismo equipo sin forma ni ¨¢nimo definido que escap¨® de las manos de Pochettino. Este s¨¢bado cay¨® en las redes del Liverpool, que acumula 61 puntos de 63 posibles, el mejor arranque de temporada en la historia de las grandes ligas europeas.
Ante el aliento cada vez m¨¢s d¨¦bil de su hinchada en el Tottenham Stadium, durante una hora los spurs se revolvieron impotentes como un conjunto juvenil acosado por profesionales. Dirigidos por Man¨¦ y Firmino, iniciadores y finalizadores de casi todo, los reds acabaron llev¨¢ndose los tres puntos y ya suman otro r¨¦cord estad¨ªstico en este siglo: cuatro partidos seguidos en Londres culminados con triunfo. West Ham, Chelsea, Crystal Palace y Tottenham cayeron bajo el peso de un equipo imbatible cuando aprieta y afortunado cuando dosifica esfuerzos.
El Liverpool traspasa cotas desconocidas de regularidad. Hace un a?o que no pierde un partido de Premier (2-1 ante el City) y encadena seis encuentros sin encajar un gol. No ganaba cuatro encuentros seguidos en Londres desde 1989, justamente durante la ¨²ltima temporada que cerr¨® levantando el t¨ªtulo de campe¨®n de Inglaterra. El triunfo en casa del Tottenham tuvo este matiz simb¨®lico en una carrera que encabeza sin contestaci¨®n rumbo a la reconquista. A 16 puntos del segundo clasificado ¡ªel Leicester¡ª sum¨® su 12? victoria seguida a costa de retorcer al que fuera su rival en la ¨²ltima final de Champions.
Solo han transcurrido siete meses desde la final del Wanda y la brecha que los separa no hace m¨¢s que aumentar. La baja de Harry Kane, el capit¨¢n, postergado hasta abril por una operaci¨®n en un tend¨®n de la pierna izquierda, profundiz¨® en el clima l¨®brego de White Harte Lane.
Temeroso del oprobio, Mourinho emprendi¨® la fortificaci¨®n de su ¨¢rea. Dispuso su famosa formaci¨®n con cuatro zagueros en la retaguardia y un lateral ¡ªAurier¡ª desplazado al extremo derecha pensando m¨¢s en cerrar que en avanzar. Al doble escal¨®n que puso en el camino de Man¨¦ y Robertson a?adi¨® un repliegue general profundo de todo el equipo. Arriba solo liber¨® a Moura. Para alimentarlo, rebaj¨® la dieta al m¨¢ximo. Prevenidos contra los peligros de la presi¨®n del Liverpool, sus compa?eros solo le suministraron balones largos.
Fue como interponer un muro de papel a una bala de ca?¨®n. El planteamiento encajon¨® al Tottenham frente a un adversario el¨¢stico. A falta de espacios para contragolpear, el conjunto de Klopp despleg¨® todo su ingenio para ahogar a su adversario en cada salida, administrar la pelota y castigar. El 0-1 de Firmino en el minuto 37, tras un control prodigioso ante el debutante Tanganga que lo abrazaba, sentenci¨® un partido que pudo sellarse con goleada al descanso. Alexander-Arnold envi¨® un tiro al palo, Tanganga tap¨® sobre la raya un disparo de Firmino, y Gazzaniga hizo un escorzo para sacar un cabezazo de Van Dijk. A los 40 minutos de asedio el equipo de casa apenas hab¨ªa tenido la pelota el 24% del tiempo de acci¨®n.
Impaciente y tal vez escandalizado ante tanta inhibici¨®n, el p¨²blico empez¨® a reclamar un poco m¨¢s de coraje a sus jugadores. Cuando en la segunda parte se decidieron a avanzar en bloque hacia campo contrario, fue por causa mayor. Desde la banda, Mourinho se desga?it¨® pidi¨¦ndole al ¨¢rbitro que pitara faltas en contra del Liverpool. Demasiado poco para compensar un desequilibrio que solo corrigi¨® el empuje desesperado del Tottenham en los ¨²ltimos minutos. En un esfuerzo ag¨®nico, cuando faltaban unos minutos para el final, Winks rob¨® una pelota, la jug¨® con Son, y el coreano encontr¨® a Aurier. El centro del lateral fue al pie de Lo Celso, que hizo lo m¨¢s dif¨ªcil: su remate en el segundo palo, solo y con el portero vencido, envi¨® la pelota de vuelta por donde vino.
Ni el Tottenham tuvo la fortuna de empatar ni el Liverpool la mala suerte de perder dos puntos que se trabaj¨® con esmero hasta que se vio sobrado e incurri¨® en la indulgencia. Pasadas las Fiestas, la Premier esconde unos cuantos enigmas. La identidad del campe¨®n no es uno de ellos.
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