Las finales son del Madrid
El Real vuelve a batir al Atl¨¦tico en otro reto ag¨®nico hasta ¨²ltima hora y levanta la Supercopa de Espa?a en la tanda de penaltis, con Sergio Ramos como autor del lanzamiento ganador
Ya es costumbre: las finales madrile?as son tan eternas como ag¨®nicas. Y van cogiendo otros h¨¢bitos, como que el Atl¨¦tico suele sucumbir en los ¨²ltimos parpadeos, como que Zidane no pierde finales ¡ªha ganado nueve de nueve¡ª. Y como que Sergio Ramos es mal enemigo rojiblanco cuando el f¨²tbol est¨¢ a punto de dar la hora. En Arabia anot¨® el penalti decisivo y mand¨® al garete al Atl¨¦tico tras un partido sin muchas rimas, m¨¢s bien sosaina hasta que todos soltaron bridas en una pr¨®rroga vibrante que se cobr¨® la expulsi¨®n de Valverde por un tremendo estacazo a Morata cuando enfilaba a Courtois. Llegada la noria de los penaltis, Sa¨²l se estrell¨® con un poste y Thomas con el gigantesco Courtois. Oblak ni oli¨® los lanzamientos blancos y el Madrid brind¨® por la Supercopa de Espa?a con Ramos con el estoque definitivo.
Hasta la pr¨®rroga y los penaltis, por Arabia no hubo nada m¨¢s emocionante que la gente haciendo la ola, el recurso contra el tedio donde el f¨²tbol prende de otra manera. Atl¨¦tico y Real no dieron motivos para las serpentinas. A la espera del intrigante desenlace final, todo result¨® muy turbado. Nada que ver tuvo el Madrid con el Madrid que apabull¨® al Valencia. Y el Atl¨¦tico fue el Atl¨¦tico: un equipo bien api?ado sin la pelota, pero llagado con ella. Tan inc¨®modo fue el equipo de Simeone para el Real como fastidioso estuvo cuando le tocaba decidir con el bal¨®n apropiado. Como consecuencia, un partido tartaja, sin que nadie pudiera guionizar el relato, sin gobierno. Un encuentro apolillado, con muchas pifias. Lo que es peor, la mayor¨ªa m¨¢s bien estrepitosas, no provocadas por los rivales.
Repitieron formato Zidane y Simeone ¡ªcon la salvedad de Gim¨¦nez por Savic¡ª, pero nada fue igual que en las semifinales. El Atl¨¦tico acogot¨® m¨¢s que el Valencia, lo que rest¨® fluidez al Madrid. Pero el cuadro rojiblanco estuvo igual de paticojo con el bal¨®n que contra el Bar?a, y no dio con alg¨²n arre¨®n epis¨®dico como contra los azulgrana porque este Madrid tiene mejor forro, no es un equipo tan ambulante como el de Ernesto Valverde.
Atl¨¦tico y Real se negaron mutuamente. Situaci¨®n por la que suele felicitarse el conjunto colchonero en duelos de enjundia. Y situaci¨®n que no lament¨® del todo el grupo de Zidane, llegado a esta Supercopa sin su mejor talento ofensivo (Hazard, Benzema, Bale). Con Jovic de puntillas y un tridente ofensivo final formado por Vinicius, Mariano y Rodrygo, apenas hubo migas por las ¨¢reas. A la firmeza de Morata no le correspondi¨® el extraviado Jo?o F¨¦lix. Durante muchos tramos bien pudieron hacer tambi¨¦n la ola Courtois y Oblak.
Una errata de Sergio Ramos dej¨® en evidencia a Jo?o F¨¦lix, que remat¨® con el juanete. El portugu¨¦s no termina por despegar en el Atl¨¦tico, nada que vez con el proyecto veraniego. Confuso, y hasta torpe en ocasiones, por Yedda no le recordar¨¢n. Poco m¨¢s dej¨® en ataque el cuadro del Cholo en el primer acto. Le secund¨® el Madrid, que contabiliz¨® alg¨²n tirito a las manos de Oblak y un cabezazo final de Casemiro antes de alcanzar el descanso tras un tiempo de monserga por ambas partes.
No hubo expansi¨®n tras la tregua, salvo un par de apuntes de Jovic, presunto chacal que, por ahora, solo destila fogueo. Es un jugador de ¨¢rea, se supone que terminal, pero resulta que en la final lo mejor que hizo fue en carrera, a su aire y de forma intr¨¦pida ante la selv¨¢tica zaga rojiblanca. Primero forz¨® un saque de esquina; luego su disparo cruzado se fue por un dedo. Zidane le despach¨® poco despu¨¦s en favor de Mariano, reclutado del cami¨®n escoba para esta Supercopa. Tambi¨¦n movi¨® el cesto Simeone, que a cada cambio permut¨® la posici¨®n de Sa¨²l. Con la entrada de Vitolo por Herrera, el hombre pas¨® al medio centro, como le gusta. Con la irrupci¨®n de Llorente por Lodi, Sa¨²l torci¨® el morro: lateral. Menos mal para el ilicitano que en la pr¨®rroga, con la aparici¨®n de Arias, regres¨® al medio campo, esta vez como volante por la derecha.
Las intervenciones de Zidane y Simeone en nada hicieron girar el partido, trabado y sin gracia hasta el final. No despej¨® la pr¨®rroga Morata, que bien asistido por Trippier no acert¨® con el remate. A unos y otros todo les resultaba engorroso. El remedio lleg¨® ya en el tiempo a?adido, cuando el partido tuvo ida y vuelta, otra marcha, mayor volumen en las ¨¢reas. Ya no hubo descanso en las porter¨ªas y Atl¨¦tico y Real se quedaron a un palmo del gol. Sobre todo el Atl¨¦tico, cuando Morata se lanz¨® hacia la meta de Courtois. Valverde ¡ªelegido el mejor jugador del partido¡ª lleg¨® a tiempo de cazarle, sabedor de que la tarjeta roja ser¨ªa muy roja. As¨ª fue. Aguant¨® cinco minutos m¨¢s el Madrid y lleg¨® el reto de los penaltis. Un tiro al aire que otra vez sali¨® cara para el Real y para Zidane. Otro desenga?o de ¨²ltima hora para este Atl¨¦tico que rema y rema sin suerte en las finales. Eso es cosa del Real, en Europa y en Arabia.
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