El Manchester City deja grogui al Real Madrid
El equipo de Guardiola, desconocido al inicio y plet¨®rico al final, remonta ante un Real que no aprovech¨® su momento y termin¨® desorientado y con Ramos expulsado
En un partido con muchas curvas sac¨® provecho el City y acab¨® abatido el Madrid. En Chamart¨ªn hubo varios partidos en uno. Y muchos espejismos. Cada cual tuvo su momento triunfal cuando en m¨¢s apuros se ve¨ªa. Hasta que el equipo de Guardiola, cosido de forma in¨¦dita al inicio, recuper¨® su formato habitual y termin¨® por sacar la cadena a un Madrid que se desorient¨® por completo en el ¨²ltimo tramo. Tanto que no solo tendr¨¢ que remar y remar en M¨¢nchester, sino que deber¨¢ hacerlo sin Ramos, expulsado en el momento de p¨¢jara blanca.
Sostiene, convencido, Pep Guardiola que el f¨²tbol es de los artistas (jugadores). Ocurre que en Chamart¨ªn tan original fue su probeta que dio la sensaci¨®n de que sus chicos se sintieron forasteros. Y, de paso, desconcertaron al Madrid. Si el Real esperaba a un adversario que pleiteara por la posesi¨®n, se dio de bruces con un rival m¨¢s predispuesto a interferir que a gobernar. Con el goleador Ag¨¹ero a la sombra, Gabriel Jes¨²s, ariete de toda la vida, recibi¨® el mandato inicial de tirarse al costado izquierdo para enchironar a Carvajal. De Bruyne, el mejor delineante del City, se cit¨® en la punta del ataque con Bernardo Silva para fundir a Sergio Ramos y evitar que el sevillano articulara el juego. Tan ortop¨¦dica pareci¨® la apuesta del equipo ingl¨¦s como chocante result¨® la suplencia de Kroos, perito esencial en el juego madridista. En el corto, en el largo y a bal¨®n parado. Zidane dio carrete a Vinicius, convencido de que el afecto fan¨¢tico del City por acunarse con la pelota le abrir¨ªa espacios al brasile?o, una bala cuando pedalea. De entrada no fue as¨ª, porque el City se plante¨® no ser el City. Y sin Kroos, el Madrid no fue del todo el Madrid. En definitiva, Guardiola y Zidane, Zidane y Guardiola, marcaron el devenir del choque desde el dictado de las alineaciones.
En el Bernab¨¦u nada result¨® natural. Para empezar, que Ederson, portero visitante, pateara con sa?a el bal¨®n en cada saque de puerta. De lo m¨¢s ex¨®tico en uno de los equipos m¨¢s intransigentes del planeta a la hora de ceder la posesi¨®n. Dispuesto a negar al Madrid aun a costa de negarse a s¨ª mismo, el City logr¨® dejar a su oponente sin banda sonora. Lo redujo a un equipo chato. Con m¨¢s excitaci¨®n en las gradas que en el c¨¦sped, el conjunto espa?ol no dio con una tecla que le metiera en el partido. Un cabezazo de Benzema fue toda su producci¨®n ofensiva del primer acto. El Madrid ni siquiera enredaba al Mendy del City, la mayor flojera del cuadro ingl¨¦s. Tampoco cuando el hombre se carg¨® con una tarjeta. Y tampoco cuando se lesion¨® Laporte, y Fernandinho, recientemente reclutado como central, pas¨® a asociarse en la zaga con el mencionado Mendy. Con todo, sin alardes, ni mucho menos, el grupo de Guardiola inquiet¨® un par de veces a Courtois por medio de Gabriel Jes¨²s. La primera ocasi¨®n la resolvi¨® bien el meta belga. La segunda, tras una pifia del portero, no fue gol de milagro tras un rebote de Ramos que despej¨® Casemiro bajo el larguero.
Todo demasiado pizarrero. Un partido muy de laboratorio hasta que arranc¨® el segundo tramo. El City ya puj¨® por colonizar la pelota. De Bruyne tom¨® el mando y al partido se asom¨® Mahrez, que puso en jaque a Courtois en un par de remates. El mundo al rev¨¦s. Cuando mejor le iba al Manchester y m¨¢s padec¨ªa el Real, Rodri y Otamendi se anudaron con la pelota. Aceler¨® Vinicius, tan optimista en carrera como pesimista cuando se topa con la porter¨ªa. Llegado al ¨¢rea y con la zaga visitante destartalada, el brasile?o asisti¨® a Isco, que lleg¨® silbando para mandar a Ederson al garete y estampar la pelota en la red.
Los goles no siempre son hijos del juego. Y, adem¨¢s, obran milagros. Caso del Madrid, al que levant¨® el pulso cuando se refugiaba como nunca en las cuerdas. Y caso del City, que not¨® la sacudida. Intervinieron de nuevo los entrenadores. Guardiola ech¨® el lazo a Sterling, una culebra que con el librillo del t¨¦cnico catal¨¢n ha despegado tambi¨¦n como goleador. Gabriel Jes¨²s se alist¨® ya como lo que es: un ariete. Zidane puso en pista a Bale por el acalambrado Vinicius. Y otra vez el partido dio un viraje inesperado. En el mejor rato de los blancos, De Bruyne, que ya no era delantero sino el primer violinista del City, centr¨® y Gabriel Jes¨²s cabece¨® el 1-1. Ramos se quej¨® de un empuj¨®n que el ¨¢rbitro interpret¨® como un apoyo superficial. El City ya era m¨¢s City que en toda la noche. Como evidencia, la gobernanza de De Bruyne, caudillo del partido en el segundo tiempo. Y como prueba terminal del City genuino, el 1-2. De Bruyne activ¨® a Sterling, que meti¨® una marcha m¨¢s cuando lleg¨® Carvajal al cruce. Penalti, penalti. Emboc¨® De Bruyne. El arquitecto hizo de arquitecto, Sterling hizo de extremo y Gabriel Jes¨²s, que ya ejerc¨ªa de ariete, no solo hab¨ªa sellado el empate, sino que aprovech¨® un enredo entre Casemiro y Varane para birlar la pelota y desmayarse cuando Ramos le palme¨® en el hombro derecho. El capit¨¢n fue expulsado y el Real, ya muy quebrado, pas¨® un calvario hasta el final. Evit¨® males mayores, pero M¨¢nchester le queda tan lejos como los cuartos de final.
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