Guardiola, del odio a la ¡®master class¡¯
Las emociones tienen buena memoria y el entrenador del City en el Bernab¨¦u no es poca cosa para recrear a¨²n m¨¢s el mito del retorno
Duelo a distancia. Como al f¨²tbol le excita el mito del retorno (aunque sea por persona interpuesta), Messi en el altar de Maradona dispar¨® la literatura. Esper¨¢bamos que el partido nos diera referencias cient¨ªficas de qui¨¦n fue mejor. Verlo como un duelo era una fantas¨ªa algo rid¨ªcula, porque Maradona fue santificado en N¨¢poles hace m¨¢s de 25 a?os. El paso del tiempo es la escapatoria perfecta: cada uno fue el mejor de su ¨¦poca y a otra cosa mariposa. Pero el f¨²tbol no es conciliador y, ya en el calentamiento, Messi fue recibido con el grito de ¡°Diego, Diego, Diego¡±. Un voto por triplicado. El partido no cambi¨® la percepci¨®n porque el Bar?a jug¨® a lo ancho, Gattuso lo encerr¨® en una jaula y Messi es al¨¦rgico al exhibicionismo. Ya que la coartada temporal no sirve, hay que acudir a la territorial. En Argentina y en N¨¢poles, competir contra Maradona es imposible. La revancha, en el Camp Nou.
Hagamos justicia con el odio. Las emociones tienen buena memoria y Guardiola en el Bernab¨¦u no es poca cosa para recrear a¨²n m¨¢s el mito del retorno. En este caso, solo hab¨ªa que saber el tama?o de la antipat¨ªa. Y tambi¨¦n cu¨¢l se impon¨ªa de las tres propuestas posibles. Un examen r¨¢pido deja las siguientes conclusiones: la de ser contraparte de Mourinho pas¨® al olvido, su condici¨®n de mito barcelonista no prescribe, pero son sus declaraciones en favor del independentismo lo que ha renovado la irritaci¨®n. Es un malentendido muy actual. Guardiola no ocupa ning¨²n cargo p¨²blico y la fama no dota a nadie de m¨¢s sabidur¨ªa, de manera que su opini¨®n vale por una. Son quienes le dan trascendencia pol¨ªtica a las palabras de un entrenador quienes las amplifican y las convierten en un manifiesto. Hay una sola raz¨®n para odiarlo, la master class futbol¨ªstica que dan sus equipos cuando pisan el Bernab¨¦u.
Heridas comunicantes. ?Es m¨¢s f¨¢cil caer derrotado cuando hay problemas internos, o es m¨¢s f¨¢cil tener problemas internos cuando se cae derrotado? Al Bar?a la pregunta le resulta indiferente porque le ocurren las dos cosas. Arrastra heridas y le supuran cuando llegan los malos resultados. Tambi¨¦n cuando consiguen un buen resultado tras un p¨¦simo partido, como ocurri¨® en N¨¢poles. Hay heridas estrictamente futbol¨ªsticas, porque cientos de millones en fichajes no lograron adaptarse a un club que padece nostalgia aguda. Enfermedad que solo se curar¨¢ bailando a los rivales y ganando un sextete, como si el Bar?a de Guardiola fuera replicable. Y luego existen los problemas institucionales, donde se percibe una p¨¦sima comunicaci¨®n, que no convence ni a los aficionados, que redescubrieron los pa?uelos, ni a los jugadores, que no disimulan su malestar en las declaraciones. Lo curioso del caso es que, por la teor¨ªa de los vasos comunicantes, ha sido el Real Madrid el que parece haberse quedado con los problemas. Queda el cl¨¢sico para devolv¨¦rselos.
Contar el f¨²tbol. A los comentaristas nos da miedo quedarnos fuera de nuestro tiempo y hacemos esfuerzos para parecer modernos. En el empe?o por encontrar rasgos nuevos del juego, descubrimos detalles insignificantes que tienen el defecto de tapar cuestiones esenciales. O contamos viejas cosas con palabras nuevas. Lo que antes era presi¨®n baja, media o alta, ahora es bloque alto, medio o bajo. Todo es bloque, como si un equipo fuera un mont¨®n de cemento. As¨ª, terminamos hablando para entrenadores, olvidando que la audiencia la forman personas m¨¢s casuales. Nuestra misi¨®n es encontrarle el nudo al partido, hablar del abanico de talentos que deciden mucho m¨¢s que los dibujos t¨¢cticos, o reparar en los movimientos tel¨²ricos que producen los estados de ¨¢nimo. Buscar la ¨¦pica que atraiga la emoci¨®n. Humanizar el f¨²tbol, en fin, y aceptarle sus contradicciones. No convertirlo en una cuesti¨®n cient¨ªfica para subirse a la tendencia.
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