Carlsen triunfa en un combate grandioso
El campe¨®n se embolsa 66.700 euros por derrotar a Caruana (9,5-8,5) tras ganar la ¨²ltima partida
Magnus Carlsen (66.700 euros de premio) podr¨¢ seguir diciendo que es mejor que Fabiano Caruana (49.800). Pero, una vez m¨¢s, como en la muerte s¨²bita del Mundial de Londres 2018, lo es por muy poco (9,5-8,5): obligado a ganar la ¨²ltima partida de un duelo trepidante, pocos minutos despu¨¦s de que el estadounidense venciese en la anterior. As¨ª termina el segundo torneo (a ritmo r¨¢pido, por internet) con la nueva f¨®rmula termostato, en la que algunas partidas punt¨²an el doble o triple. El ¨¦xito, en cuanto a emoci¨®n y calidad, ha sido rotundo.
¡°Ahora que he ganado el torneo queda muy bonito decir que un campe¨®n de verdad, que pretende dominar a los dem¨¢s, debe ser capaz de triunfar en los grandes momentos. Pero no se me escapa que en esas situaciones suele influir tambi¨¦n la suerte. Una de las claves de mi victoria es que en la pen¨²ltima estaba perdido mucho antes de rendirme, lo que me ha dado tiempo de mentalizarme apropiadamente para la ¨²ltima¡±, explic¨® Carlsen, plet¨®rico tras sufrir mucho durante todo el duelo. ¡°Algo fue muy mal en la ¨²ltima partida. No s¨¦ qu¨¦ me pas¨®. ?l la ha jugado muy bien, pero yo muy mal¡±, hab¨ªa dicho Caruana pocos minutos antes.
Apenas dio el ¨¢rbitro la se?al de comienzo del primer asalto, ya se vio que Carlsen era muy consciente del compromiso que adquiri¨® la noche anterior cuando, muy frustrado porque se le hab¨ªa escapado la sexta partida, dijo: ¡°Creo que soy mejor jugador que ¨¦l, y normalmente juego mejor que ¨¦l¡±. Tenso como una cobra a punto de atacar, erguido en la silla, el contraste no pod¨ªa ser mayor con los d¨ªas anteriores, en los que el campe¨®n del mundo desvel¨® sin querer que la vestimenta que completaba su elegante camisa blanca con anuncios de sus patrocinadores era¡ un pantal¨®n corto, visible cuando se recostaba para pensar y levantaba la pierna izquierda.
Es probable que el primer error de Caruana fuera de actitud psicol¨®gica: a pesar de que conduc¨ªa las piezas blancas, cedi¨® la iniciativa y se conform¨® con jugadas s¨®lidas, neutras, que no amenazaban ni estropeaban nada. Objetivamente, la posici¨®n estaba equilibrada. Pero atacar es menos dif¨ªcil que defender, sobre todo en las partidas r¨¢pidas, y pronto ocurri¨® lo que se ve¨ªa venir: una imprecisi¨®n de Caruana, que la cobra aprovech¨® para lanzar el mordisco letal. La presa patale¨® durante un rato, pero todo era in¨²til.
Ese inicio tan feliz estuvo a punto de convertirse en otro disgusto de gran frustraci¨®n para Carlsen, quien cay¨® de bruces en una sutil celada que le prepar¨® su rival. La posici¨®n del americano era ganadora seg¨²n las m¨¢quinas, pero nada f¨¢cil de rematar para un humano con un minuto en el reloj. Caruana se lio, y Carlsen arranc¨® el empate bals¨¢mico que le permit¨ªa seguir tieso como una cobra.
Quiz¨¢ demasiado tieso. Es decir, arrogante, a juzgar por la decisi¨®n que tom¨® a continuaci¨®n: repetir en el tercer asalto de la jornada (9? del duelo) la misma defensa que le hab¨ªa dado el triunfo en el primero (7?). Enseguida se vio que Caruana hab¨ªa aprovechado los cinco minutos de descanso para algo m¨¢s que ir al ba?o: cambi¨® de plan y logr¨® ventaja clara. El escandinavo tuvo una ocasi¨®n de igualar, pero no la vio, y pronto qued¨® estrat¨¦gicamente perdido, y con mucho menos tiempo que el cazador de cobras. El ofidio se revolvi¨® cuanto pudo, pero Caruana logr¨® esta vez meterlo en el saco y cerrar con un nudo de marinero.
Carlsen, con blancas en la 10?, ten¨ªa una ¨²ltima oportunidad de adelantarse en el marcador antes de las dos partidas que punt¨²an triple, y adem¨¢s incluyen una prima especial de 13.000 d¨®lares (11.563 euros) cada una. Y en plena apertura ocurri¨® algo muy extra?o: en la 9? jugada, Caruana introdujo una novedad de alto riesgo sobre una partida que ambos hab¨ªan disputado en el Mundial de Londres 2018. El sacrificio de material que implica es, cuando menos, de compensaci¨®n muy discutible. Ante una situaci¨®n as¨ª, el ajedrecista duda siempre entre confiar en los an¨¢lisis caseros de su rival o creer que es un farol y comerse lo que le ofrecen.
Tras pensar un rato, el noruego eligi¨® la prudencia, conform¨¢ndose con una peque?a ventaja posicional. Y los hechos le dieron la raz¨®n, en el tablero y en el reloj. Pero el ¨ªtalo-estadounidense reaccion¨® de maravilla en ambos frentes, exprimiendo al m¨¢ximo la actividad de sus piezas y acortando la distancia de tiempo. Justo ah¨ª, Caruana ofreci¨® de nuevo material envenenado, y Carlsen volvi¨® a ser m¨¢s precavido de lo que acostumbra. Y, en vista de lo que ocurri¨® a continuaci¨®n, cabe especular con que el campe¨®n intu¨ªa que su adversario iba a equivocarse en alg¨²n momento: ocurri¨® inmediatamente, en una posici¨®n relativamente sencilla para garantizarse un empate. Huelga decirlo, la cobra volvi¨® a erguirse y fue letal otra vez.
Esa desgracia hac¨ªa imposible un desempate rel¨¢mpago y obligaba a Caruana a ganar una de las dos partidas de puntuaci¨®n triple y no perder la otra. Con negras en la und¨¦cima, Carlsen repiti¨® otra vez la defensa de las dos anteriores con ese color, pero esta vez no era arrogancia sino ciencia: muy probablemente, su entrenador, el dan¨¦s Peter Heine Nielsen, le dijo durante el descanso que su 8? jugada deb¨ªa ser Cg6, como indicaban las m¨¢quinas, en lugar del enroque que tan caro le hab¨ªa costado.
Caruana reaccion¨® r¨¢pido y bien, y logr¨® un pe¨®n de ventaja a cambio de menos armon¨ªa de sus piezas, pero con cinco minutos m¨¢s en el reloj. Era una gran oportunidad de tumbar al campe¨®n del mundo y embolsarse un buen fajo de d¨®lares a la vez. Adem¨¢s, el semblante de Carlsen indicaba que estaba sufriendo mucho: se agarraba el bot¨®n superior de la camisa con la mano izquierda, se mesaba la barba, los segundos pasaban y ¨¦l no lograba levantar su posici¨®n.
Justo en ese momento, cuando al campe¨®n le quedaban 25 segundos, Caruana le dio un golpe paralizante, demasiado fuerte incluso para un peligroso animal de la competici¨®n. Y as¨ª se lleg¨® a la ¨²ltima partida de un duelo ¨¦pico en la situaci¨®n m¨¢s deseada por los amantes del ajedrez: el campe¨®n estaba obligado a ganar o morir.
Lo que nadie pod¨ªa prever es que Caruana le pusiera las cosas tan f¨¢ciles. Su jugada 15 permiti¨® que Carlsen le diera un golpe neto en la cara, y en la 19 ya estaba perdido. El resto fue una ejecuci¨®n rutinaria. Un desenlace muy frustrante para el estadounidense, y quiz¨¢ tambi¨¦n un poco para los ac¨¦rrimos de Carlsen, que deseaban un final electrizante de un duelo ¨¦pico despu¨¦s de las tremendas emociones vividas durante todo el s¨¢bado y domingo. Pero, en realidad, fue el ¨²nico elemento negativo de una pelea grandiosa.
Por primera vez desde marzo, las grandes estrellas del ajedrez descansar¨¢n durante casi una semana, hasta que el s¨¢bado empiece el tercer torneo del circuito Magnus Carlsen Tour, que se llama Chessable Masters. La impresionante n¨®mina consta de doce participantes, e incluye a Carlsen, Caruana, Hikaru Nakamura y Danil D¨²bov como principales atractivos. Cabe preguntarse si no existe un riesgo de saturaci¨®n para los aficionados, similar al de comer langosta todos los d¨ªas durante meses. Pero es probable que la respuesta sea negativa, con una condici¨®n esencial: que la calidad, emoci¨®n y belleza sea tan grande como en los torneos celebrados desde que empez¨® la pesadilla del COVID-19.
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