Ding tumba a Carlsen tras una pugna gloriosa
Nakamura vence a D¨²bov en la otra semifinal, tambi¨¦n en el desempate (3,5-2,5)
En los a?os noventa se lleg¨® a temer que, alg¨²n d¨ªa cercano, casi todas las partidas de ¨¦lite ser¨ªan tablas. Estamos muy lejos de ello, al menos en la modalidad r¨¢pida (15 minutos por bando, m¨¢s 10 segundos tras cada jugada): seis de las ocho de hoy tuvieron vencedor, y una de las dos tablas fue apasionante. Ambos duelos se decidieron en el desempate. El estadounidense Hikaru Nakamura se impuso en la 2? partida rel¨¢mpago al ruso Danil D¨²bov, y el chino Liren Ding al campe¨®n del mundo, el noruego Magnus Carlsen, en la muerte s¨²bita de la 1? manga de las cinco previstas en la Gran Final del circuito Magnus Carlsen, que se juega por internet en Chess24.
Ding, muy sonriente, resumi¨® as¨ª el momento clave: ¡°Ten¨ªa en la memoria mi victoria sobre Magnus en el desempate de la Copa Sinquefield del a?o pasado, y eso era un buen est¨ªmulo. Pero tambi¨¦n pensaba, objetivamente, que Magnus era el favorito en la muerte s¨²bita. Decid¨ª que en lugar de jugar a defender con negras, lo har¨ªa activamente, y me ha salido muy bien¡±.
El duelo del campe¨®n del mundo empez¨® de la mejor manera posible para subir el term¨®metro de la emoci¨®n: victoria de Ding, con blancas, tras refutar de manera muy precisa una dudosa elecci¨®n de Carlsen en la Defensa Siciliana. De alg¨²n modo, la escuela de ajedrez m¨¢s cl¨¢sica (desarrollo de piezas, seguridad del rey y control de centro como principios fundamentales) se impuso a las extravagancias que tan de moda est¨¢n por la influencia del revolucionario programa AlphaZero.
Ese golpe despert¨® no solo la ambici¨®n sino tambi¨¦n los instintos m¨¢s geniales del campe¨®n, quien hizo un sacrificio de pe¨®n a muy largo plazo en el segundo asalto, a cambio de juego din¨¢mico y arm¨®nico. A primera vista, pod¨ªa parecer que las negras no corr¨ªan peligro, pero una sola imprecisi¨®n t¨¢ctica de Ding bast¨® para que su posici¨®n en la jugada 22 ya fuese perdedora. Se rindi¨® en la 24.
El tercer asalto fue de una calidad y complejidad enormes. Con dos minutos de ventaja en el reloj, Ding fue a por Carlsen, quien respondi¨® entregando una pieza a cambio de ataque al rey. Pero esa reacci¨®n le cost¨® mucho tiempo: le quedaban dos minutos contra seis. Objetivamente, las negras ten¨ªan compensaci¨®n suficiente por el material entregado; las m¨¢quinas validaban esa evaluaci¨®n. Pero conducir bien una posici¨®n diab¨®licamente complicada con tan poco tiempo es privativo de genios. Carlsen lo es, sin duda, pero lo que pareci¨® que ocurr¨ªa entonces fue propio de un genio muy despistado: la imagen indicaba que el campe¨®n del mundo perd¨ªa por tiempo porque no se daba cuenta del poco que ten¨ªa. Sin embargo, todo era un espejismo, debido a un fallo t¨¦cnico (Carlsen no hab¨ªa recibido la ¨²ltima jugada de Ding). El juego se reanud¨® unos minutos despu¨¦s, Ding lleg¨® a tener una jugada ganadora, no la vio, y Carlsen pudo arrancar medio punto.
Eso dejaba al noruego con la oportunidad de ganar el duelo con blancas en la cuarta partida. Pero ni siquiera lo intent¨®: ante la defensa conservadora del chino, opt¨® por forzar un masivo cambio de piezas que llev¨® a una final de claro empate.
La primera partida del desempate (dos de cinco minutos m¨¢s tres segundos por jugada) fue de equilibrio muy tenso y emocionante, hasta que volvi¨® a parecer que el campe¨®n hab¨ªa perdido por tiempo, y esta vez era verdad: en el momento de publicar esta cr¨®nica no estaba claro si se descuid¨® -quiz¨¢ pensando que el incremento tras cada jugada era de diez segundos, como en las r¨¢pidas, y no de tres- y agot¨® el reloj, o si fue un fallo de su servidor y no pudo reconectar sin perder por tiempo. En todo caso, la posici¨®n era ventajosa para Ding.
En la segunda, el error de Ding probablemente fue de apertura, al permitir que la lucha se disputase en un tipo de esquema que Carlsen conoce especialmente bien. El campe¨®n fue implacable, entregando una pieza por cuatro peones, y forzando as¨ª la muerte s¨²bita: una sola partida, con cinco minutos para las blancas, obligadas a ganar, y cuatro para las negras.
Por alguna raz¨®n, Carlsen eligi¨® jugar con blancas (casi nadie lo hace). Y le sali¨® muy mal: no logr¨® ventaja alguna en la apertura, Ding roz¨® la perfecci¨®n t¨¦cnica, y el campe¨®n fue derrotado sin paliativos, aunque Ding prefiri¨® forzar el empate por jaque continuo cuando ten¨ªa una ventaja aplastante.
El otro duelo arranc¨® de manera similar al de Carlsen: como el campe¨®n del mundo, Nakamura opt¨® con negras por una l¨ªnea de riesgo, en la Defensa Nimzo-India, y fue castigado de manera fulminante por D¨²bov, quien forz¨® su rendici¨®n tras solo 17 movimientos. El ruso, de 24 a?os, confirm¨® plenamente la excelente impresi¨®n que hab¨ªa dejado en anteriores torneos.
Todo indicaba que iba a ser un d¨ªa muy malo para el estadounidense, varias veces en posiciones perdedoras durante el segundo asalto. La ¨²ltima de ellas, solo dos jugadas antes de la rendici¨®n del ruso, quien cometi¨® un error t¨¢ctico muy grave cuando estaba a un paso de apuntarse su segunda victoria.
Esa derrota hizo mella en el ruso, quien sacrific¨® un pe¨®n por la iniciativa en el tercer asalto, pero luego no estuvo fino, y qued¨® perdido tras solo 25 movimientos. Obligado a ganar el cuarto con negras, logr¨® lo que necesitaba: una posici¨®n liosa con dos minutos m¨¢s en la jugada 20. Nakamura es, muy probablemente, el mejor del mundo en partidas de un minuto, por lo que cabr¨ªa suponer que el escenario le favorec¨ªa en realidad. Pero D¨²bov se mantuvo a un nivel alt¨ªsimo, y logr¨® una victoria que ser¨ªa muy brillante incluso en partidas lentas.
En la primera partida del desempate, que termin¨® en tablas, no pas¨® nada especial. Y, por fin, en la sexta partida del duelo, Nakamura pudo imponer su papel de favorito. Pero por muy poco, y Carlsen ni siquiera lleg¨® a eso. La primera manga de ambos duelos indica que ser¨¢n apasionantes.
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