Lezama, medio siglo de una cantera ¨²nica
La academia del Athletic cumple este mi¨¦rcoles 50 a?os. Urkiaga y Liceranzu reviven su pionero camino de la cuna a la ¨¦lite
Los peri¨®dicos bilba¨ªnos del 28 de enero de 1971 daban cuenta, en sus p¨¢ginas de deportes, y sin demasiadas alharacas, de una noticia que, sin saberlo, se?alaba el futuro del Athletic. Informaban del primer entrenamiento que el equipo bilba¨ªno hab¨ªa realizado el d¨ªa anterior en sus nuevas instalaciones en la poblaci¨®n de Santa Mar¨ªa de Lezama (a 12 km de Bilbao). En las fotograf¨ªas se pod¨ªan apreciar los cascotes de las obras todav¨ªa sin terminar del edificio principal. El club esperaba el empuj¨®n econ¨®mico de la Delegaci¨®n Nacional de Deportes e ir¨ªa trasladando all¨ª los entrenamientos poco a poco.
Las instalaciones consist¨ªan en tres campos de f¨²tbol, regados con aguas residuales depuradas, seis vestuarios con un novedoso, entonces, sistema de duchas; vestuarios de entrenadores y ¨¢rbitros, un almac¨¦n de material deportivo, un gimnasio de musculaci¨®n, la residencia con 12 habitaciones dobles, aulas y salones de trabajo, y un polideportivo cubierto. El germen de la escuela de Lezama, que medio siglo despu¨¦s sigue dando frutos y se ha convertido en el s¨ªmbolo del f¨²tbol de cantera en Espa?a.
Lezama cumple hoy 50 a?os, en los que por sus campos han pasado 9.000 futbolistas, de los que 192 hombres y 56 mujeres han llegado al primer equipo del Athletic. En la actualidad, 324 chicos y 91 chicas, en 11 equipos masculinos y cuatro femeninos, recorren ese camino.
De 9.000 jugadores, 192 hombres y 56 mujeres han llegado al primer equipo
Lezama fue una idea de F¨¦lix Or¨¢a, el presidente que hab¨ªa llegado al cargo por el fallecimiento de su antecesor, Julio Egusquiza, en un accidente de tr¨¢fico. Propuso a su directiva la compra de los terrenos por 40 millones de pesetas (240.000 euros), en plena zona rural, en un pueblo peque?o, al que se llegaba desde Bilbao en un tren que circulaba cada hora, o por carretera a trav¨¦s del Alto de Santo Domingo.
Ese d¨ªa en que Iribar y sus compa?eros se entrenaron por primera vez en Lezama, a las ¨®rdenes del ingl¨¦s Ronnie Allen, con el que el a?o anterior hab¨ªan rozado el t¨ªtulo de Liga, un chaval de 11 a?os, Santi Urkiaga, acud¨ªa a clase en las escuelas de Mendieta, en el barrio de Albiz. El f¨²tbol era su pasi¨®n, y la de su cuadrilla. Cuando el Athletic anunci¨®, dos meses despu¨¦s del primer entrenamiento en Lezama, que iba a organizar un torneo para infantiles y juveniles en sus instalaciones, para captar promesas, los chavales de Albiz se apuntaron.
¡°Fui a inscribirme con mis amigos del barrio a las oficinas del Athletic, en la calle Bertendona¡±, rememora Urkiaga, que acabar¨ªa llegando al primer equipo y que sigue en Lezama 50 a?os despu¨¦s como encargado del mantenimiento de las instalaciones.
El presidente F¨¦lix Or¨¢a compr¨® los terrenos en un peque?o pueblo
Se presentaron 3.000 chicos de todas las edades. El torneo juvenil junt¨® a 75 equipos y el infantil a otros tantos. ¡°Nos eliminaron en la tercera ronda¡±, recuerda Urkiaga, ¡°pero me llam¨® el Getxo para invitarme a comer porque quer¨ªan ficharme. Hab¨ªamos ganado 9-1 en el primer partido y marqu¨¦ cinco goles¡±. Pero Getxo le quedaba lejos, ¡°era otro mundo¡±, as¨ª que dijo que no a un equipo que en los tiempos sin Lezama era un vivero rojiblanco. Al Athletic ya no le dijo que no. ¡°Me lleg¨® una carta a casa en la que me invitaban a hacer una prueba¡±, revive. Pas¨® esa criba y unas cuantas m¨¢s. ¡°Hasta que me dijeron que entrar¨ªa en el equipo infantil¡±. Todav¨ªa no ten¨ªa la edad legal, as¨ª que se entrenaba sin ficha, a las ¨®rdenes de Poli Bizkarguenaga. Santi fue progresando, a?o a a?o: ¡°El primer a?o de juveniles, con Jos¨¦ Luis Garay, luego con I?aki S¨¢ez, con el que estuve tambi¨¦n en el Bilbao Athletic¡±.
El despido de Helmut Senekowitsch, despu¨¦s de una derrota por 7-1 en el Bernab¨¦u, promocion¨® a S¨¢ez al primer equipo. Urkiaga, lateral derecho, ascendi¨® con ¨¦l. Se convirti¨® en el primer jugador que hab¨ªa desarrollado toda su trayectoria en Lezama. Jug¨® en el Athletic, gan¨® dos Ligas en 1983 y 84 y una Copa ese segundo curso, disput¨® los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨² 80, el Mundial del 82 y la Eurocopa del 84. Lleg¨®, con el Espanyol, a la final de la UEFA del 88. ¡°Tuve suerte¡±, dice con modestia, ¡°hay que tenerla para jugar en Primera, pero Lezama fue fundamental para m¨ª, y lo es para el Athletic, que sigue trabajando cada d¨ªa para que salgan jugadores¡±.
Lezama fue un ¨¦xito desde el primer d¨ªa. Mientras el m¨ªtico Piru Gainza afinaba su olfato para buscar talento, el gerente del Athletic, Jos¨¦ Ignacio Zarza, se encargaba de cribar el f¨²tbol europeo para copiar lo bueno y captar especialistas. Se fij¨® en la escuela de f¨²tbol de Vichy, y tambi¨¦n en Fernando S¨¢nchez Ba?uelos, pionero de la educaci¨®n f¨ªsica.
¡°Es un lugar especial en educar al futbolista¡±, afirma Liceranzu
Un a?o despu¨¦s de Urkiaga, I?igo Liceranzu particip¨® en el torneo de Semana Santa con el equipo del colegio Santiago Ap¨®stol de Bilbao. ¡°Hab¨ªa much¨ªsimos equipos y los partidos se jugaban en medio campo. Quedamos subcampeones¡±, recuerda hoy. ¡°Unas semanas despu¨¦s me mandaron una carta a casa. Fuimos a probar 25 chavales¡±. Acabar¨ªa entrando en la academia.
Liceranzu, el central autor del gol 3.000 de la historia del club, que dio al Athletic el t¨ªtulo de Liga de 1984, apunta: ¡°Sal¨ªamos del colegio a las seis, y ten¨ªamos que coger el autob¨²s del Athletic que conduc¨ªa Txabo Buesa [m¨ªtico ch¨®fer del club]. Volv¨ªamos a las diez. Recuerdo el hambre con que llegaba a casa¡±.
El bilba¨ªno fue el segundo, tras Urkiaga, en llegar al primer equipo del Athletic desde la cuna. ¡°Lezama lo fue todo, y sigue siendo pionero en educar al futbolista. Para un club como ¨¦ste, es esencial estar siempre con los m¨¦todos m¨¢s novedosos¡±, explica.
Lezama sigue all¨ª, y se parece poco a lo que fue cuando llegaron Urkiaga o Liceranzu. Tal vez el edificio antiguo, quiz¨¢s ese aire de familia que se encuentra en un lugar en el que cualquier visitante puede entrar casi sin cortapisas. Frente al bullicio habitual de San Mam¨¦s, en Lezama se guarda siempre un respetuoso silencio mientras contin¨²a escribi¨¦ndose una historia que tiene ya medio siglo.
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