Europa desfigura a Messi
Frente a un PSG superior, el equipo vuelve a palidecer en la Champions con otra versi¨®n muy rebajada del 10
Sali¨® al c¨¦sped con cara de malas pulgas, mand¨ªbula apretada y rictus tenso, nada que ver con esa versi¨®n alegre que exhib¨ªa en las ¨²ltimas fechas. La sonrisa de Messi era la expresi¨®n del Bar?a, capaz de ganar siete partidos ligueros de carrerilla. Pero se difumin¨® de un plumazo en Europa, quiz¨¢ porque es el term¨®metro, el escenario que pone a cada uno en su sitio. Y el de Messi hace a?os que no est¨¢ junto a los t¨ªtulos porque el Bar?a no le acompa?a y porque tampoco se rebela cuando las cartas le van mal dadas. Como le sucedi¨® en las recientes debacles europeas y como le ocurri¨® ante el PSG, futbolista an¨®nimo por extra?o que parezca, lejos de ser la frontera de paso para cualquier ataque azulgrana. As¨ª, apenas logr¨® dos disparos (el gol de penalti y otro al bulto); dio 42 pases buenos por ocho malos cuando habitualmente participa al menos el doble en los partidos; hizo dos regates buenos (los ¨²nicos que intent¨®); y perdi¨® 16 balones. Nada que incomodara al PSG.
Hace a?os, en La Masia se frotaban los ojos al ver jugar a la generaci¨®n del 87, equipo cadete de primer a?o que venci¨® todos los encuentros para coronarse campe¨®n ante rivales con un curso m¨¢s en las piernas. Cesc, Piqu¨¦ y Messi lideraban el grupo que con el paso de los a?os se mezcl¨® con otros canteranos que hicieron ¨¦poca en el Bar?a como Xavi, Iniesta, Puyol y Vald¨¦s, tambi¨¦n Busquets y Pedro. El mejunje dio la mejor receta de f¨²tbol que se hab¨ªa visto en el Camp Nou, tambi¨¦n una ecuaci¨®n que casi siempre sal¨ªa ganadora con Guardiola al frente y Leo en el tapete, equipo que hizo un sextete -repetir¨ªa el triplete a?os despu¨¦s con Luis Enrique- antes que ning¨²n otro. Pero, pasados los a?os y el ¨¦xito, tambi¨¦n las malas decisiones en los despachos, el Bar?a ya no es lo que era y solo Messi y Piqu¨¦ siguen de pie en el equipo (adem¨¢s de un Busquets que ha perdido influencia en el juego), habitualmente fundamentales porque imponen su ley en las ¨¢reas pero netamente superados por el PSG.
Decidi¨® Koeman tirar de galones y dar la titularidad a Piqu¨¦, que sumaba tres meses inactivo por tener la rodilla a la virul¨¦ pero que ofrec¨ªa m¨¢s garant¨ªas que el inexperto Mingueza y el oxidado Umtiti, toda vez que Araujo estaba en la enfermer¨ªa. As¨ª, como la defensa azulgrana es un guirigay y el entrenador opt¨® por poner orden, voz de mando y salida limpia del bal¨®n a costa de retrasar las l¨ªneas y jugar junto a Ter Stegen. Resulta que a la zaga del Bar?a le daba miedo dejar muchos metros a sus espaldas ante la velocidad de Mbapp¨¦ y tambi¨¦n porque no ten¨ªa a Piqu¨¦ para demasiados trotes, apuesta timorata la azulgrana porque tampoco presionaron arriba ni tocaron el bal¨®n en campo ajeno. Tambi¨¦n, un equipo partido en la transici¨®n defensa-ataque porque les preocupaba m¨¢s las vigilancias ofensivas [no despegarse del atacante rival ni cuando tu equipo ataca] que arrinconar al PSG. Messi, que tan fieramente festej¨® el gol de penalti, pronto volvi¨® a desconectarse, bajar la cabeza y mirar el partido que resolver¨ªa Mbapp¨¦ en la porter¨ªa contraria con un espl¨¦ndido hat-trick, se?al de que los tiempos cambian. Aunque nada nuevo para este Bar?a.
Juzgado como ning¨²n otro porque es el l¨ªder y porque es de los pocos que puede decidir partidos, Messi no responde cuando el Bar?a anda torcido en Europa y se carcome al ver c¨®mo se le vuelve a escapar ¡°esa copa linda¡±. Le ocurri¨® en 2017, cuando la Juve descascarill¨® a los azulgrana y Leo no dijo ni p¨ªo, af¨®nico en un equipo con m¨¢s toque que llegada. Le sucedi¨® en 2018, cuando la Roma volte¨® una eliminatoria que desde el Camp Nou se festejaba, descompuesto el equipo y el t¨¦cnico Valverde por no dar respuestas. Y se acrecentaba la leyenda de que Leo no marca en los tropiezos europeos, pues no vio puerta ni en la ida ni en la vuelta ante el Liverpool (2007), Manchester United (2008), Inter (2010), Chelsea (2012), Bayern (2013), Atl¨¦tico (2014 y 2016) y Juve. T¨®nica que no cambi¨® frente al Roma en 2018, cuando el Bar?a se dio de bruces con el suelo del Ol¨ªmpico para certificar la cuarta ca¨ªda consecutiva en los cuartos de final de la mayor competici¨®n continental.
S¨ª que hizo diana y por partida doble en la ida ante el Liverpool (2019), pero la historia de Anfield dej¨® claro que con ¨¦l solo no basta. Tesis certificada por el Bayern, que le endos¨® ocho goles en la edici¨®n pasada para que Leo dijera basta y pidiera irse. Petici¨®n negada por hacerlo fuera de tiempo y porque el Bar?a sin el 10 no es ni la mitad. Aunque ni con esas le vale para ponerse a la altura del PSG y discutirle la eliminatoria. Todos aceptaron la superioridad rival y la justicia del resultado. Messi, que se march¨® al vestuario tal y como hab¨ªa salido -con cara de malas pulgas- no dijo nada. Tampoco en el c¨¦sped. Y eso, para este Bar?a, es la peor de las losas.
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