Los 200 hermanos de Keita Bald¨¦, el futbolista samaritano
El delantero de la Sampdoria, que dio cama y comida a cientos de temporeros que dorm¨ªan en la calle en Lleida, alerta de que el drama se repetir¨¢ en la pr¨®xima campa?a de la fruta
Una noche cualquiera de lo m¨¢s duro del confinamiento en Espa?a, Keita Bald¨¦, entonces futbolista del M¨®naco, echaba el rato en Instagram en su casa del Principado, cuando le atrap¨® una historia triste y desesperada. Hab¨ªa llegado al equipo tres veranos antes para cubrir el hueco de Mbapp¨¦, vendido al PSG por 180 millones. De padres senegaleses y formado en La Masia, Bald¨¦ (Arb¨²cies, Girona, 25 a?os) apuraba sus ¨²ltimos d¨ªas en el club de la Costa Azul, por donde a los mandos de un Porsche se asomaba al Mediterr¨¢neo desde carreteras que se retorc¨ªan entre riscos. Esa noche cualquiera en Instagram, se qued¨® enganchado en un v¨ªdeo en el que el actor y director Paco Le¨®n hablaba con un temporero de la fruta que trabajaba en Lleida. ¡°Me qued¨¦ en shock. Muy emocionado y muy tocado¡±, cuenta Bald¨¦ en una charla con varios medios, entre ellos EL PA?S.
Serigne Mamadou era uno de los 200 temporeros que dorm¨ªa aquellas noches de pandemia extrema en las calles desiertas de la Lleida confinada. Trabajadores senegaleses que recog¨ªan cerezas a las ¨®rdenes de empresarios que aprovechaban su situaci¨®n irregular para eludir la obligaci¨®n legal de procurarles alojamiento. ¡°Ahora mismo vengo del trabajo y llevo tres d¨ªas en la calle. En diez horas, descansas 30 minutos. No comes bien, no duermes bien... Es una mierda¡±, dice Mamadou en el v¨ªdeo, antes de romper a llorar y salirse del plano, en una secuencia que recupera ahora Informe+ en el documental Hermanos, que se estrena este jueves (21.45, #Vamos).
Bald¨¦, este curso en la Sampdoria, se qued¨® enredado en aquel relato: ¡°Escrib¨ª a Serigne para hacer una llamada, y me ofrec¨ª a echarle una mano. Ten¨ªa clar¨ªsimo que algo iba a hacer, pero no sab¨ªa c¨®mo, ni qu¨¦ hacer¡±, dice. Se propuso conseguirles comida, ropa y un sitio donde dormir.
Los dos primeros objetivos resultaron m¨¢s sencillos: todas las semanas enviaba dinero para que pudieran cocinar algo para 200 personas, y pidi¨® a dos amigos que alquilaran furgonetas para recoger unas prendas que almacenaba en Barcelona. ¡°Era ropa nueva, con la etiqueta. Ten¨ªa una marca que luego he cerrado, y la iba a mandar a ?frica¡±, dice. Cuando sus amigos abrieron las puertas de los furgones en Lleida, el golpe de alegr¨ªa tuvo tambi¨¦n un punto de desconcierto: ¡°Como si fuera a hacer un top model a todos los africanos que estaban ah¨ª¡±, recuerda Mamadou.
El tercer objetivo, darles un sitio donde dormir, result¨® m¨¢s trabajoso. Pese a las garant¨ªas de pago que aportaba, el futbolista se encontr¨® con el rechazo de varios hoteles de Lleida a alojar a los temporeros. ¡°Me gustar¨ªa ir ahora a esos mismos sitios con otros diez amigos de piel negra, con chaqueta elegante y un buen coche en la puerta, intentar alquilar habitaciones y ver si dicen s¨ª o no. No se dar¨¢ cuenta ni de que soy negro¡±, dice Bald¨¦, que trata de evitar la palabra racismo. ¡°Nunca he tenido problema, ?pero qu¨¦ te digo...?¡±.
No se rindi¨®. Bald¨¦ invoca el recuerdo de su padre y lo que vio de ni?o en su locutorio en Santa Maria de Palautordera: noches con el suelo sembrado de colchones para cobijar a compatriotas a la deriva. ¡°Cuando lo ves, se te queda¡±, dice.
El futbolista insisti¨® hasta que dio con un lugar para alojar a los 200 temporeros, y regres¨® al contraste del f¨²tbol y sus excesos de pasarela: ¡°Somos privilegiados. Por eso lo doy todo en el campo, porque soy un afortunado. A veces, veo alg¨²n compa?ero triste, lo miro y pienso que nos comemos la cabeza por unas tonter¨ªas...¡±.
A Bald¨¦ le inquieta la pr¨®xima temporada de la fruta. ¡°En mayo vamos a estar otra vez as¨ª. ?Qu¨¦ hacemos? ?Rezamos para que salga otro Keita?¡±, dice. ¡°Llevo casi m¨¢s tiempo en Italia que el que viv¨ª en Espa?a. Yo no conozco a esas personas, y eran 200. Que s¨ª, que son de Senegal, pero no los conozco. ?Tengo que venir desde M¨®naco para solucionar un problema en Lleida? ?Qu¨¦ pasa si no veo ese v¨ªdeo?¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.