Empate a penaltis en Vitoria
El Alav¨¦s se adelant¨® y mand¨®, pero el C¨¢diz aprovech¨® un regalo de Manu Garc¨ªa (1-1)
El empate de Mendizorroza agrava la situaci¨®n de un Alav¨¦s incapaz de arrancar en la recta final de LaLiga. Tal vez pudo merecer m¨¢s, pero le condenaron los errores propios frente a un C¨¢diz que sac¨® petr¨®leo.
Dos equipos condenados a picar piedra se citaron en el campo vitoriano, y desde que el ¨¢rbitro decret¨® el comienzo se pusieron a ello con dedicaci¨®n misionera y fe en la tarea. Picaba el Alav¨¦s, tratando de agujerear, tapaba el C¨¢diz los agujeros con tierra que sacaba de otros hoyos, pero se llega al momento en el que ya ni hay m¨¢s piedra que picar, o m¨¢s agujeros que tapar, y unos y otros se tienen que dejar de trabajos forzados y ponerse a jugar al f¨²tbol, que en realidad es lo suyo. El Alav¨¦s lo entendi¨® antes.
Al C¨¢diz se le acab¨® la arena para rellenar los hoyos cuando, despu¨¦s de unos cuantos desajustes defensivos que trataron de explotar el joven Pellistri por una banda, y Duarte junto a Rioja por la otra, y tras un error grosero de Ledesma en una salida, que no pudo aprovechar Joselu, vol¨® sobre el ¨¢rea cadista un bal¨®n bombeado, que no aparentaba peligro, y golpe¨® en la mano de Salvi S¨¢nchez enga?ado por el recorte de Rioja. Fue un penalti casi infantil que no protest¨® el culpable y que transform¨® Joselu sin perd¨®n.
Aliviaba sus males el Alav¨¦s ya cerca del descanso, y quedaba desnudo el C¨¢diz, que hasta ese momento no hab¨ªa aparecido en los l¨ªmites del ¨¢rea de Pacheco, salvo en un par de disparos de francotirador con la mira telesc¨®pica desviada. Vaya por d¨®nde, despu¨¦s del gol del Alav¨¦s apareci¨® un amago de plan B en los amarillos, y entonces pudieron sus delanteros mirar de cerca al portero albiazul, pero la reacci¨®n ante el puyazo dur¨® s¨®lo hasta la pausa, con lo que qued¨® la duda de saber si en realidad, aquello hab¨ªa sido un plan o s¨®lo una ocurrencia, porque mientras el cemento del equipo de Abelardo fraguaba con el paso de los minutos, la inconsistencia cadista se concretaba en un f¨²tbol insustancial, sin profundidad, siempre m¨¢s pendiente de mirar por el retrovisor que de otear el horizonte. S¨®lo un par de balones furtivos que buscaban el milagro de Negredo se apuntaron en el cuaderno de bit¨¢cora del C¨¢diz.
Hasta que, sin quererlo, la lio Manu Garc¨ªa. Vio una tarjeta amarilla, aparentemente intrascendente, en el minuto 80. Uno despu¨¦s, el C¨¢diz colg¨® una falta sobre la frontal del ¨¢rea. El capit¨¢n salt¨® con el codo en alto, cometi¨® penalti y fue expulsado. ?lex Fern¨¢ndez aprovech¨® el caramelo para empatar.
Cogi¨® el mando el C¨¢diz desde ese momento, pero le faltaba costumbre. Achuch¨® al Alav¨¦s, que necesita sumar de tres en tres, y a punto estuvo de ganar el partido, pero no ten¨ªa demasiado tiempo despu¨¦s de tantos minutos perdidos. El equipo vitoriano seguir¨¢ sufriendo, no tanto el gaditano, que tacita a tacita se acerca a la orilla. En Vitoria fue casi de casualidad, pero tambi¨¦n los errores del rival suman.
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