Werner da sentido a la roca del Chelsea
Un gol del alem¨¢n al West Ham sirve para consolidar en el cuarto puesto de la Premier al defensivo rival del Madrid el pr¨®ximo martes en Champions
El Chelsea se impuso en el estadio del West Ham este s¨¢bado. Gan¨® por con un gol solitario de Werner un derby t¨¢ctico, si por tal cosa se entiende el triunfo del automatismo sobre el libre albedr¨ªo, y resolvi¨® una inc¨®gnita que la crisis de la ¨²ltima semana hab¨ªa puesto de relieve. Ambos rivales se presentaron con los mismos puntos a disputar la cuarta plaza de la Premier, ¨²ltimo puesto con acceso directo a la Champions. Uno, el Chelsea, integrante del big six, el grupo de los seis clubes m¨¢s ricos de la Inglaterra, con un gasto presupuestado en fichajes de 250 millones de euros; otro, el West Ham, con un gasto de 50 millones, delegado de la mayor¨ªa excluida de la frustrada Superliga europea. El West Ham, monumento a la historia del f¨²tbol fundado en 1895, es el ¨²nico club del torneo que se debate por participar en la Champions sin gozar de las ventajas econ¨®micas del big six. Cumplidos los 90 minutos, la competici¨®n abierta record¨® que no es necesario reforzar las diferencias entre ricos y pobres para garantizar el actual statu quo.
Se enfrentaron dos equipos que hasta cierto punto replican sus esquemas de 5-2-2-1, de modo que, parados en la cancha, los jugadores se emparejaron hasta que las dos formaciones quedaron acopladas. El encaje trab¨® el partido. Moyes debi¨® razonar que si presionaba a Thiago Silva, Kant¨¦ y Jorginho, el caudal de juego del Chelsea se reducir¨ªa hasta agotar a sus atacantes. Pero el c¨¢lculo del entrenador del West Ham no dio el resultado esperado. Lejos de sentirse atado, el Chelsea se mostr¨® c¨®modo atrayendo rivales hacia su campo para que su reparto defensivo lanzara en largo. Los pases bombeados viajaron hacia Azpilicueta en un carril, Chilwell en otro, y Werner entre l¨ªneas.
La jornada sirvi¨® a Tuchel para ensayar el partido del pr¨®ximo martes en semifinales de Champions contra el Madrid, que tambi¨¦n suele emplear con un modelo similar al del West Ham. Si la ocasi¨®n fungi¨® de simulacro, la presencia de Azpilicueta como lateral largo y Christiensen como central por la derecha pudo anticipar una red de contra Vinicius. Como el West Ham no jug¨® con un extremo tan marcado en esa posici¨®n, Azpilicueta se arranc¨® en ataque convirti¨¦ndose durante un rato en el futbolista que m¨¢s agit¨® la defensa rival. Lo encontraron Christiensen y Silva, convertidos con Kant¨¦, a base de env¨ªos largos, en los pasadores que m¨¢s l¨ªneas rompieron de su equipo.
El transcurso de las jugadas aflor¨® el car¨¢cter de este Chelsea, tan poco imaginativo para asaltar defensas organizadas como seguro encerrado atr¨¢s. Quiz¨¢ recostado en esta naturaleza reservona, y en vista que a Jorginho le costaba asociarse a Mount para articular una transici¨®n m¨¢s o menos escalonada, el Chelsea se dej¨® dominar. En la primera parte y en la segunda. Durante una hora concedi¨® apenas dos disparos. Dos tiros m¨¢s exigidos que exigentes. Uno de Soucek a la salida de un c¨®rner y otro de Lingard desde fuera del ¨¢rea. Los dos pegaron en Azpilicueta, ubicuo y auxiliador como siempre. En ning¨²n momento se alarm¨® Mendy, el portero.
Tuchel: ¡°?Mantengan el orden!¡±
El bloqueo se prolong¨® hasta el minuto 42. Entonces la rutina de acciones reiteradas acab¨® por romper a favor del Chelsea. Sali¨® jugando Silva en el momento en que Fornals sub¨ªa a presionarle, y con un pase coordinado con el avance del rival descubri¨® a Mount de espaldas, que tambi¨¦n esper¨® a que subieran Soucek y Noble a su zona para descargar en Kant¨¦. El franc¨¦s, r¨¢pido y adiestrado en la mec¨¢nica de una combinaci¨®n decenas de veces repetida, pas¨® en largo a Werner. El alem¨¢n recibi¨® de espaldas en el hueco que mediaba entre defensas y centrocampistas abocados a presionar, control¨® con la derecha y se llev¨® la pelota con la izquierda en un giro r¨¢pido que dej¨® a Ogbonna malparado sobre su perfil menos fuerte. Como todav¨ªa le esperaban dos defensas, Werner se asoci¨® con Pulisic y se desmarc¨® hacia el ¨¢rea chica. Pulisic, cuya presencia hab¨ªa resultado poco relevante, abri¨® a Chilwell y el lateral col¨® un pase de primeras entre los zagueros. Lo intercept¨® Werner a un toque y fue a la red.
La segunda mitad descubri¨® dos cosas. La urgencia del West Ham por desprotegerse atr¨¢s mientras procuraba fabricarse una jugada de gol, y las notables dificultades del Chelsea para culminar ocasiones con espacios suficientes. Werner se destac¨® por la frecuencia de sus desmarques y aproximaciones, pero sin superar a Fabianski en el ¨¢rea. Las aportaciones de Mount, Pulisic, Ziyech y Abraham, aunque constantes, no acabaron de redondear nada definitivo, quiz¨¢s porque la prioridad del equipo siempre pasa por acentuar su condici¨®n especulativa.
¡°?Mantengan el orden!¡±, gritaba Tuchel desde la banda. La orden serv¨ªa de aviso a sus jugadores. No deb¨ªan distraerse armando demasiado los avances, no fueran a equivocar las prioridades. Lo importante eran los tres puntos, la consolidaci¨®n en el cuarto puesto con acceso directo a la Champions, y la definici¨®n de una identidad incomprensible sin una defensa como una roca.
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