La soledad de Benzema y la tortura de Vinicius
El franc¨¦s fue de nuevo la ¨²nica amenaza blanca, con el brasile?o fuera de sitio
Como el Real Madrid ten¨ªa la pelota, la presentaci¨®n del Chelsea consisti¨® en tres embestidas de las de marcar territorio en los seis primeros minutos: Kant¨¦ tir¨® a Kroos, Christensen a Hazard y Havertz a Nacho. Aquel iba a ser el tono en el que planeaban tocar la m¨²sica esa noche. Bastaba que un bal¨®n pareciera ir a quedarse suelto para que se lanzaran sobre ¨¦l, y fueran sacando poco a poco de sitio a los futbolistas del Madrid.
El que m¨¢s sufri¨® fue Vinicius. A ¨¦l fue Zidane qu...
Como el Real Madrid ten¨ªa la pelota, la presentaci¨®n del Chelsea consisti¨® en tres embestidas de las de marcar territorio en los seis primeros minutos: Kant¨¦ tir¨® a Kroos, Christensen a Hazard y Havertz a Nacho. Aquel iba a ser el tono en el que planeaban tocar la m¨²sica esa noche. Bastaba que un bal¨®n pareciera ir a quedarse suelto para que se lanzaran sobre ¨¦l, y fueran sacando poco a poco de sitio a los futbolistas del Madrid.
El que m¨¢s sufri¨® fue Vinicius. A ¨¦l fue Zidane quien lo plant¨® en un lugar que le resultaba extra?o, como carrilero por la derecha, por delante de Milit?o, un sitio que solo hab¨ªa probado brevemente en la Liga contra el Getafe. Aquello fue un accidente: se lesion¨® Marvin y el brasile?o se qued¨® unos minutos con su parcela. En Stamford Bridge respondi¨® a un plan: deb¨ªa representar para Chilwell una amenaza mayor que la que Chilwell pudiera suponerle a ¨¦l.
Para el brasile?o, la misi¨®n fue una peque?a tortura que resumi¨® todas las posiciones poco naturales, y que comenz¨® con un pase a Courtois, el tercero que le da en m¨¢s de 100 partidos. La rareza solo anticip¨® el enigma que le supon¨ªa la ubicaci¨®n, en la que nunca se sinti¨® c¨®modo. Apenas aport¨® ox¨ªgeno en la salida, y apenas amenaz¨® a su contraparte. Deambul¨® desesperado por el c¨¦sped, protesta tras protesta, frustrado por la contundencia de Chilwell en los encontronazos, como tambi¨¦n lo estuvo en el Di St¨¦fano cuando Azpilicueta se le tropezaba en las zonas ciegas del ¨¢rbitro. En esa mara?a, el que volvi¨® a emerger, tambi¨¦n como en la ida en Madrid, fue Benzema, de nuevo en soledad. Primero, con un disparo desde fuera del ¨¢rea que sac¨® Mendy con una estupenda estirada abajo. M¨¢s tarde, con un buen cabezazo casi a bocajarro que tambi¨¦n despej¨® el portero franc¨¦s.
Esos zarpazos del Madrid llegaban despu¨¦s de mucho masticar la pelota, mientras que las respuestas del Chelsea se le ven¨ªan encima fulgurantes como dentelladas, y les iban castigando de manera insistente, con la constancia de un metr¨®nomo. Todo resultaba m¨¢s inmediato y da?ino en las oleadas del equipo ingl¨¦s, que manten¨ªa a los blancos de manera permanente fuera de los ra¨ªles, muy lejos de los automatismos que ellos lucieron toda la noche, tan engrasados.
Cuando Zidane sac¨® a Vinicius del campo despu¨¦s de una hora, fue casi un alivio para ¨¦l. Como lo fue un rato despu¨¦s para Eden Hazard, a quien encomend¨® un partido l¨ªmite casi completo cuando el belga sigue todav¨ªa lejos del futbolista que hab¨ªa sido cuando su casa era Stamford Bridge, el lugar donde muri¨® esta vez el viaje por Europa del Madrid de Zizou, otra vez incapaz de marcar. Mucho m¨¢s lejos de lo imaginado meses atr¨¢s, tambi¨¦n lejos de amenazar lo suficiente al Chelsea, como el a?o pasado al City, este curso finalista en Estambul.
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