Vendrame se impone en la fiesta de los secundarios del Giro de Italia
Los Ineos del l¨ªder, Egan Bernal, permiten el triunfo de una fuga el d¨ªa que la carrera recorr¨ªa los caminos de la memoria en Toscana
En Colombia algunos trabajan para que su ciclismo, el deporte del pueblo, forme parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. Toscana, las carreteras de la memoria por las que pas¨® ayer el Giro espl¨¦ndido, tambi¨¦n tendr¨ªa razones para serlo. Por la ruta alternativa entre la Piazza del Campo de Siena, donde las bicis de carbono y titanio, espaciales, at¨®micas, sustituyen a los caballos de sus palios, y el pueblo de Bagno di Romagna, donde el carnicero que cocina piadinas dice que es obligatorio consumir jam¨®n toscoroma?olo, y no ceja en su empe?o hasta conseguir clav¨¢rselo al consumidor, un tramo de asfalto, 38 kil¨®metros, lleva a los seguidores del Giro de Italia del Arezzo de la Vida es bella, a Sansepolcro, y la memoria lleva a los espa?oles a la contrarreloj entre las dos grandes bellezas toscanas que gan¨® Miguel Indurain de rosa en 1992. Y por donde fue la etapa, etapa larga de fuga eterna, por donde el Giro contin¨²a su tarea de desgaste de voluntades y huesos, y fuerzas, se hablaba de Gino Bartali, de Alfredo Martini, y habl¨® Vincenzo Nibali. Y los actores secundarios organizaron su fiesta.
La gan¨® Andrea Vendrame, un italiano con alma francesa, que nunca hab¨ªa ganado nada en el Giro y llor¨® en la meta, emocionado, un sue?o. M¨¢s de 200 kil¨®metros, casi seis horas, 4.000 metros de desnivel positivo, puro carrusel de subidas y bajadas por las colinas toscanas m¨¢s agrestes. Egan Bernal, de rosa siempre, en cabeza del pelot¨®n siempre, tras su Puccio, tras su Ganna, tras su Moscon, su Castroviejo o su Narv¨¢ez, la describe, sin m¨¢s, como jornada de alto consumo de energ¨ªa en la que no ten¨ªa sentido hacer nada, seguir adelante con su t¨¢ctica exterminadora. ¡°Gastar energ¨ªas en d¨ªas como este no tiene sentido. Venimos con el cansancio de Montalcino, vivimos en la espera del Zoncolan, el s¨¢bado¡±, dice el colombiano al que todos temen. ¡°Si tienes los medios para hacer algo, esperas al Zoncolan¡±.
Vincenzo Nibali no espera. Nibali, con su mu?eca rota el 14 de abril, ataca donde m¨¢s le gusta, donde pocos osan seguirle, en el ¨²ltimo descenso. Es el paso del Carnaio (de la Carnicer¨ªa), cuyo solo nombre da escalofr¨ªos, y cuatro gotas de lluvia han empapado. Se lanza sin mirar atr¨¢s el siciliano y Egan, desde la cabeza del pelot¨®n, una luz rosa, le bendice. ¡°Todos somos libres de arriesgarnos donde queramos¡±, explica luego el colombiano. ¡°Nibali se ha arriesgado y ha ganado 7s. Yo no he querido¡±.
Italia se inflama con el gesto de su ¨ªdolo que proclama no que est¨¦ vivo (marcha a 4m 4s de Egan en la general), sino que est¨¢ guerrero, que ha recuperado las ganas, que es el combatiente, el indomable, como lo fue, m¨¢s que ninguno, Gino Bartali, nacido hace 107 a?os en Ponte a Ema, en las afueras de Florencia, y por all¨ª pasa la etapa. Y por las carreteras de la etapa se entrenaba el toscano de hierro que, durante la guerra, en 1943, se alargaba hasta As¨ªs, a casi 200 kil¨®metros, donde una imprenta clandestina produc¨ªa documentos falsos para los jud¨ªos perseguidos, y con ellos llenaba el tubo de su bicicleta para llev¨¢rselos al obispo de Florencia, que se encargaba de hac¨¦rselos llegar a los necesitados. Se recuerda a Gino Bartali, y se recuerda c¨®mo su victoria en el Tour del 48 sirvi¨® para unir en su veneraci¨®n a un pa¨ªs dividido, al borde de la guerra civil tras el atentado contra el l¨ªder comunista Palmiro Togliatti, y se recuerda a Alfredo Martini, ciclista, comunista, seleccionador nacional de la mejor Italia ciclista, nacido hace 100 a?os en Sesto Florentino (kil¨®metro 75 de la etapa interminable), y Egan les dice a los periodistas italianos que le piden que se posicione, que hable, sobre el conflicto colombiano, que ¨¦l solo habla ya con la bicicleta, como har¨ªa Bartali, que solo busca dar alegr¨ªa y esperanza a la gente de Colombia, y Nibali, que cumple con su deber de memoria hacia los que han hecho en Italia del ciclismo el deporte del pueblo, los homenajea a su manera. Y la afici¨®n, que conoce el valor de los gestos, que admira el altruismo de la fantas¨ªa, aplaude al siciliano herido que se deja ver en el Giro de Egan, patrimonio inmaterial en Colombia, claro, y tambi¨¦n en Italia.
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