La alegr¨ªa del intr¨¦pido Eros Poli
El italiano logra una sorprendente victoria en el Ventoux el d¨ªa despu¨¦s de la ca¨ªda de la Azurra en el Mundial 94
Lloraba toda Italia por la coleta de Roberto Baggio, el n¨²mero 10 de la Azzurra, y por su penalti que se fue a las nubes en el Rose Bowl de Pasadena. Y por el disparo tambi¨¦n alto de Baresi. El Mundial de f¨²tbol de 1994 se le hab¨ªa escapado a la Nazionale y hab¨ªa volado por cuarta vez a Brasil. Un pa¨ªs en depresi¨®n, un lunes de resaca. Solo Eros Poli, ciclista de nombre evocador, nacido en un pueblo llamado Isola della Scala, cuerpo de jugador de baloncesto, 1,94 de altura, sonr¨ªe, llora de felicidad al entrar en Carpentras despu¨¦s de derribar el muro del Ventoux. Nunca hab¨ªa ganado nada como profesional, siempre al servicio de los dem¨¢s, de los ciclistas m¨¢s dotados, y all¨¢, en la monta?a que ascendi¨® Petrarca en 1336, simplemente porque estaba all¨ª, escribi¨® su nombre en la historia del Tour.
Tambi¨¦n estaba all¨ª para Eros Poli, que si por ¨¦l hubiera sido la habr¨ªa rodeado para llegar a Malaucene y coger despu¨¦s la ruta hacia Carpentras, pero no pod¨ªa despu¨¦s de fugarse m¨¢s de cien kil¨®metros antes. D¨ªas duros despu¨¦s de los Pirineos, de la crono de Bergerac en la que Indurain dobl¨® a los 15 kil¨®metros a Lance Armstrong, el ciclista que nunca existi¨®, al menos para el palmar¨¦s del Tour, y que se retir¨® antes del Ventoux, de esos cinco ¨²ltimos kil¨®metros agotadores y descarnados, piedra lunar, en los que siempre se ve al fondo el observatorio de la cima, a la que nunca parece llegarse.
Era el d¨ªa menos pensado para Eros Poli, un percher¨®n poco dotado para la monta?a, por eso tal vez le dej¨® ir el pelot¨®n. En Hautacam hab¨ªa llegado a 12 minutos del primero; y en Luz Ardiden, con 40 minutos de retraso. Era un rodador, campe¨®n ol¨ªmpico de contrarreloj por equipos en 1984. Hab¨ªa acariciado el maillot amarillo en una fuga entre Rennes y Futuroscope despu¨¦s de alcanzar una ventaja de 18 minutos, pero fue atrapado por el pelot¨®n a 34 kil¨®metros de la meta y ese d¨ªa termin¨® perdiendo m¨¢s de 14 minutos. Se coloc¨® en el puesto 173 de 177 participantes.
Pero esa jornada de calor en el Ventoux se inspir¨®, lo intent¨® otra vez. No inquiet¨® a nadie en el pelot¨®n; nadie confiaba en el ¨¦xito de su locura. En Bedoin, a los pies del coloso, manten¨ªa 15 minutos de diferencia. Entonces se agit¨® Pantani, el gran escalador de ese a?o en el Giro. Quer¨ªa pasar en cabeza por la cima y tom¨® ventaja. Los c¨¢lculos hablaban de un minuto perdido por kil¨®metro para Eros, pero los c¨¢lculos fallan a veces. En los 20 de subida le recortaron diez minutos y lleg¨® al observatorio con cinco sobre Pantani, algo m¨¢s con Indurain, al que Echavarri ri?¨® por tirar del grupo. Poli se lanz¨® en el largu¨ªsimo descenso, mantuvo la diferencia con Pantani, que adopt¨® peligrosas posturas aerodin¨¢micas, pero Eros pesaba mucho m¨¢s y la ley de la gravedad jugaba a su favor. En Malaucene se ve¨ªa ya ganador, justo cuando Indurain derrapaba en una curva y estuvo a punto de irse al barranco. Control¨® la bicicleta y regres¨® al buen camino.
Nadie pudo con Eros Poli. Indurain consigui¨® que Pantani regresara al redil cuando el percher¨®n de 1,94, que lloraba de felicidad, hac¨ªa una reverencia al p¨²blico que le aclamaba en Carpentras despu¨¦s de vencer al Ventoux. Como el poeta Petrarca, o como Lazarides, como Bobet, como Robic, Gaul o el campeon¨ªsimo Merckx, que se quit¨® la gorra para homenajear a Tom Simpson al paso por su monumento.
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