Los Lagos de Primoz Roglic
El esloveno ataca desde lejos siguiendo a Egan Bernal, se impone en la cima asturiana y recupera el maillot rojo. Enric Mas es segundo en la general
Terminado el Cares, remontan el Sella hacia sus fuentes maravillados por ¡°la entalladura fant¨¢stica en la que los ingenieros de Castilla lograron hacer pasar una carretera¡±, como se lee en placa del puente de Vidosa, y la vista del desfiladero de los Beyos que no siguen y se aleja estrecho y vertical, imposible, les desaf¨ªa a ser fant¨¢sticos, a dejar su marca en la carretera que asciende entres bosques hacia Viego, y al otro lado, San Juan de Bele?o, por donde pasan solo Egan Bernal y Primoz Roglic. Quedan 40 kil¨®metros para empezar a ascender a Lagos, m¨¢s de 50 para la ¨²ltima cima. Por detr¨¢s, el pelot¨®n persigue, se defiende, se reagrupa, a rueda, como puede. Con la boca abierta pensando en lo que est¨¢n haciendo los dos que van delante. Los ciclistas se agarran a lo que pueden, a s¨ª mismos, a los bahrain que gu¨ªan, a sus sue?os. Admirados. Llueve. La Vuelta vive.
Para un ciclista la fantas¨ªa del ingeniero que les crea puertos fabulosos es el ataque; para Egan Bernal, siempre llevado por su deseo de liberar su alma infantil y creativa, la b¨²squeda de lo imposible, lo que ¨¦l llama divertirse, la fantas¨ªa, el ataque, es la vida.
Prepara el ataque que le da la vida en el primer paso por Viego, mediada la ascensi¨®n de la Collada de Llomena, y sus chicos del Ineos, Sivakov, Pidcock, aceleran un poco y miden la resistencia del pelot¨®n, y paran. ¡°No me gusta ir a rueda¡±, repite el colombiano que ha ganado un Tour y un Giro atacando de lejos. Calculando ma non troppo. Dejando actuar al instinto contra el criterio de la raz¨®n: ¡°Si no ataco, no me divierto¡±. Cuando, culminando la aceleraci¨®n de sus Piscok y Sivakov, ataca el ni?o maravilla de Zipaquir¨¢, de 24 a?os, quedan 61 kil¨®metros y el pelot¨®n anda que vuela, a m¨¢s de 40 de media entre nubes bajas y miedo. Y, al segundo, como en un flash, a su rueda aparece Primoz Roglic, el ¨²nico, quiz¨¢s de todo el pelot¨®n, que no ten¨ªa la m¨¢s m¨ªnima necesidad de exponerse. ¡°Antes de que me diera tiempo a pensar ya estaba ah¨ª¡±, dice el esloveno, que lleva toda la Vuelta dej¨¢ndose guiar por el capricho, por el antojo. Emocionan la fantas¨ªa de uno, la sinraz¨®n de otro. Convierten una etapa llamada a ser un compendio de juegos y t¨¢cticas, de fugas controladas, de movimientos medidos, en una aventura cuyo final ni se intuye.
No muy lejos, vigila y sue?a el padre Naranjo de Bulnes, color plata su piedra joven en la tarde antes de que el sol, oculto, empiece a descender y a colorear su cumbre a m¨¢s de 2.500 metros. Son los Picos de Europa.
Se llevan la mano al coraz¨®n, que palpita y salta de alegr¨ªa, los j¨®venes aficionados, y se frotan los ojos. Los dos mejores ciclistas de la Vuelta por historial (cuatro grandes entre ambos, y subiendo) se libran a un mano a mano incierto. M¨¢s que la victoria de la Vuelta buscan, dicen luego, divertirse, montar el mejor show que los aficionados hayan conocido.
Se llevan las manos a la cabeza los viejos seguidores, los directores frustrados que no abandonan nunca el cuaderno de c¨¢lculo que les dieron en la escuela. Le reconvienen a Roglic, que se arriesga en las curvas peligrosas del descenso tras el lanzado colombiano ¡ªen una de ellas se cae el l¨ªder de rojo, el extra?o e invisible Odd Eiking, que ya iba descolgado¡ª, que le da relevos en el llano, lejos a¨²n de Cangas de On¨ªs. ?Ad¨®nde va?, se pregunta hasta Fanlo Fuente, el hermano del Tarangu, la verdadera fantas¨ªa, la luna, hecha ciclista, y le pide cordura, seso, que no se desgaste en un ataque que a ¨¦l no le da nada, pues lleva ventaja a todos en la general y tiene a todo un equipo armado que puede llevar la persecuci¨®n de un Egan que hasta eganesco, salvaje, desencadenado, no supone ning¨²n peligro para la general. Y tambi¨¦n el colombiano se lo dice, y lo cuenta. ¡°?Ad¨®nde vas, Primoz? Yo no me juego nada, me da lo mismo terminar quinto que d¨¦cimo en la Vuelta, jugarme el todo por el todo no es valent¨ªa, no arriesgo nada si reviento y pierdo, pero t¨², t¨² puedes perder la Vuelta¡±. Y el esloveno que ya ha ganado dos Vueltas y parece que est¨¢ por encima de las penurias que limitan la imaginaci¨®n de los humanos, y tan fuerte que nadie le puede toser, le da otro relevo y responde: ¡°Pero esto es ciclismo. Correr, disputar, ?qui¨¦n piensa?¡±.
Y Superman L¨®pez, que intenta alcanzarlos y no lo consigue, rezonga, ¡°?para qu¨¦ seguirle a Egan?¡±, dice. ¡°Si ya sab¨ªa que no iba a llegar¡±. En Lagos, dicen los asturianos, la niebla no baja sobre la monta?a sino que sube de arriba abajo, como asciende la gran pareja, que no se deja envolver en gris, y, m¨¢s de un minuto detr¨¢s, nunca mucho m¨¢s, los que persiguen, Enric Mas y Superman y los bahrain de Poels, Haig y M?der, y Adam Yates y Kuss¡ Egan revienta, y no Roglic, como tem¨ªan los agoreros, y sonr¨ªe Fanlo Fuente, y dice, ¡°el que anda, anda¡±. Lo exclama cuando, llegando a la Huesera, la parte m¨¢s dura, el esloveno esprinta, el culo elevado sobre el sill¨ªn en la medida justa, y Egan se sienta. Al ¨²ltimo tramo duro de Lagos le llaman el Mirador de la Reina, pero es al rev¨¦s, es donde mejor se ve al rey de la Vuelta, al Roglic enloquecido, enfebrecido. ¡°Mi mejor show en la Vuelta, qu¨¦ divertido¡±, exclama en la meta, donde mejor le ven volando los que persiguen, le vislumbran y se someten. Llegan a 1m 35s. Egan con ellos, alcanzado tras una serie de ataques entre todos. Mas se activa. En la general, el mallorqu¨ªn, el segundo, est¨¢ a 2m 22s, y al llegar se toca todos los huesos, recuerda que se cay¨® el d¨ªa anterior y que le duelen el cuerpo y las piernas, y comprueba que est¨¢ vivo. Respira. ¡°Ha sido un d¨ªa malo¡±, dice. ¡°No pude responder a los ataques¡±.
A la Vuelta, tan resuelta, le quedan cuatro d¨ªas. Landa, que no lleg¨® a Lagos, no la terminar¨¢.
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¡°Todo puede cambiar en el Gamoniteiru¡±
Ya hace m¨¢s de 20 a?os se empez¨® a hablar de que en Asturias la subida a Lagos, en el coraz¨®n de los Picos de Europa, tan tremenda como es, y se sube en la Vuelta solo desde 1983, no era sino una p¨¢lida sombra de ascensi¨®n comparada con otras subidas de nombres que resonaban a mitol¨®gicos y que solo los lugare?os conoc¨ªan. El Angliru, Angliru¡ se o¨ªa con el eco de las monta?as. Y otros, m¨¢s conocedores, respond¨ªan, no, no, el Gamoniteiru, el Gamoniteiru¡
El Angliru, de 1.570 metros y su Cue?a de les Cabres al 25%, gan¨® el desaf¨ªo y en 1999 entr¨® con honores en la mitolog¨ªa de la Vuelta y en la memoria de los chavistas (de Chava, su primer ganador). El Gamoniteiru, m¨¢s alto (1.770 metros), m¨¢s largo y regular (14 kil¨®metros al 10%), tendr¨ªa que esperar, y tan cercano, pues no m¨¢s de cinco kil¨®metros separan sus cumbres a vuelo de p¨¢jaro, y hay un camino de tierra que une ambos picos. Siempre hab¨ªa disculpas para no incluir en la Vuelta el nuevo gigante, tan insultado en sus tiempo por todos los asturianos cuando, los d¨ªas de nevada se quedaba sin luz el repetidor de televisi¨®n (VHF y UHF) que llevaba la se?al a sus hogares, y los camiones para repararlo no pod¨ªan llegar porque el hielo destrozaba el cemento que pavimentaba la subida.
Finalmente, llegaron las nuevas mezclas de asfaltado y la voluntad del Principado, que cubri¨® la subida con nuevas capas y excav¨® y aplan¨® en la cima unos cientos de metros cuadrados para montar aparcamientos y metas para que por fin, en 2021, la Vuelta pueda descubrir, y los ciclistas gozar, al ¨²ltimo llegado a la leyenda. Antes de llegar a La Pola, donde comienza su ascensi¨®n, el pelot¨®n habr¨¢ tenido ocasi¨®n de empacharse de monta?as, en lo que se considera etapa reina, con las ascensiones a los viejos conocidos, y dur¨ªsimos, San Lorenzo, Cobertoria por dos veces y Cordal. ¡°Todo puede cambiar en Gamoniteiru, un puerto dur¨ªsimo, como Angliru¡±, advierte Sepp Kuss, de Durango, Colorado, segundo en Lagos y segundo de Roglic en el Jumbo.
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