Pichichi, cien a?os del mito
El 1 de marzo de 1922 muri¨® Rafael Moreno, la primera leyenda del Athletic, un goleador de vida despreocupada y uno de los pocos de la ¨¦poca que cobraba
En marzo de 1922, los peri¨®dicos eran el ¨²nico medio de comunicaci¨®n y en Bilbao no sal¨ªan a la calle. Se hab¨ªa convocado una huelga de tip¨®grafos que ya duraba mes y medio y ten¨ªa visos de alargarse. S¨®lo se publicaba un diario vespertino, El Noticiero Bilba¨ªno, de los m¨¢s de media docena que se difund¨ªan entonces en la capital vizca¨ªna. As¨ª que ni La Gaceta del Norte, ni El Pueblo Vasco, ni Euzkadi, ni La Tarde, ni El Liberal, ni El Nervi¨®n difundieron la noticia que se hab¨ªa producido la tarde del d¨ªa 1: la muerte de Rafael Moreno, m¨¢s conocido entre los aficionados al f¨²tbol como Pichichi. Pese a todo, el boca a boca hizo su funci¨®n. Esa tarde nefasta del primero de marzo muri¨® el personaje y naci¨® el mito.
¡°?Pichichi ha muerto!¡±, titulaba El Noticiero Bilba¨ªno, y el texto destacaba la figura del delantero del Athletic: ¡°El jugador formidable, varias veces campe¨®n; el exequipier veterano del Athletic, Rafael Moreno, en fin, ha muerto en la flor de la vida¡±. Y segu¨ªa: ¡°?Pobre Pichichi! Cuantas veces con una de sus maravillosas jugadas ha levantado en vilo a millares de espectadores que le aclamaban despu¨¦s fren¨¦ticamente¡±.
Pichichi ten¨ªa 29 a?os. Naci¨® el 23 de mayo de 1892, en el tercero izquierda del n¨²mero 10 de la calle Santa Mar¨ªa. Su madre, Dalmacia, era hermana de Telesforo de Aranzadi, un famoso naturalista y antrop¨®logo que tiene calle en Bilbao. Su padre, Joaqu¨ªn Moreno, era un prestigioso abogado, secretario del Ayuntamiento de Bilbao. Rafael Mar¨ªa Miguel era el segundo hijo de la pareja en una familia de seis hermanos. Los mayores estudiaron en Escolapios y Raimundo, el primog¨¦nito, fue despu¨¦s enviado a Inglaterra, donde aprendi¨® a jugar al f¨²tbol. Seg¨²n el periodista Alberto L¨®pez Echevarrieta, Pichichi era un chaval travieso, d¨ªscolo y enredador. Su profesor, el padre Luciano, le reprim¨ªa ¡°propin¨¢ndole muchos capones y tirones de pelo, castigos reservados a los m¨¢s revoltosos¡±.
Rafael Moreno era sobrino de Telesforo de Aranzadi y sobrino segundo del escritor Miguel de Unamuno. Su padre se present¨® a las elecciones municipales y fue elegido concejal en 1895, pas¨® por una tenencia de alcald¨ªa y, finalmente, lleg¨® a ser alcalde de Bilbao desde octubre hasta diciembre de 1896.
No entrenaba, ni segu¨ªa un r¨¦gimen alimenticio, ni se duchaba tras jugar
Cuando el Athletic gan¨® la Copa de la Coronaci¨®n, en 1902, Pichichi cursaba primero de bachiller. Jug¨® entonces sus primeros partidos de f¨²tbol en la calle Ayala, casi siempre contra los ¡°enemigos¡± del colegio Santiago Ap¨®stol. ¡°Algunos d¨ªas ¨ªbamos al monte Cobetas a cazar grillos y otras a la Campa de los Ingleses, a jugar al pelot¨®n¡±, recordaba un compa?ero de pupitre. ¡°Mira a este pichichi¡±, le dec¨ªan los mayores, ¡°?a que no metes un gol?¡±, y Rafael se qued¨® con el apodo, y marcaba los goles. Seg¨²n los cronistas, ¡°ya desde la infancia apuntaba Moreno una disposici¨®n especial para el f¨²tbol. Regateaba m¨¢s y mejor, y era muy dif¨ªcil quitarle el pelot¨®n. Despu¨¦s le salieron en ambos pies dos ca?ones y un disparo seco, lo que m¨¢s tarde se llamar¨ªa toque. Era intuitivo, un genio¡±. As¨ª lo escrib¨ªa Francisco G. de Ubieta, periodista que fue testigo de sus andanzas desde peque?o.
Sin embargo, no era un atleta. Cuando le toc¨® hacer el servicio militar fue declarado ¡°in¨²til temporal¡± por estrecho de pecho. Regres¨® a revisi¨®n un a?o m¨¢s tarde y fue reclutado para servir en el cuartel de Garellano. Dicen que ni all¨ª abandon¨® su forma despreocupada de ver la vida. Entraba cada d¨ªa al cuartel con las manos en los bolsillos, con la cabeza agachada, silbando y sin fijarse si quien se cruzaba con ¨¦l era coronel o soldado raso. Fuera de all¨ª era igual. Sus coet¨¢neos no dejaban de relatar an¨¦cdotas sobre su vida y sus andanzas, algunas subidas de tono.
Rafael Moreno ingres¨® en el Athletic en 1910, con 19 a?os, jug¨® algunos partidos amistosos en Lamiaco, el primer escenario de las andanzas rojiblancas y poco despu¨¦s debut¨® en un partido oficial contra la Academia de Artiller¨ªa, ya en Jolaseta, en un campeonato de Copa muy accidentado que se llev¨® el Athletic. Gan¨® 2-1 el equipo rojiblanco y Pichichi marc¨® uno de los dos goles del equipo bilba¨ªno en aquel debut oficial. Desde entonces, Pichichi se fue convirtiendo en uno de los jugadores fundamentales del conjunto rojiblanco. Cuando en agosto de 1913 se culminaron las obras all¨ª estaba Moreno para inaugurar con su gol la historia de San Mam¨¦s.
En 1914, el Athletic contrat¨® a mister Barness como entrenador. A los jugadores les extra?¨® que ganando partidos como ganaban, tuviera que llegar alguien de fuera a dirigir sus pasos en el campo. Sin embargo, ni siquiera el entrenador ingl¨¦s consigui¨® que Rafael Moreno, Pichichi, acudiera a ning¨²n entrenamiento. Pichichi no se entrenaba, ni segu¨ªa un r¨¦gimen alimenticio adecuado. Ni siquiera se duchaba al acabar los partidos. Acud¨ªa al campo, se vest¨ªa, jugaba, marcaba y se iba. As¨ª era el primer mito de la historia rojiblanca.
Valor, rapidez e ¨ªmpetu
Pichichi dej¨® los estudios de Derecho que hab¨ªa comenzado en la Universidad de Deusto, y se dedic¨® s¨®lo al f¨²tbol. Fue uno de los pocos jugadores de la ¨¦poca que percib¨ªa una cantidad por jugar. La mayor¨ªa de los futbolistas se pagaba hasta las camisetas y, sin embargo, Rafael Moreno cobraba. Era un jugador especial. ¡°Ten¨ªa una habilidad sin igual. Era sereno, de una voluntad firme. Siempre pens¨® en el triunfo fuese como fuese¡±, recordaba a?os despu¨¦s Jos¨¦ Mari Belauste. ¡°Pichichi era el jugador m¨¢s formidable de la Pen¨ªnsula en sus tiempos. Valor, rapidez, ¨ªmpetu, arte¡±, comentaba de ¨¦l Mariano Arrate, el jugador de la Real Sociedad y su rival en muchos partidos.
Era un juerguista, en los Juegos de Amberes lleg¨® sin dormir a un partido
A Pichichi el dinero le ven¨ªa y se le iba. Cobraba por jugar, pero se lo gastaba con sus compa?eros. S¨®lo cuando su carrera comenzaba a declinar, sent¨® la cabeza. Se cas¨® con Avelina Rodr¨ªguez en 1919, un a?o antes de acudir a los Juegos Ol¨ªmpicos de Amberes. Tuvo una hija llamada Isabel. Hab¨ªa decidido retirarse tras los Juegos, pero no fue convocado, aunque el seleccionador, Paco Br¨², le incluy¨® en la lista cuando Pichichi le manifest¨® que no le importar¨ªa ser suplente.
Finalmente, fue y jug¨®. Su actuaci¨®n ante Italia fue destacada en las cr¨®nicas: ¡°Pichichi ejecuta la jugada m¨¢s estupenda de los delanteros amberinos¡±, recordaba Manuel de Castro, H¨¢ndicap, el periodista vigu¨¦s que presenci¨® los partidos de la selecci¨®n espa?ola, que se llev¨® la medalla de plata. Antes del choque frente a Suecia, Pichichi se fue de juerga nocturna y lleg¨® casi de amanecida. Habl¨® con Br¨² y le dijo: ¡°Mira, vamos a salir al campo, te voy a marcar un gol de los m¨ªos y vamos a ganar el partido¡±. Fue el d¨ªa de la furia espa?ola, y el ¡°a m¨ª el pelot¨®n, Sabino, que los arrollo¡±, que grit¨® Belauste. Las correr¨ªas nocturnas de Pichichi llegaron, incluso, al fundador de los Juegos Ol¨ªmpicos modernos, el bar¨®n Pierre de Coubertin, que las incluy¨® en sus memorias.
Meses despu¨¦s, el Athletic gan¨® una Copa m¨¢s por 4-1 al Athletic de Madrid en San Mam¨¦s, y ese fue el ¨²ltimo partido oficial de Pichichi. El postrero de su carrera fue un amistoso contra el West Ham. El p¨²blico que le hab¨ªa abucheado en sus ¨²ltimas actuaciones acudi¨® espoleado por un art¨ªculo que public¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Mateos en La Gaceta del Norte, y aplaudi¨® a rabiar su ¨²ltimo gol. Era mayo de 1921. Luego se convirti¨® en ¨¢rbitro.
En febrero de 1922 comi¨® una raci¨®n de ostras en mal estado que le provoc¨® unas fiebres tifoideas de las que muri¨® poco despu¨¦s, en la tarde del 1 de marzo de 1922, justo hace cien a?os. En su lecho de muerte, en su domicilio de la calle Iturribide n¨²mero 21, le susurr¨® a su compa?ero y amigo Chomin Acedo sus ¨²ltimas palabras: ¡°Cuida bien de mi mujer y mi hija¡±. Ese d¨ªa comenz¨® la leyenda.
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