El antimadridismo no est¨¢ bien pagado
No importa qui¨¦n se siente en la banqueta, ni para bien ni para mal, pues el Madrid parece un equipo entrenado por las emociones, dirigido desde las luces del marcador
![El delantero franc¨¦s del Real Madrid, Karim Benzema, celebra con Luka Modric el pase del equipo blanco a los cuartos de final de la Liga de Campeones.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6LNBUPFGWUD257Q6Y4SI4HIGNU.jpg?auth=ef89e5586bc133f882c24382e79faacb28869686676c39086f7fbd29acf4345c&width=414)
Ejercer como anti madridista es un trabajo que jam¨¢s estar¨¢ bien pagado, especialmente en noches como las de ayer. Ni siquiera desde el ventajismo resulta una opci¨®n del todo c¨®moda. Esta gente, por lo que sea, enloquece como nadie. Y de lo que parec¨ªa un funeral, con el Santiago Bernab¨¦u dispuesto para ovacionar al mism¨ªsimo enterrador, se pas¨® a una rave que termin¨® como aquella tan famosa de Llinars del Vall¨¦s: con los franceses agachando la cabeza y el madridismo descamisado, explicando a la polic¨ªa que un poco de baile y dopamina no le hace da?o a nadie.
El tiempo de buscar una explicaci¨®n l¨®gica a otra resurrecci¨®n imposible termin¨® con la llegada de la edad adulta. Las disculpas se diluyen en canciones de mal pagador y la vida empieza a exigirte que cumplas con lo acordado, que aceptes tus propios errores y expliques a cuenta de qu¨¦ sigues incurriendo en comportamientos precipitados, de mal corredor. Tantas veces apostamos por la liebre que la tortuga se nos acostumbr¨® a entrar en meta tomando fotograf¨ªas de los presentes, como esos polic¨ªas del FBI que montan una vigilia, o una misa de gallo, confiando en que el asesino acostumbra a dejarse caer por este tipo de homenajes para paladear hasta la ¨²ltima gota del caldo retorcido de su maldad: de retratitos, como dec¨ªa la canci¨®n, est¨¢n llenas las carteras de unos aficionados acostumbrados a transformar las decepciones de los rivales en gasolina.
Es curioso el papel que juegan sus entrenadores en toda esta leyenda que arrastra el club de Chamart¨ªn como una losa de az¨²car. No importa qui¨¦n se siente en la banqueta, ni para bien ni para mal, pues el Madrid parece un equipo entrenado por las emociones, dirigido desde las luces del marcador o desde un div¨¢n invisible, que es el que se ocupa de corregir todo lo que estaba mal cinco segundos antes de que el bal¨®n estalle contra la red. Lo hemos visto mil veces y lo volvimos a ver ayer como recordatorio, no ya de que el Madrid siempre vuelve, como afirma la tautolog¨ªa blanca y abrasiva, sino de que el Madrid no sabe d¨®nde est¨¢ hasta que un gol se lo recuerda. De repente se ordena en la presi¨®n, empieza a asegurar los pases, rejuvenece Modric hasta el punto de que dan ganas de enviarlo a jugar con Croacia Sub-21 y aparece Benzema con esa sonrisa de ¡°y a m¨ª qu¨¦ me cuentas¡±, tan desesperante para los que viven enfrente.
Por buscar una analog¨ªa con la cocina, el Madrid de las noches locas es un pastel de carambola, una mezcla de ingredientes indeterminados y cantidades calculadas a ojo que explota en delicatessen para sorpresa del propio repostero. Del error es capaz de hacer virtud, como los inventores de la sacarina, o del microondas, y de la nada se saca otra noche m¨¢gica que ya forma parte de su historia europea m¨¢s reciente aunque la meta quede todav¨ªa muy lejos. A eso nos agarramos los antimadridistas, que una noche m¨¢s nos vamos a la cama sin cenar por no tomar las precauciones necesarias: un error de novatos que nos acompa?ar¨¢, por lo que parece, hasta el final de los tiempos.
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