Madridismo para principiantes
Al Madrid, m¨¢s que perder un partido, lo que le humilla es perder un t¨ªtulo
Las grandes diferencias. Cinco cl¨¢sicos despu¨¦s, el Bar?a dio el golpe en el Bernab¨¦u a su reconocida manera. Jug¨® bien, atac¨® mucho, gan¨® con autoridad y festej¨® con hambre atrasada. Al Bar?a, el estilo le da una dignidad aristocr¨¢tica y la senyera de Catalu?a como camiseta le confirma como m¨¦s que un club. Todo eso tiene un peso cultural que justifica la existencia del Bar?a, incluso por encima del resultado. El Madrid, en cambio, se siente universal desde su espa?olidad y ganar es su principa...
Las grandes diferencias. Cinco cl¨¢sicos despu¨¦s, el Bar?a dio el golpe en el Bernab¨¦u a su reconocida manera. Jug¨® bien, atac¨® mucho, gan¨® con autoridad y festej¨® con hambre atrasada. Al Bar?a, el estilo le da una dignidad aristocr¨¢tica y la senyera de Catalu?a como camiseta le confirma como m¨¦s que un club. Todo eso tiene un peso cultural que justifica la existencia del Bar?a, incluso por encima del resultado. El Madrid, en cambio, se siente universal desde su espa?olidad y ganar es su principal raz¨®n de ser. Le gusta hacerlo dando espect¨¢culo, pero sin un estilo de referencia. El espect¨¢culo puede llamarse Di St¨¦fano, Ra¨²l, Zidane o Modric porque est¨¢ atado m¨¢s a la calidad de los jugadores que a una idea determinada. Al ¡°ej¨¦rcito desarmado de Catalu?a¡± le encanta conquistar Madrid. Al Madrid, m¨¢s que perder un partido, lo que le humilla es perder un t¨ªtulo.
Los dos Madrid. Entre el PSG y el Bar?a hubo un mundo de diferencia y no solo en t¨¦rminos futbol¨ªsticos. El Bernab¨¦u es bipolar, tiene doble personalidad. Casi siempre es un estadio que observa, como si se tratara de un teatro. Fue Puskas quien, desde el fondo de los tiempos, dijo que ¡°la afici¨®n del Madrid no grita porque tiene la boca llena¡±. Han visto tanto y tan bueno que todo les parece poco. Hay ocasiones en que el silencio es tan inc¨®modo que los jugadores corren en defensa propia para no ser alcanzados por la indiferencia. Eso s¨ª, de pronto, en partidos que se va en desventaja, un gol le da a un interruptor y el estadio se pone ¨¦pico. Es entonces cuando una jaur¨ªa de 80.000 salvajes atropella el partido con un doble efecto: el Madrid se enardece y el rival desaparece. Se llama remontada y es una de las marcas registradas del club.
De las grandes cosas... Es verdad que, as¨ª como al Bar?a se le reconoce por sus entrenadores, al Madrid se le reconoce por sus jugadores. El Madrid de Di St¨¦fano, el Yey¨¦, el de la Quinta, el Gal¨¢ctico. Como comprob¨® Ancelotti esta semana, los entrenadores sirven para tener la culpa. Pero hay otra caracter¨ªstica que define al club. Al Madrid le gustan las cosas grandes, de manera que resulta dif¨ªcil que equivoque sus objetivos. La Champions por encima de todas las competiciones. Mbapp¨¦ por encima de cualquier otro jugador. El Bernab¨¦u por encima de cualquier otro estadio europeo. Todo club tiene un alma propia que el tiempo va formateando por el peso de la historia, el contexto sociol¨®gico y hasta la elecci¨®n de los enemigos de los que hay que diferenciarse. Y el Madrid tiene, en la grandeza, un patrimonio que le confiere poder.
... a las peque?as cosas. El Madrid jug¨® ante el Bar?a y perdi¨® dos cosas: el partido y un negocio posible. El negocio de la camiseta negra, que fue maldecido por un mal resultado. Mi nieto, que es mi unidad de medida, ya no la quiere. Juega una cuesti¨®n supersticiosa: bast¨® perder un partido de gran peso simb¨®lico para que se haya convertido en gafe. Pero la cosa merece una reflexi¨®n que vaya un poco m¨¢s all¨¢ de los siete a?os de mi nieto. El m¨¢rketing ha alcanzado mucho poder en la din¨¢mica de un club, tanto que, en t¨¦rminos econ¨®micos, su impacto iguala al de los socios. Pero, ?qu¨¦ vende el departamento de m¨¢rketing? A mi manera de ver, sobre todas las cosas vende la carga cultural del club y el blanco de la camiseta es una cuesti¨®n tan cr¨ªtica como el escudo. O m¨¢s, porque permite la identificaci¨®n inmediata y, a estas alturas, se hace temer. ?Para qu¨¦ enlutar tanta grandeza?
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