Maniobras en los aer¨®dromos, batallas en los cielos en el Tour de Francia
El ocio popular al aire libre, el esqu¨ª, el senderismo y el ciclismo, son los caminos de la carrera francesa, ese simulacro fascinante de los viajes de exploraci¨®n
Durante un siglo los ciclistas atravesaban el collado del Peyresourde porque era el camino para recorrer los Pirineos de valle en valle, una odisea. Ahora ya no basta: este mi¨¦rcoles se desviar¨¢n monta?a arriba para trepar hasta el aer¨®dromo de Peyragudes y echar los h¨ªgados en su pista de 500 metros al 15%.
Ese cruce marca un sutil cambio de ¨¦poca. El Tour ha pasado 69 veces por el Peyresourde pero ...
Durante un siglo los ciclistas atravesaban el collado del Peyresourde porque era el camino para recorrer los Pirineos de valle en valle, una odisea. Ahora ya no basta: este mi¨¦rcoles se desviar¨¢n monta?a arriba para trepar hasta el aer¨®dromo de Peyragudes y echar los h¨ªgados en su pista de 500 metros al 15%.
Ese cruce marca un sutil cambio de ¨¦poca. El Tour ha pasado 69 veces por el Peyresourde pero solo en 2017 se le ocurri¨® encaramarse hasta ese extravagante trampol¨ªn de avionetas en plena monta?a. All¨ª Chris Froome se sofoc¨®, perdi¨® un pu?ado de segundos y cedi¨® el maillot amarillo a Fabio Aru, en uno de esos Tours hipercontrolados en los que toda una cordillera abr¨ªa menos diferencias que una rampa disparatada. Froome recuper¨® el maillot en otro repecho en Rodez y lo mantuvo sin mucho aspaviento hasta Par¨ªs. Este mi¨¦rcoles el Tour volver¨¢ al aer¨®dromo de Peyragudes, Froome andar¨¢ por ah¨ª peleando la etapa (me juego un calippo) y atenderemos a ese minuto fren¨¦tico en el que Pogacar y Vingegaard se contorsionar¨¢n como culebras hasta la meta.
A estos dos el Tour ya les ha ofrecido subidas a un par de aer¨®dromos, los de Meg¨¨ve y Mende, y otra cuca?a, la de la Super Planche des Belles Filles (porque la Planche normal tampoco bastaba y le a?adieron ese muro de gravilla al 24%, como quien instala un m¨¢stil enjabonado para provocar angustias, resbalones y diversi¨®n). Fueron tres escaramuzas vistosas, en las tres llegaron juntos. Por suerte, el Tour tambi¨¦n les ha desplegado etapas cl¨¢sicas de monta?a, encadenados de T¨¦l¨¦graphe, Galibier y Granon, de Galibier, Croix de Fer y Alpe d¡¯Huez, en los que Vingegaard y Pogacar honraron el car¨¢cter aventurero del ciclismo y se lanzaron a explorar los l¨ªmites del rival como quien explora los Alpes, entre el cielo y el abismo. Ignoraron la prudencia, apagaron las pantallas y se atacaron sin c¨¢lculo. La mejor batalla a¨¦rea de este Tour no se delimit¨® en el rect¨¢ngulo de un aer¨®dromo sino que atraves¨® los cielos desde el Galibier hasta el Granon. En el Galibier despeg¨® Jumbo, el equipo que se llama como el Boeing 747, el mayor avi¨®n de pasajeros de la historia, y que comparte con ¨¦l su poderosa capacidad: transportaba cinco ciclistas junto a un Pogacar aislado. Lo atacaron por un flanco y por el otro, Pogacar respondi¨® una vez, dos veces, cuatro, seis, ocho veces, ¨¦l mismo contraatac¨® otras cuatro, neutraliz¨® el combate, sin darse cuenta de que las doce aceleraciones le tumbaban la aguja del combustible hacia la zona roja. Cuando lleg¨® el terrible Granon, Pogacar se qued¨® seco y Vingegaard apret¨® hasta derribarlo.
¡°He sido un est¨²pido¡±, dijo Pogacar. ¡°En el Galibier he salido a por todos los ataques y adem¨¢s he lanzado los m¨ªos. Me sent¨ªa bien pero he gastado demasiadas fuerzas, no volver¨¢ a suceder¡±. En el Alpe d¡¯Huez se contuvo un poco, atac¨® dos veces al final sin mucho resultado, as¨ª que por suerte maravillosa para los espectadores, descart¨® enseguida la cautela y el d¨ªa de Mende atac¨® a 182 kil¨®metros de meta. Cuando un ciclista audaz como Pogacar pretende darle un revolc¨®n al Tour, no se conforma con esprintar en la rampa final de un aer¨®dromo, sino que plantea una batalla a trav¨¦s de todo el Macizo Central.
En su idea original, el Tour ten¨ªa ese sentido de itinerario y exploraci¨®n. Los ciclistas daban la vuelta al hex¨¢gono franc¨¦s por los caminos que seguir¨ªa un viajero de ciudad en ciudad. Como el patr¨®n Desgrange ard¨ªa de fiebres aventureras y ansias por vender m¨¢s peri¨®dicos, en 1910 incluy¨® por primera vez la traves¨ªa de los Pirineos, de Perpi?¨¢n a Luchon y de Luchon a Bayona, de mar a mar en dos etapas epustuflantes. No sigui¨®, como se lee a veces por ah¨ª, caminos de pastores. Sigui¨® la ruta de la conquista burguesa de las monta?as, los grandes puertos acondicionados para que la emperatriz Eugenia de Montijo y todo su pelot¨®n de mariscales, generales, condes, duquesas, marquesitos y pelotilleros varios viajaran con cierta comodidad, sin despe?arse por los barrancos, entre las estaciones termales del Pirineo: Eaux-Bonnes, Saint-Sauveur, Bagn¨¦res-de-Bigorre, Bagn¨¨res-de-Luchon. El 6 de mayo de 1860 Napole¨®n III firm¨® una orden imperial para que se construyeran calzadas aptas para carruajes por los siguientes pasos de monta?a: una por el Marie Blanque, otra por el Aubisque y el Soulor, otra por el Tourmalet y otra por el Aspin y el Peyresourde. Son los caminos del turismo aristocr¨¢tico, luego del ocio popular al aire libre, del esqu¨ª, el senderismo, el ciclismo, son los caminos del Tour, ese simulacro fascinante de los viajes de exploraci¨®n.
Al principio las monta?as del Tour eran obst¨¢culos que los ciclistas deb¨ªan atravesar para alcanzar las ciudades. En 1952 las convirtieron por primera vez en destino, con las llegadas a Alpe d¡¯Huez, Sestriere y Puy de D?me, dos estaciones de esqu¨ª y un volc¨¢n, a las que se fueron sumando m¨¢s estaciones, remotas bases militares como la del Granon, aer¨®dromos, antenas de telecomunicaciones, la tentaci¨®n de la cuca?a.
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