¡°O explota Pogacar o explota Vingegaard, pero uno de los dos explotar¨¢¡±
El planteamiento a todo o nada del UAE en los Pirineos, donde no podr¨¢n contar con Marc Soler, que, enfermo, lleg¨® fuera de control
Pobre Marc Soler, se apiadan los aficionados en la cuneta, condenado a pedalear en esta carretera sin sombras, un horno mortal para el hombre solo. Solo como el ciclista catal¨¢n, fiel ¨¦quipier de Tadej Pogacar, abandonado a su suerte y al coche escoba por las mismas carreteras del Ari¨¨ge en las que, y ya ni los m¨¢s viejos lo recuerdan si no lo leen en alguna enciclopedia, en 1965 Federico Mart¨ªn Bahamontes, en su hermoso maillot Margnat Paloma se baj¨® de la bicicleta, se mont¨® en el cami¨®n escoba sin falsos orgullos, como uno m¨¢s, y dijo adi¨®s al Tour para siempre. Marc Soler est¨¢ enfermo, ha estado vomitando, informan los comentaristas, el calor, el calor, mientras las c¨¢maras le enfocan, p¨¢lido, mareado, en la consulta del coche de la m¨¦dica del Tour, la doctora Florence Pommerie, asido a su ventanilla. As¨ª atraviesan Tarascon, en la ruta del orgullo ciclista, la sentada de Pantani y compa?¨ªa contra la entrada de la polic¨ªa en su mundo en el Tour del 98, el Tour Festina. Marc Soler no es Bahamontes. No se sube al cami¨®n escoba. Se castiga con el viacrucis ciclista de llegar fuera de control con la cabeza alta. Lo hace solo, como Houle 57m 6s antes.
Anuncian nubes el mi¨¦rcoles en los Pirineos, y un descenso de 10 grados de las temperaturas, que todos, hasta Enric Mas, el que ama el calor y ataca, agradecen. Soler ya no estar¨¢. Uno menos para Pogacar, quien, dado su concepto del duelo, extremo, cuerpo a cuerpo, quiz¨¢s no lo necesite. Con su amigo polaco, Rafal Majka, que le acelera y le motiva, le vale. ¡°O explota Pogacar o explota Vingegaard, pero uno de los dos explota¡±, asumen en el UAE. ¡°Est¨¢ muy dif¨ªcil, pero hay que intentarlo¡±. Degustado el verm¨² de P¨¦gu¨¨re, llegan los grandes Pirineos, dos minietapas, circuitos tur¨ªsticos en subibaja constante de alta intensidad, sin el padre Tourmalet, pero con el Aubisque el jueves, d¨ªa de 143 kil¨®metros, antes del Hautacam terrible en el que Indurain gan¨® el Tour del 94, en el que Riis se re¨ªa en el 96 e Indurain decid¨ªa dejar ya un ciclismo que se le escapaba.
La ¨¦pica del ahora, del ya, la recompensa inmediata al esfuerzo, tampoco ir¨ªa al navarro del tranquilo, tranquilo, aguanta, aguanta, tan efusivamente conquistador. Ni la etapa del mi¨¦rcoles explosivo, con su final en territorio de James Bond, tan del gusto de Pogacar, con aperitivos en Aspin y Val Louron, donde, siempre Indurain, en todos los Pirineos, en todas las regiones del Tour se encuentran huellas de su paso, el navarro ciment¨® su primer Tour, hace m¨¢s de 30 a?os ya. Fueron ¨¦l, y la ayuda del loco Chiappucci, contra toda una generaci¨®n que dec¨ªa adi¨®s, Fignon, LeMond, Perico, Roche. Ahora son los nuevos nuevos, peleando entre ellos, mano a mano, hasta que solo uno sobreviva. ¡°Yo estoy tranquilo¡±, dice el l¨ªder. ¡°Recupero muy bien y no siento que vaya a menos. El Tour es muy sencillo. Se trata solo de seguir a Tadej cuando ataca¡±.
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