Fahad es feliz
Una parte de esa felicidad ven¨ªa de ver a Messi levantar ese trofeo dorado con una sonrisa que no le cab¨ªa en el rostro
El pasado domingo Fahad era el ni?o m¨¢s feliz de la tierra. Bueno, igual el segundo m¨¢s feliz, o el tercero, vamos que Fahad sent¨ªa que la Copa del Mundo en su casa hab¨ªa valido la pena, que sus reticencias y enfados de la primera semana, cuando solo quer¨ªa jugar y no mirar eran una exageraci¨®n y que ha aprendido m¨¢s del futbol en estas cuatro semanas que en todos los entrenamientos de todo el a?o.
Y claro, hab¨ªa una parte de esa felicidad que ven¨ªa de ver a Messi levantar ese trofeo dorado con una sonrisa que no le cab¨ªa en el rostro y elevando sus brazos tan alto que Nasser, su padre, dec¨ªa que hab¨ªa visto el trofeo desde el balc¨®n de su casa. Y me dec¨ªa Fahad que no entend¨ªa el jaleo que hab¨ªamos organizado por el resto del mundo por la presencia del besht, la t¨²nica que simboliza para ellos la m¨¢xima dignidad en el pa¨ªs. Yo he intentado explicarle que a nosotros, en el viejo mundo del viejo f¨²tbol nos gusta ver la camiseta del equipo que se proclama campe¨®n y que esa foto es la que suele llenar una parte de la historia de nuestro f¨²tbol. Tambi¨¦n le he contado que hay marcas que pagan mucho por hacerse con esas camisetas y que no les suele gustar ser tapadas el d¨ªa m¨¢s hist¨®rico de esos equipos nacionales. Me ha mirado sin entender como los intereses comerciales estaban por encima de los s¨ªmbolos del poder y tampoco he intentado seguir explicando que, tal vez, toda la Copa del Mundo hab¨ªa sido un excelente ejercicio comercial y de imagen.
Pero toda la felicidad de mi joven amigo no era solo por lo de Messi, sino que se sent¨ªa contento de haber contribuido a ese evento que ya hab¨ªa entendido que volaba por todos los continentes y que juntaba a todos los talentos a tiro de piedra de su casa, de forma que pod¨ªa ver en acci¨®n todo aquello que sus entrenadores intentaban explicarle y que ¨¦l no acababa de ver en los partidos de su Liga.
Adem¨¢s, tiene Fahad la convicci¨®n, su padre tiene mucho que ver con ello, de que este Mundial ha hecho que mucha gente les conozca en directo y que han vuelto a sus pa¨ªses convencidos de que por Qatar las cosas pueden y deben mejorar pero que tampoco est¨¢n tan mal como les hab¨ªan pintado antes del inicio de la Copa. Ya le he contado que tampoco espere mucho de esa parte de nuestra cultura ya que en cuanto volvi¨¦ramos todos a nuestros pa¨ªses tambi¨¦n volver¨ªamos a verlos con nuestras miradas europeas tan diversas de su realidad.
Entonces Fahad ha mirado a su padre como pidi¨¦ndole permiso para decir lo que ten¨ªan en su cabeza, y me ha soltado: ¡°Pues ll¨¦vame a Bilbao a pasar un mes y as¨ª aprendo a veros desde cerca y a ver a mi pa¨ªs, Qatar, desde la distancia¡±. He tenido que coger aire, medir mis palabras y buscar la salida menos dolorosa: ¡°Fahad, nosotros entramos en periodo de Navidad y esos d¨ªas son de reuniones familiares y ritos cristianos que, tal vez, no sabr¨ªas entender¡±.
Pero mi amigo se ha sonre¨ªdo, yo creo que se esperaba mi respuesta, y me ha dicho mir¨¢ndome a los ojos. ¡°Si vosotros hab¨¦is tenido que venir hasta aqu¨ª para adaptaros a lo nuestro y as¨ª entender un poco m¨¢s de nuestra cultura, me imagino que eso tambi¨¦n valdr¨¢ para m¨ª y mi aprendizaje. Adem¨¢s, yo me adapto fenomenal a vuestras costumbres y me dejo regalar todo lo que se os ocurra¡±.
He corrido a reservarle un vuelo y el s¨¢bado llega a Bilbao.
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