El cl¨¢sico sobre un decorado
Enfrentados en una cadena interminable de partidos, Madrid y Bar?a han sido la hormona de crecimiento del deporte espa?ol, la locomotora que lo prestigia y lo gu¨ªa
Tengo un amigo cul¨¦ con nieto madridista, un ni?o listo como una ardilla. Mantienen una relaci¨®n entra?able que me hace recordar la del personaje de La sonrisa etrusca con el suyo. Ni siquiera los cl¨¢sicos que van contemplando juntos, con alguna frecuencia en el campo, la descarrila. Me contaba que en el ¨²ltimo Madrid-Bar?a el ni?o empez¨® a abuchear a los del Bar?a al saltar al campo, como ve¨ªa que hac¨ªan tantos a su alrededor. ¡°?Por qu¨¦ haces eso? ?No ves que si el Bar?a no saliera al campo no habr¨ªa partido?¡±. El ni?o se call¨®. Poco m¨¢s tarde, alguien de la fila de atr¨¢s estaba insultando feamente a un jugador del Bar?a y el nieto, cuando vio que el abuelo hac¨ªa adem¨¢n de girarse y reproch¨¢rselo, le cohibi¨®: ¡°?Estate quieto!¡±. Y mi amigo le complaci¨®.
Me gusta esa relaci¨®n abuelo-nieto, un episodio en la historia de esa bonita rivalidad que viene de la noche de los tiempos. Mi amigo lleva la antorcha desde los a?os de Kubala y Di St¨¦fano, cuando escogi¨® ser cul¨¦ porque a su Tenerife natal llegaba n¨ªtida la se?al de Radio Barcelona; el nieto la llevar¨¢ hasta un futuro muy lejano en el que habr¨¢ otros kubalas y otros di st¨¦fanos, otros rexachs y otros santillanas, otros messis y otros cristianos, otros lewandowskis y otros benzemas. Juntos pero no revueltos, enfrentados en una cadena interminable de partidos, Madrid y Bar?a han sido la hormona de crecimiento del deporte espa?ol, la locomotora que lo prestigia y lo gu¨ªa.
Eso explica esta conversi¨®n de la Supercopa en una competici¨®n a cuatro, dise?o que tiene como fin esencial que siempre est¨¦n los dos, porque raro ser¨¢ el a?o que alguno de ellos no alcance a ser al menos segundo en la Liga o la Copa. Y si pueden clasificarse para la final, mejor. Gracias a ese enfrentamiento que hemos dado en llamar cl¨¢sico, la Federaci¨®n consigue un beneficio de 20 millones y ellos dos, de 6 cada uno. La Federaci¨®n explica que ese dinero riega provechosamente el f¨²tbol femenino y el de divisiones menores, y al Madrid y al Bar?a, tan preocupados por la competencia de la Premier y tan metidos en gastos incesantes, tampoco les sobra. Si no es con su anuencia, no se hubiera hecho esto.
El reparto muestra desd¨¦n por los otros participantes, uno de los cuales es el campe¨®n de Copa, el Betis, como lo fue el Valencia en el estreno de este modelo y tambi¨¦n se sinti¨® despreciado en el reparto, por lo que a¨²n litiga. Sabemos que gane el t¨ªtulo quien lo gane es el cach¨¦ del Madrid y el Bar?a lo que hace posible este modelo, pero cuesta digerir que entre Valencia y Betis reciban menos que Piqu¨¦, el urdidor de esto y de otras cosas cuya permanencia a largo plazo es dif¨ªcil de anticipar. De la Copa Davis ya se ha apeado. Viendo esta competici¨®n y repasando su distribuci¨®n del dinero, es imposible esquivar el recuerdo de aquellas grabaciones en las que ¨¦l y Rubiales echaban cuentas con lenguaje y tono propios de una pareja de reventas de plaza de toros cutre, s¨®lo que manejando muchos m¨¢s ceros.
En fin, que hoy tenemos un cl¨¢sico como final de Supercopa y si es as¨ª se debe a esta f¨®rmula, porque la anterior hubiera enfrentado a los dos campeones, Madrid y Betis, a ida y vuelta. Dos partidos a campo lleno, disfrutados por la afici¨®n. En lugar de eso, un cl¨¢sico con fondo neutro en un pa¨ªs cuya elecci¨®n inquieta a muchas conciencias. Esa inquietud, dicho sea de paso, s¨®lo se hace m¨¢s patente cuando quien se mueve all¨ª es el f¨²tbol. No cuando un consorcio espa?ol hace el AVE a la Meca o cuando el Dakar lanza sus coches a aquellos desiertos o cuando, cada d¨ªa del a?o, existen contactos de todo tipo con un pa¨ªs con el que mantenemos relaciones diplom¨¢ticas plenas. S¨®lo al f¨²tbol se le culpabiliza de lo que hacen todos.
Pero aun sobre un decorado de cart¨®n piedra, lo que veremos esta noche ser¨¢ un cl¨¢sico con un torneo oficial en disputa. Suficiente para que mi amigo y su nieto pasen un par de horas compartiendo sus emociones contrapuestas.
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