El Villarreal vence a la Real con una locura de Chukwueze
Dos goles en la segunda parte, de Parejo y Jackson, acercan a los amarillos a la Champions despu¨¦s del penalti provocado por el nigeriano
El Villarreal le gan¨® a la Real en un partido delicioso y que pudo acabar de cualquier forma. La primavera florece en La Cer¨¢mica. Buen tiempo, manga corta, el solecito de la tarde que va cayendo y unos futbolistas sin la astenia de estos meses en los que est¨¢ casi todo definido, pero queda casi todo por definir. Florece tambi¨¦n el f¨²tbol vistoso, a veces a tumba abierta, pocas veces intrascendente, con fuegos de artificio. Todo ten¨ªa un prop¨®sito, el de llegar al gol, sin especular. Y el Villarreal interpret¨® sus opciones de maravilla en la primera parte despu¨¦s de un comienzo prometedor de la Real, pero ninguno de sus intentos acab¨® en la red.
Casi siempre por el centro, como si las bandas fueran un mal menor del f¨²tbol, los dos equipos fueron fieles a s¨ª mismos, aunque a la Real le floje¨® Merino, que perdi¨® balones peligrosos que reba?aba Parejo y distribu¨ªa Terrats con finura, como en el toque hacia Baena, que de tac¨®n se la puso en el punto de penalti a Yeremi, que se desequilibr¨® en el control y estrell¨® el disparo en el palo.
Antes del descanso fue Morales el que se qued¨® solo frente a Remiro, aunque su disparo le sali¨® demasiado alto. As¨ª que faltaron los goles pero juego hubo de sobra, sin empachar, en su justa medida, y no solo por el bando local, sino por ambos, porque cuando Silva recib¨ªa, la Cer¨¢mica temblaba; cuando Kubo enfilaba, a Reina se le tensaban los m¨²sculos. Pero andaba Parejo por all¨ª y su magisterio saciaba a la grada local.
Result¨® que en la segunda parte fue la Real la que dio el paso adelante que necesitaba para ponerse a la altura del Villarreal, que no del partido, que ya lo estaba. Mand¨® Imanol apretar a los suyos en medio campo, y lo que antes hab¨ªan sido errores de Merino, esta vez fueron aciertos y robos constantes. Zubimendi pudo adelantar a su equipo de cabeza despu¨¦s de un delicioso saque de falta de Brais, y casi sin tiempo para respirar, Kubo puso el larguero en modo tembleque.
En ese realismo m¨¢gico del comienzo de la segunda parte, Merino remat¨® fuera un pase de Kubo con Reina mirando al infinito.
Pero perdon¨® la Real y se le acab¨® la magia, a pesar de que por la banda hab¨ªa aparecido alguien por fin, y Gorosabel, lo mismo para un roto que un descosido, se convirti¨® en un tit¨¢n en su campo y en el ajeno.
Estaba en esas el partido, cuando en una contra del Villarreal que la Real desactiv¨® en un primer impulso, la pelota le lleg¨® a Chukwueze, que intent¨® lo que cualquier futbolista suele so?ar la noche previa a un partido; una locura, m¨¢s o menos, al borde del ¨¢rea, sorte¨® a un rival, despu¨¦s a otro, y cuando le sali¨® al paso Zubimendi, quiso volver a hacerlo, pero el mediocentro realista puso la pierna como la barrera de un paso a nivel, y eso en el f¨²tbol es penalti, que convirti¨® Parejo, despistando a Remiro.
Y poco despu¨¦s, sin que los donostiarras se hubieran recuperado del golpe y trataban de taponar los agujeros por los que se colaban los contragolpes del Villarreal, otra vez lleg¨® el equipo amarillo por el centro. Baena se la dej¨® a Jackson, que se busc¨® el espacio, y cuando lo encontr¨®, coloc¨® su disparo pegado al palo para hacer el segundo de su equipo. El estadounidense lo celebr¨® con furia y vio la tarjeta amarilla por patear un bander¨ªn; luego vio la segunda por patear a un rival en una entrada fea. Su alegr¨ªa se diluy¨® con la expulsi¨®n, aunque no la del Villarreal, que se acerca a la Champions.
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