Carlo Ancelotti sigue
El italiano ha desarrollado un particular car¨¢cter seg¨²n el cual ¨¦l sabe c¨®mo va a transcurrir un partido. Juega con el factor suerte, pero de la misma manera que nada peor le puede ocurrir a un paranoico que algo le d¨¦ la raz¨®n, al italiano el devenir de los grandes partidos le ha dado una especie de aura de profeta de la tribu
Donde vive o viv¨ªa Ancelotti en su anterior etapa en el Madrid, un ¨¢tico en la Puerta de Alcal¨¢ desde el que se ve el estadio de La Condomina, pasean por las terrazas varias gitanas con romero repartiendo suerte a quienes les dan dineros y maldiciones a quienes no (¡°pleitos tengas y los ganes¡±). La cosa no es novedad en el Madrid, donde Casemiro hizo eso durante a?os en el centro del campo, pero este domingo una mujer se acerc¨® a m¨ª, habl¨® de mi vida pasada y futura, me puso el pelo perdido de romero y, cuando le dije que s¨®lo ten¨ªa un euro, me acompa?¨® amablemente al cajero para que le sacase 40; se molest¨® porque quer¨ªa 200: despu¨¦s de Florentino P¨¦rez el Madrid deber¨ªa estar regido por un consejo de gitanas ancianas frotando romero en los pechos de los nuevos fichajes antes del reconocimiento m¨¦dico de Sanitas.
La mujer estaba obsesionada con adivinar cosas del amor porque esta gente con romero cree que los males proceden siempre del coraz¨®n, cuando en realidad se somatizan desde el f¨²tbol. Desde el Real Madrid, concretamente. M¨¢s a¨²n, desde la Champions, que es la iglesia atea del f¨²tbol mundial y a la que va a volver Ancelotti el a?o que viene seg¨²n confesi¨®n propia. La historia de amor que vive el Madrid con su pasado, o sea su presente, tiene en 2014 su punto de origen y en una foto su icono: es Zidane dando ¨®rdenes gritando mientras Ancelotti, impasible, lo observa. Los dos han construido un ciclo impresionante que rivaliza con el Madrid de los 60. Ancelotti ten¨ªa que seguir porque en aquel c¨¦sped de Lisboa hace nueve a?os estaban Carvajal, Modric y Benzema, y la organizaci¨®n de esa supuesta decadencia, la gesti¨®n del paso del tiempo de unos jugadores que est¨¢n mejor en el campo con 35 que con 25, es algo que le corresponde a ¨¦l.
Hace muchos a?os, cuando P¨¦rez quer¨ªa a Ancelotti, Ancelotti le pidi¨® paciencia al Madrid, y volvi¨® a ped¨ªrsela en el minuto 90 de la final de Champions en Lisboa, nada menos. Se dijo entonces: los contratiempos los ha tratado de puertas adentro como parte del presupuesto. Siempre hay un momento de la temporada, cuando el ciclo es bueno, en que re¨²ne a los jugadores y les dice: ¡°Vamos a pasar un momento malo. Vendr¨¢n derrotas dolorosas y debemos estar juntos cuando ocurra¡±. Al cabo de las semanas llegan esas derrotas y no s¨®lo nadie pide explicaciones a nadie, sino que algunos se felicitan: ¡°El m¨ªster lo tiene todo controlado¡±.
Ancelotti es el t¨¦cnico con el que el Madrid tiene que cerrar una ¨¦poca. ?l y Zidane son la ¨¦poca. No hay romero ni gitana que adivine lo que va a pasar porque la vida es impredecible en las afueras del Bernab¨¦u; no hay minutos de descuento en los aficionados que vuelvan la vista atr¨¢s y no recuerden lo ocurrido estos a?os, y por eso merecen ser cerrados no por quien los empez¨®, que al fin y al cabo fue el Mourinho desafortunado de los penaltis del Bayern, pero s¨ª por quien abri¨® el c¨ªrculo virtuoso de la Copa de Europa. Ancelotti ha desarrollado un particular car¨¢cter seg¨²n el cual ¨¦l sabe c¨®mo va a transcurrir un partido. Juega con el factor suerte, pero de la misma manera que nada peor le puede ocurrir a un paranoico que algo le d¨¦ la raz¨®n, al italiano el devenir de los grandes partidos le ha dado una especie de aura de profeta de la tribu. Acompa?arle al cajero un a?o m¨¢s es lo mejor que el Madrid puede hacer por s¨ª mismo.
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