El Chelsea, el f¨²tbol y la f¨¢bula del apocalipsis
Este derrochador club, adquirido por ricachones norteamericanos en medio de una supuesta crisis global, no es la excepci¨®n, es la tendencia
Desde las plateas de los archimillonarios se repite un mensaje apocal¨ªptico: ¡°El futuro del f¨²tbol est¨¢ en peligro. En su estado actual resulta insostenible¡±. Con ese mantra se explic¨® la creaci¨®n de la Superliga, fallido proyecto exclusivista de unos pocos que pretend¨ªan pasar por generosos caballeros andantes. El Chelsea fue uno de los participantes en el plan y el primero que sufri¨® la ira de los aficionados. Su propietario era el magnate ruso Roman Abram¨®vich, obligado a vender el club el pasado a?o por ...
Desde las plateas de los archimillonarios se repite un mensaje apocal¨ªptico: ¡°El futuro del f¨²tbol est¨¢ en peligro. En su estado actual resulta insostenible¡±. Con ese mantra se explic¨® la creaci¨®n de la Superliga, fallido proyecto exclusivista de unos pocos que pretend¨ªan pasar por generosos caballeros andantes. El Chelsea fue uno de los participantes en el plan y el primero que sufri¨® la ira de los aficionados. Su propietario era el magnate ruso Roman Abram¨®vich, obligado a vender el club el pasado a?o por las sanciones derivadas de la invasi¨®n de Ucrania. Lo adquiri¨® por 5.200 millones de euros el consorcio estadounidense formado por el billonario Todd Boehly y el fondo de inversi¨®n Clearlake. El precio lo dice todo. Si el f¨²tbol se va a estrellar, ?c¨®mo se explica una inversi¨®n tan gigantesca?
Una vez instalados en el club, los nuevos propietarios tampoco tuvieron temor de Dios. En las dos ¨²ltimas ventanas de traspasos -verano 2022 y enero 2023-, el Chelsea ha gastado 571 millones de euros en la adquisici¨®n de jugadores, con una particularidad: a ninguno se le consideraba figura, ni semifigura, del f¨²tbol mundial. Sus nombres: Mykhaylo Mudrik, Benoit Badiashile, David Fofana, Enzo Fern¨¢ndez, Noni Madueke, Andrey Santos y Malo Gusto (fichajes del mercado de invierno), Wesley Fofana, Pierre Aubameyang, Marc Cucurella, Cesare Casadei, Carney Chukwuemeka, Kalidou Koulibaly, Pawel Slonina y Raheem Sterling (mercado de verano 2022), adem¨¢s de Jo?o F¨¦lix y Dennis Zakaria, cedidos por el Atl¨¦tico de Madrid y la Juve.
Nunca en el f¨²tbol se ha gastado tanto en menos tiempo. Y nunca el resultado ha sido m¨¢s desastroso. Los nuevos propietarios del Chelsea han despachado a dos entrenadores -el alem¨¢n Thomas Tuchel y el ingl¨¦s Graham Potter- y est¨¢n a punto de destituir a Frank Lampard, contratado temporalmente a modo de c¨¢bala. No puede olvidarse que el Chelsea ha ganado sus dos t¨ªtulos de campe¨®n de Europa con entrenadores - Roberto di Matteo (2012) y Thomas Tuchel (2021)- que sustituyeron a los que iniciaron la temporada. Si el Chelsea sale eliminado hoy por el Real Madrid, y todo indica que as¨ª ser¨¢, por lo visto en el Bernab¨¦u, el despido de Lampard est¨¢ m¨¢s que garantizado.
Se supone que los genios de las finanzas conocen secretos que el resto de la humanidad desconoce, pero el f¨²tbol es un juego muy poco piadoso. Convierte en cretino a cualquiera. El Chelsea est¨¢ en mitad de la tabla, m¨¢s cerca del descenso que de las posiciones europeas y s¨®lo ha obtenido dos puntos en los ¨²ltimos cinco partidos. A su fracaso se a?ade el disparate. Graham Potter, que cobrar¨¢ 23 millones de euros por su despido, dirig¨ªa una asamblea de jugadores, no un equipo. La plantilla era tan extensa que no hab¨ªa asientos para todos los jugadores en los vestuarios. En esa comuna, Potter fue v¨ªctima de la elefantiasis que se apoder¨® del club.
El caso del Chelsea es tan relevante por la desastrosa temporada del equipo como por la falsa f¨¢bula que se ha tejido en el f¨²tbol. No le faltan problemas y amenazas, pero los principales difusores de los mensajes apocal¨ªpticos -los que idearon la Superliga- se empe?an cada d¨ªa en agudizar la espiral inflacionista del negocio, mientras pretenden representar el papel de abnegados samaritanos que se sacrifican por la salud de los dem¨¢s.
La realidad es bien diferente. Este derrochador Chelsea, adquirido por ricachones norteamericanos en medio de una supuesta crisis global del f¨²tbol, no es la excepci¨®n, es la tendencia. Ocho clubes de la Premier League son propiedad de consorcios estadounidenses. No cabe duda de que les mueve el inter¨¦s por el beneficio. Ven en el f¨²tbol un paisaje extraordinariamente f¨¦rtil para el negocio, aunque en p¨²blico prediquen el apocalipsis.
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